Apenas
me considero otra cosa que un “iniciado” en lo que respecta a la obra de Henry
James. Nada más que he leído algunas de sus novelas cortas y he quedado
prendado de su estilo, diríase magnetizado, hechizado para ser más exactos (qué
menos que buscar la palabra apropiada para homenajear al maestro). Dirán
algunos; “su estilo no es para mí”, otros directamente: “es un peñazo”, y yo
pienso: “ustedes se lo pierden”, porque las historias de James están tocadas
por una varita mágica y naturalmente que alcanzar a percibir su magia requiere
de un esfuerzo por parte del lector.
No,
no se pueden leer sus novelas de un tirón, pasando por alto el detalle o
saltándose un párrafo con tal de llegar cuanto antes a la resolución de la
trama que nos mantiene en vilo. Y no será porque James se despreocupe del
lector o de la intriga, porque James nos mima, de alguna manera nos hipnotiza
para llevarnos allá donde quiere que en cada momento nos situemos.
O
así cuando menos pienso yo. Afortunadamente queda camino por recorrer, y tiempo
tengo para conducir mi opinión, y digo afortunadamente porque cada vez que
comienzo una nouvelle de James disfruto de sensaciones semejantes. Después de los
primeros párrafos, páginas e incluso capítulos, ando algo perdido. James
comienza con sus exigencias, me obliga a parar, a concentrarme, y yo,
obediente, vuelvo atrás, y lo hago incluso a sabiendas de que no preciso
hacerlo porque James me está dando en todo momento la información suficiente
para acceder, tarde o temprano, a aquello que pretende transmitir. Quizás sea
esta la causa de que muchos lectores se rindan con James a la primera de cambio,
o quizás sea su prosa; no soy quién para decirlo porque no soy lector de
grandes seguridades ni pretendo llegar a serlo.
También
tengo que hacer hincapié en que se trata de una pequeña historia de fantasmas.
He leído poco más que una centésima parte de todo lo que James ha escrito y no
estoy en posición, ni mucho menos, de aconsejar, pero me atrevo a advertir al
lector que no se deje vencer si no es esta nouvelle de su gusto, porque tiene
muchas otras, tantas que no he alcanzado a averiguar con precisión su número, y
todas (las que yo he tenido la oportunidad de leer) de una calidad superior.
Quizás sea esta la que mayor gloria ha alcanzado pero eso no quiere decir nada
más que lo transcrito. A mí, particularmente, me han gustado más otras nouvelle
de James.
Para
qué explicaros la trama si podéis conocerla a través de la Wikipedia o de la
multitud de reseñas que pululan por doquier, para qué elogiar al maestro a
través de sus ya tan ensalzadas virtudes. ¡Leedlo!
Me
dieron tan pocos problemas, eran de una gentileza tan extraordinaria, que
acostumbraba a especular ―pero incluso esto con una cierta inconexión―
cómo los trataría el áspero futuro (¡porque todos los futuros son ásperos!), y
si podría llegar a herirles.
Me
había dicho, poco a poco, bajo presión, gran cosa; pero aún había un punto que
se me escapaba y a veces rozaba mi frente como el ala de un murciélago;
Por
último os dejo aquí el enlace a una fantástica reseña de José María Guelbenzu
que analiza a fondo el buen hacer de James con los personajes. Yo, por mi
parte, trataré de seguir aprendiendo a su lado y me voy preparando para
afrontar sus novelas largas.