sábado, 6 de enero de 2024

El lago español (1979), O. H. K. Spate

 

Cayó en mis manos este peculiar trabajo, una reedición de 2004. Y digo peculiar porque se trata de un enfoque diferente, ni español ni europeo, sino que procede de la zona Asia-Pacífico, precisamente una de las regiones del planeta que presenta un mayor dinamismo.

Una pena que los españoles apenas recordemos nuestra historia, tan llena de gestas y hazañas, una de las cuales es la apertura de un Pacífico que ni siquiera aparecía en los mapas, una hazaña que sólo supera la primera diáspora humana que colonizó aquellas remotas islas con todavía menos medios.

Hoy se muestra una gran preocupación porque no haya muertos en la exploración espacial. Se considera una tragedia si una nave estalla llevando 4 o 5 tripulantes a bordo. Es cuestión de marketing, estrategia económica, prime time. Sin embargo, aquestos viajes, tuvieron un cariz diferente. Salían tripulaciones para explorar tierras ignotas compuestas de cien o doscientos hombres que daban por hecho que sus probabilidades de supervivencia no llegaban al 50 por ciento; les movía el nada despreciable afán por la fama y los dineros.

Comienza Spate explicando someramente cómo era el mundo sin el Pacífico, antes de Magallanes. Para los que somos simples aficionados en esto de la historia, nos viene bien un repaso primero de las gestas portuguesas, y después de esos viajes tan relevantes y tan poco conocidos que se dieron entre el primer viaje de Colón y el de Magallanes. Se trata del descubrimiento de Tierra Firme y de los denominados Mares del Sur. Balboa antes de comenzar con Magallanes y las Molucas de las especias. Someramente también nos cuenta las conquistas de los imperios Azteca e Inca, con un enfoque tendente a explicar la progresiva apertura del océano Pacífico. De Loaysa a Urdaneta, sin pasar por alto el trascendental descubrimiento del tornaviaje. Al tiempo que se nos explica el dominio de aquellas tierras por portugueses y españoles, conocemos los imperios asiáticos, China y Japón. Se establece una delgada pero poderosa línea entre Sevilla y oriente, una línea trazada y mantenida por la plata americana. En medio de la ruta Nueva España y Perú crecen, participan y adquieren personalidad propia. Y finalmente llegan los primeros problemas para mantener la línea, los ataques corsarios de ingleses, franceses y holandeses.

Dado el especial enfoque de este libro, se le dan especial importancia también a otros viajes increíbles realizados por España buscando la denominada Terra Australis, tierras ignotas que figuraban en los mapas a partir del siglo XV, en el lugar que ocupa la Antártida pero de mayor extensión. En este contexto Álvaro de Mendaña llevó a cabo dos expediciones por el Pacífico sur en los que descubrió las islas Salomón y las Marquesas, acercándose a Australia. También se tienen en cuenta las hazañas de Sarmiento. Había afán de colonización, de cruzada, y de búsqueda de oro. Obvio que los relatos de estos viajes alcanzan cierto parecido a un viaje a los infiernos. Hoy en día a estos viajes se les da más importancia en Asia que en España, por tratarse de los primeros pasos europeos en la zona. Cada uno de ellos es digno de tratamiento aparte.

Y poco más que decir, me dejo muchos nombres en el tintero. No debería tener que agradecer la postura neutral del historiador, pero así es. No en vano la historia es tan importante que los poderes la deforman a su antojo e interés. A menudo el historiador engloba a España dentro de un término más amplio, Europa, y el término europeo se usa para referirse a portugueses o españoles, y eso es bueno.

 

domingo, 17 de diciembre de 2023

Estrella distante (1996), Roberto Bolaños


El difunto Bolaños es considerado en el interior de la literatura latinoamericana como el mejor y más influyente escritor de su generación. A mí, personalmente, no me ha entusiasmado, pero yo no soy más que un simple lector. Me amparo en el derecho universal que asiste a cualquier reseñador de criticar a los clásicos respetando a los humildes. Yo a Bolaños ya le he rendido el mayor honor que le puede conceder un lector a un escritor, una lectura detenida. Además, me atraen los escritores malditos. Ojalá que a mí, humilde escritor, me leyeran con el mismo detenimiento que yo les concedo a los otros.

A su favor diré que tiene una voz muy peculiar y reconocible. De hecho he leído dos novelas de seguido, la presente y Amuleto, y el parecido temático y estilístico es abrumador, como debe ser. Su estilo es claro y conciso, rápido no, rapidísimo, utiliza continuas enumeraciones, aliteraciones.

 

Mapas de Chile, de la Argentina, del Perú, mapas de la Cordillera de los Andes […], mapas de México, mapas de la Conquista de México, mapas de la Revolución Mexicana, mapas de Francia, de España, de Alemania, de Italia […] y un mapa de la ciudad de Puerto Montt, en el sur de Chile.

 

En fin, que tiene un estilo reconocible. De hecho, en las dos novelas que he leído, Bolaños utiliza un intermediario, un narrador masculino en la primera y femenino en la segunda, pero la voz es la misma, rezuma un carácter, un no sé qué indefinible para mí ahora mismo y que seguro habrá sido ya definido, o lo será, pero mucho mejor que yo, en las universidades.

Por cierto, la trama es detectivesca, aunque me parece a mí que hay un continuo sube y baja, entra y sale, en el cual el lector nunca se pierde, anda siempre cómodo, pero tampoco se ve empujado por una trama vertiginosa o atraído hacia un sorprendente final; digamos que le falta pegada. Por otro lado, nada que ver con una novela de intriga, pues carece de intriga.

Los personajes no muestran ninguna profundidad. A mi modo de ver ni un difuso narrador ni un oscuro protagonista llegan a mostrarse en toda la complejidad que puede llegar a mostrar un ser humano. En realidad parece ser la técnica de Bolaños, su estilo, te da una novela que parece hecha a chispazos, de fragmentos, de relatos de otras personas. En su tribular vertiginoso te lleva de aquí para allá, y a veces resulta difícil seguirle la pista. En fin, que la profundidad a Bolaños le importa un bledo, él nos presenta otra cosa.

A su favor también la descripción de los ambientes literarios. Es pura metaliteratura. Nos habla de poetas, de escritores, de poesía, de literatura… Desconozco si los personajes mencionados son reales, aunque no entiendo dichas menciones si no tienen un significado real, así que tengo que suponer que lo son.

Así como quien no quiere la cosa, Bolaños mezcla hábilmente un lenguaje de andar por casa con un vocabulario de lo más rico y variado. Nos introduce en el ambiente literario de una ciudad de Chile, nos presenta a varios poetas y luego llega el golpe de Estado contra el régimen de Allende. Uno de los poetas, Carlos Wieder, será el protagonista absoluto de la novela, la estrella distante digamos. Carlos Wieder era en realidad un piloto del ejército, y será uno de los más sanguinarios a la hora de ejecutar la primera represión. A decir verdad que el estilo desenfadado de Bolaños huye de todo dramatismo, de manera tal que nos cuenta un brutal asesinato con la misma calma que el acto de lavarse los dientes. Es su manera de ponerlo en relieve.

El dicho Wieder resultará ser un tipo de lo más estrambótico. Encarna el mal, pero lo hace de una manera peculiar. Piensa que su poesía es revolucionaria, pintar poemas efímeros en el cielo con el humo de su Messerschmitt 109. Satírico cien por cien; parece ser que dicho individuo existió en la realidad. Ya se sabe que la realidad supera la ficción.

Lo ordinario de la dictadura de Pinochet es reflejada de otras formas; seguro que a mí se me escapan multitud de matices.

Luego la novela adquiere tintes puramente detectivescos. Una vez que Wieder cayó en desgracia desapareció, pero hay pistas que apuntan a que debe estar en algún lado. Se trata de dar con él para hacer justicia, y la trama viaja por diferentes países hasta terminar en España.

  

sábado, 9 de diciembre de 2023

Atormentada tierra (1933), John Steinbeck

 


Buscando opiniones para contrastar con las mías, descubro que esta novela tiene como título original To a God unknow. Es la segunda novela del maestro. Ambientada en la conquista del Oeste pero sin grandes aspavientos, ni guerra con los indios ni violencia, nada que ver con el salvaje Oeste sino más bien con la tierra de las oportunidades. A diferencia de la vieja Europa, América es territorio virgen.

El protagonista, Joseph Wayne, sueña con tener tierras que pueda decir que son suyas, tierras para cuidar y prosperar, para formar una familia. Es la pasión por la tierra, el sueño americano que solo allí se hace realidad. Ese vínculo con la tierra protagoniza la novela, alcanzando matices míticos, animistas, religiosos, hasta el punto que el paisaje y las tierras son los verdaderos protagonistas.

Al mismo tiempo que sencilla, se trata de una historia misteriosa. En todo momento asistimos a un presagio de desgracia simbolizado por la sequía, azote que se repite de forma cíclica cada cierto número de años en la región. Lejos de ser spoiler, viene a ser un leit-motiv.

En el ínterin Joseph se casa, la familia crece, sus hermanos adquieren tierras a su lado y se va formando un pequeño pueblo. No vemos en esta novela ese interés de Steinbeck por las clases desfavorecidas, aunque sí se trata de ensalzar a las gentes humildes y al trabajo, el apego a la tierra.

Y poco más, un grupo de granjeros que no albergan otras ambiciones que prosperar gracias al trabajo duro. Sin embargo el protagonista, hombre ejemplar, simboliza la naturaleza hasta el extremo, dándose una simbología peculiar que refleja un profundo amor por los animales y los bosques. La religiosidad lo impregna todo, pero nada que ver con el cristianismo occidental, sino más bien con el modo de ver indio, el misterio de los manantiales, el poder de la lluvia, la personificación de los hombres en grandes árboles, animales que se comportan de forma misteriosa, sacrificios rituales...

Uno de los personajes describe así al protagonista. Sirva de ejemplo:


―No sé si existen hombres excepcionales o si algunos seres son tan humanos como para que los demás parezcan irreales. Quizá de vez en cuando nazca un ser sobrenatural. Joseph posee una enorme energía, tiene la serenidad de las montañas y su pasión es tan salvaje, fiera e intensa como el rayo y tan espontánea como éste, según mis conocimientos. Cuando estés lejos de él, trata de pensar en tu marido y te darás cuenta de lo que quiero decir. Su figura crecerá enormemente, hasta la cima de las montañas, y su fuerza será como el irresistible empuje del viento. Benjamín ha muerto. Uno no se puede imaginar a Joseph muriéndose. Él es eterno. Su padre falleció, pero aquello no era morir.

 

Y pese a lo que pueda parecer, una novela que se lee bien, fluida, que me ha dejado buenas sensaciones y ganas de volver a sus grandes obras.

 

 

viernes, 8 de diciembre de 2023

Leyendas de Guatemala (1930), Miguel Ángel Asturias.

 

No me llama demasiado la atención esa literatura hispanoamericana del siglo XX que se ha denominado habitualmente como revolución o “boom”. He leído aquí y allá novelas pero sin profundizar en demasía. He disfrutado de algunos autores y otros no tanto. Supongo que me interesa más la novela europea porque es más individualista y dada a la introspección. Supongo también que la literatura nace de una sociedad al tiempo que contribuye a su propia gestación, y la literatura latinoamericana tiene otros intereses que los europeos. Inestabilidad política y económica, problemas sociales, no vamos a descubrir los problemas de la deuda, el neocolonialismo.

La Rusia del XIX presenta una problemática peculiar que ha dado lugar a una porción de lo más selecto de la literatura universal. En cambio Latinoamérica se deshace en literaturas nacionales, quizás debido también a las diferencias que pueda haber entre Chile, Venezuela o México. Está todo por hacer. En todo caso, me agrada encontrarme de vez en cuando con esa literatura hermana nuestra, gracias a la cual el idioma castellano sigue pujante.

En el caso de Guatemala tenemos a Miguel Ángel Asturias, un buen ejemplo de esta literatura. Miguel Ángel tendrá la posibilidad de conocer Europa, o la obligación, según se mire, dado su situación como exiliado político.

Como viene a ser lógico, Miguel Ángel procede de las clases privilegiadas, por lo que recibió una amplia educación. Su actividad política fue siempre progresista, así como su literatura social, tendente a mejorar las condiciones de vida de las clases más humildes. Contra las dictaduras y en defensa de la cultura indígena, maya.

Precisamente se estrenó con las presentes leyendas, una manera de fijar la tradición oral.

 

«A mi madre, que contaba cuentos», reza la dedicatoria.

 

Guatemala es un buen cuento para empezar, una fusión de la cultura hispana y maya.

 

La carreta llega al pueblo rodando un paso hoy y otro mañana. En el apeadero, donde se encuentran la calle y el camino, está la primera tienda. Sus dueños son viejos, tienen güegüecho, han visto espantos, andarines y aparecidos, cuentan milagros y cierran la puerta cuando pasan los húngaros: esos que roban niños, comen caballo, hablan con el diablo y huyen de Dios. La calle se hunde como la hoja de una espada quebrada en el puño de la plaza. La plaza no es grande. La estrecha el marco de sus portales viejos, muy nobles y muy viejos. Las familias principales viven en ella y en las calles contiguas, tienen amistad con el obispo y el alcalde y no se relacionan con los artesanos, salvo, el día del apóstol Santiago, cuando, por sabido se calla, las señoritas sirven el chocolate de los pobres en el Palacio Episcopal.


En realidad varios de ellos se parecen, como el otro que se titula Leyenda del volcán. Es el ciclo de la muerte y el renacimiento, de la muerte de la cultura maya y el renacimiento con la conquista española; incluye la esperanza de un nuevo renacer. Estamos en los inicios del realismo mágico, del cual Miguel Ángel es un claro precursor.

Otras leyendas giran en torno a la lucha contra la opresión, contra el yugo de la injusticia. La liberación es posible. En la Leyenda del Sombrerón, se mezclan de manera surrealista tradiciones cristianas con otras mayas como es la del juego de la pelota.

La prosa de Miguel Ángel es enorme, fantasiosa, abigarrada, ebria, barroca incluso. Trata de poner en valor a las clases más humildes pero no se dirige a ellas. Esto dice de su prosa Paul Valery en una carta dirigida a Francis de Miomandre, traductor de las leyendas al francés:

 

“¡Qué mezcla esta mezcla de naturaleza tórrida, de botánica confusa, de magia indígena, de teología de Salamanca, donde el Volcán, los frailes, el Hombre Adormidera, el Mercader de joyas sin precio, las bandas de pericos dominicales, los maestros magos que van a las aldeas a enseñar la fabricación de los tejidos y el valor del Cero, componen el más delirante de los sueños!”

 

Francamente interesantes. Supongo que las leyendas, para llamar la atención fuera de Guatemala, tienen que estar bien escritas, y vaya si lo están.

martes, 14 de noviembre de 2023

Los Lusíadas (1572), Luis Vaz de Camoes

 

Los lusitanos, los portugueses, probablemente la obra más aclamada de la literatura portuguesa.

Nos situamos en el renacimiento portugués, que es tardío en comparación con los sus grandes descubrimientos navales, como sucede con la literatura española, posterior a su período de máximo esplendor. Sorprendentemente los acontecimientos históricos se entremezclan con elementos de la mitología clásica, y el objetivo fundamental es comparar a los portugueses con los grandes héroes de la antigüedad, diríase que igualarlos.

Según la leyenda los portugueses descienden de Luso, hijo del Dios Baco; Venus se erige protectora de los portugueses. A través de más de 1000 octavas se cantan las glorias de su pasado histórico, aunque el relato se articula alrededor de la primera expedición de Vasco de Gama a Oriente.

Hay que destacar al escritor, que a veces aparece en el relato, que surcó los mares de la India, fue poeta de la corte y perdió el ojo derecho combatiendo en Ceuta. Quizás sus problemas le vinieron de su carácter galán y pendenciero (¿paralelismos con Quevedo?) Castigado por matar a su rival en un duelo, fue enviado a la India, pasando de allí a Sumatra, las Molucas y Macao. Allí, en un naufragio, perdió a su amante china, y pudo salvar el manuscrito de su gran poema épico, que llevaba tiempo en marcha. Después de pasar un tiempo en la cárcel de Goa, regresa a Lisboa, donde publica su poema épico y apenas logra con él una modesta pensión, que no evita que muera en la mayor pobreza y oscuridad. Qué mal que nada más morir le llega inmediatamente el éxito. En España será muy popular, y en Portugal tendrá multitud de imitadores.

Camoes refleja fantásticamente su situación económica en estos versos:

 

Qué secreto tan arduo y tan profundo

Nacer para vivir, y para la vida

faltarme cuanto el mundo tiene para ella.

 

Del dinero, que a todos nos obliga

 

Abundan los pasajes de gran belleza.

 

Igual que ante el verdugo el condenado,

Que, vivo aún, la muerte ya ha bebido,

Pone el cuello en el cepo y resignado

Está esperando el golpe tan temido,

 

Múltiples referencias a Castilla. Camoes habla del pasado, pues Vasco de Gama es de una generación anterior al escritor. No en vano, en vida de Camoes Felipe II incorpora, por herencia, Portugal a Castilla. Las referencias a Castilla le valen para engrandecer a Portugal.

 

Es aquí donde está la noble España

Por cabeza de Europa reputada

 

Una lectura complicada, pero la excusa perfecta para explorar un poco la fabulosa (y nunca mejor dicho) historia de Portugal, la gran desconocida. No ha sufrido de una “Leyenda negra” como la nuestra. Tuvo Inquisición, esclavismo, expulsión de los judíos… pero no mantuvo una posición hegemónica al estilo de Castilla y se alió con Inglaterra, promotor de dicha Leyenda. Y sin embargo, a mi entender, la historia de Portugal, especialmente durante los siglos XV y XVI, merece mayor protagonismo.

 

jueves, 9 de noviembre de 2023

De Pavía a Rocroi. Los tercios españoles, (1999) Julio Albi de la Cuesta.

 


Es probable que en unos meses se inaugure en Madrid una estatua conmemorativa de los Tercios, los cuerpos de combate más importantes de toda la historia de España. La foto que figura abajo es una simulación. Resulta triste que apenas haya monumentos referidos a la gloriosa historia de España. No soy ni mucho menos nacionalista ni pretendo cantar las glorias de mi país, pero es esto algo que se da en cualquier otro país de nuestro entorno, desde Suecia a Portugal. Recorres cualquier pueblecito de Francia y ves por doquier monumentos a los caídos durante la Primera Guerra Mundial, mientras que en Inglaterra hay infinidad de estatuas a héroes como Nelson o Wellington. En cambio en España cuesta encontrar personas que conozcan el significado del Gran Capitán, y me atrevo a decir que una mínima parte de los españoles saben del Duque de Alba, mucho menos de Blas de Lezo o Bernardo de Gálvez. Nuestra historia es magnífica, y sirva esta reseña como granito de arena; diríase mejor para poner una pica en Flandes.

Cuando me llegan muchachos jóvenes a la librería buscando historia bélica, yo les recomiendo libros como éste. No es necesario acudir a combatir la inveterada baja autoestima de los españoles, pues ya de por sí los tercios ofrecen suficiente atractivo. Resulta increíble que una tropa que consiguió tantas victorias y tanta reputación durante dos siglos, ahora esté prácticamente olvidada incluso en su propio país.

Los tercios dominaron el escenario bélico europeo durante los siglos XVI y XVII. Ya no se discute que después de Rocroi los Tercios siguieron siendo durante décadas una temible fuerza de combate. Desde la baja edad media la guerra experimentó una significativa evolución que sitúa a la infantería como dueña y señora del campo de batalla. Las picas, los arcabuces y los mosquetes, despejan del cambo de batalla a los arqueros y la caballería, y en dicha evolución los tercios españoles tienen el protagonismo más absoluto.

 

Has de saber, hermana, que está en opiniones, entre los que siguen la guerra, cuál es mejor, la caballería o la infantería, y hase averiguado que la infantería española lleva la gala a todas las naciones.

Miguel de Cervantes.

 

En lo que a mí respecta, venía escuchando podcast variados sobre el tema, pero necesitaba tener un libro entre mis manos.

Me salgo un poco del tema de los clásicos literarios, como ya viene siendo habitual últimamente; se trata de dar rienda suelta a mis más que variados intereses. El tema bélico siempre me ha atraído. No debería necesitar decir, aunque resulta inevitable, que la guerra en sí me resulta despreciable. La historia bélica es tratada desde la antigüedad, por Tucídides de forma magistral por poner un ejemplo, y siempre deben entenderse los conflictos bélicos en su contexto político, económico y social. Viene al caso la famosa frase de Karl Von Clausewitz:

 

«La guerra es la continuación de la política por otros medios»

 

Se trataba el español prácticamente del único ejército permanente de Europa, y fue el primero en incorporar las innovaciones de las armas de fuego; de hecho lo hizo con verdadero entusiasmo. Al igual que otros ejércitos, dependía también de mercenarios, pero los Tercios eran el núcleo duro del ejército, y su carácter era único. Durante su existencia los Tercios apenas tuvieron oposición. Sus derrotas se magnifican por su escaso número, pero como luego le sucedió a Francia, o Alemania, la lucha en multitud de frentes, la ambición de sus objetivos, terminan por agotar a un Estado español incapaz de financiar una política que estaba por encima de sus posibilidades.

 

Obediencia difícilmente compatible con orgullos casi enfermizos y con valores ciegos, y por tanto doblemente necesaria. Por ejemplo, el tercio ha debido de ser una de las pocas unidades en las que se temía la desorganización que los soldados introducían al forcejar por los puestos de primera línea en combate, o en las que se castigaba a un hombre mandándole a retaguardia en día de batalla. O donde con el fin de estimular a los hombres para que se armasen bien, se les recordaba que las primeras hileras estaban reservadas a los mejor equipados. O donde se condenaran expresamente los ataques sin órdenes, por ser tan frecuentes y se intentaba evitar que se desafiase a los enemigos a singular combate con la inapelable sentencia de que hacerlo es cosa de “bisoño”.

Obediencia que únicamente se podía romper cuando el oficial daba instrucciones de abandonar un punto que todavía podía defenderse.

Obediencia, en fin, orientada a evitar el exceso de coraje, disciplinándolo y obteniendo de él el máximo rendimiento que incluía, como algo evidente en sí mismo, la lucha hasta el último hombre, aunque solo cuando fuese preciso, pero siempre que lo fuere.

Junto a ella, una aplastante confianza en la propia superioridad, frente a cualquier enemigo y en cualquier circunstancia, forjada en un palmarés único de victorias, y un quebradizo sentido del honor de una fuerza que, hombre por hombre, no admitía superiores. Incluso había soldados que desdeñaban servir a las órdenes de un oficial por no considerarle lo bastante hidalgo. Ciertamente, era una tropa espléndida, pero casi imposible de mandar.

 

Podrían apuntarse mil anécdotas o fragmentos. Este libro no es un acercamiento a los tercios, sino que se trata de un completo manual. Se puede dejar de lado algún capítulo que no nos interese, hacer hincapié en otros, llevar a cabo una lectura de lo más amena e interesante.

 

España mi natura, Italia mi ventura, Flandes mi sepultura.

 

Los griegos tuvieron sus falanges, Roma sus legiones, y España sus tercios. Siempre mal pagados, siempre blasfemando bajo los coletos atravesados por una cruz roja…

 

En sus filas formaban desde grandes de España a Lazarillos de Tormes, desde capitanes surcados de cicatrices a mochileros adolescentes componiendo un vasto patio de Monipodio presidido por un fanático sentido del honor, que les permitiría sufrir todo, menos que les hablaran alto.


sábado, 4 de noviembre de 2023

Comentarios de la guerra de las Galias (51 a. C.), Cayo Julio César

Multitud de personajes han destacado en la historia de la humanidad, y probablemente pocos alcancen la talla de Cayo Julio César. Nadie duda de que fue un excepcional general comandando legiones, pero al mismo tiempo fue un extraordinario gobernante, un hombre hábil para navegar en las procelosas aguas de la política romana.

Pero además de convertirse, sin paliativos y, dadas las difíciles circunstancias, en el primer hombre de Roma, lo más increíble si cabe fue otra de sus facetas, pues Julio César es considerado un destacado hombre de letras, lo que se dice un intelectual. Se trata, por tanto de un hombre polifacético en grado sumo. Cierto que no podemos juzgarle en su integridad y de modo directo porque no se han conservado obras ajenas al género historiográfico. Parece ser que escribió varios poemas, una tragedia, un tratado de astronomía y otro acerca de los augures y los auspicios.

En cuanto a las obras históricas que nos han llegado, se habla de su originalidad, de tal manera que, lejos de imitar a otros, será digno de imitación. Son redactadas sin asistencia de persona alguna. Su estilo es sobrio y preciso. Fijaos cómo comienza el relato:

 

La Galia está dividida en tres partes: una que habitan los belgas, otra los aquitanos, la tercera los que en su lengua se llaman celtas y en la nuestra galos. Todos éstos se diferencian entre sí en lenguaje, costumbres y leyes.

 

A mí particularmente lo que más me ha llamado la atención es que se trata de un relato que busca la neutralidad. El narrador habla en tercera persona, de modo que César aparenta no escribir sobre sí mismo. El estilo no es grandilocuente ni siquiera un tanto expresivo, se limita a narrar los acontecimientos de una manera extraordinariamente concisa, sin hacer juicios de valor. En ningún momento se expresan sentimientos ni se intentan reflejar acciones grandiosas de las tropas. Esto resulta en verdad raro, pues las acciones bélicas son extraordinariamente complejas.

El texto es bastante corto para todas las campañas que son referidas, y a mi modo de ver su lectura necesita una compensación en forma de contexto geográfico, algún comentario adicional de fechas y localizaciones para poder entender las acciones militares.

Se ha escrito mucho acerca de la verdadera razón de César para escribir esta obra. No parece un diario de guerra porque no habla en primera persona. Se supone que trató de engrandecer su persona haciendo llegar sus hazañas al pueblo de Roma, su principal objetivo (es el adalid del partido de los populares). Esto explicaría su carácter poco emocionado, totalmente desapasionado esas victorias tan enormes ante un rival difícil, un auténtico alarde de objetividad en pro de intereses políticos.

Obviamente César no escatimó herramientas para convertirse en Rey de Roma. Cualquier ayuda era bienvenida dada la mala opinión que se tenía en Roma de la figura, del Rey. Valga como ejemplo que fue un Bruto quien acabó con Tarquinio el Soberbio y un sucesor lejano, pero sucesor, otro Bruto, el que de alguna manera acaudilló el asesinato de César.

Estos objetivos personales también sirven para explicar la sencillez de la prosa, pues César dirigía sus escritos a un público que o no sabía leer, y no a la elite intelectual y aristocrática.

Ni mucho menos pretendo poner a César en cuestión, pero es probable que su prosa haya sido engrandecida por sus hazañas. Desde luego yo no soy capaz de leer en latín. Sí que puedo comparar, por poner un ejemplo, el presente texto con La guerra del Peloponeso, de Tucídides, y concluir que César lleva a cabo un simple relato de acontecimientos mientras que Tucídides va mucho más allá, hablando de las causas de la guerra e incluso de la manera en que las gentes entienden y asimilan la historia.

Viene al caso aquí que a lo largo de la historia se han llevado a cabo exitosas campañas propagandísticas en contra o a favor de determinados personajes. Nosotros bien podemos hablar de la leyenda negra que ha oscurecido gran parte de la historia de España. Pero todavía vienen más a colación personajes tan vilipendiados como Nerón o Calígula, emperadores que hoy en día están siendo rehabilitados por la historia de su imagen de monstruos, una historia que siempre llega dictada por la mano de los vencedores.

En fin, una lectura para disfrutar, que en otro tiempo sufrí en un esfuerzo vano por aprender unos precarios rudimentos de la que fue nuestra lengua. No olvidemos que nosotros, los españoles, también fuimos Roma.