¿A
quién le va a interesar una reseña de este libro tan raro? Doy por hecho que
nadie la va a buscar. Y quien lo busque difícilmente dará con él. Esto no es sino apunte de mis lecturas. No leo novedades.
Por lo general no busco o compro los libros que leo. Caen estos en mis manos en
tareas libreras, y me decido por uno u otro. Si pudiera escoger, seguro
escogería mejor, y este libro no es precisamente un dechado de perfección. En
todo caso, de todos los libros se aprende, y a mí este me ha dejado una buena
semblanza del medievo español del siglo X.
Primero
de todo hablar del autor, para mejor definir el texto. Se trata de un hombre de
la iglesia y de afinidades falangistas; participa en la Sección Femenina y es
director de la revista Flechas y Pelayos. Sus últimos años los pasa en un
retiro dorado, como primer abad del monasterio de la Santa Cruz del Valle de
los Caídos. Autor de numerosas biografías de Santos y otros libros tanto de
tipo religioso como histórico, entre ellos el que nos ocupa.
La historia de Fernán González es tratada en tono épico, así que las pretensiones históricas se entremezclan con el mito. Cierto que Fray Justo parte de las fuentes históricas, como por ejemplo la crónica de Sampiro, al tiempo que las contrasta, demasiado someramente, con las crónicas árabes, como es el caso de la de Ibn Jaldún. Al mismo tiempo utiliza la versión del buen Conde que nos dan los Cantares de Gesta. Estamos hablando de los orígenes de la literatura castellana, el Mester de Clerecía, el Poema de Fernán González.
En
resumidas cuentas, sería interesante poder contrastar lo leído con alguna buena
obra histórica más moderna, que seguro que hago en breve porque el período histórico es apasionante. Procuro entresacar lo
más valioso del texto, y es que la utilización de las Crónicas nos orienta muy
bien a la hora de reflejar la sociedad del momento. La utilización de
formulismos a la hora de nombrar al Conde Fernán González como vasallo del Rey
de León es muy ilustrativa, así como la enorme importancia de las donaciones
que se hacen a los monasterios. En torno a ellos se cultiva la tierra, se
construye la prosperidad ganadera, se copian libros antiguos y florecen las
escuelas de miniaturistas. En torno a los monasterios se organizan los nuevos
núcleos de población que luego serán municipios florecientes.
Y en este contexto se mueve el conde, el héroe castellano por excelencia, el creador de Castilla como tal. Hombre de carácter, no duda en enfrentarse con cristianos o musulmanes, aunque en este libro parece que su fervor religioso supera a todo lo demás. A su muerte Castilla sigue siendo vasalla de León, pero de modo simplemente nominal, porque no solo es un reino independiente, sino también próspero.
Pese
a todos los peros, he llevado a cabo una lectura rápida, divertida y
provechosa. En cambio, las novelas históricas me aburren. ¿Que si recomiendo el libro? ¿Dónde lo iban a encontrar los lectores? Es una auténtica rareza.
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