jueves, 13 de julio de 2017

El gran Gatsby (1925), de F. Scott Fitzgerald.




En mi primera infancia mi padre me dio un consejo que, desde entonces, no ha cesado de darme vuelta por la cabeza.

«Cada vez que te sientas inclinado a criticar a alguien ―me dijo― ten presente que no todo el mundo ha tenido tus ventajas…»

Magnífico comienzo, qué duda cabe, para una novela que termina diluyéndose en una historia que mezcla el amor con tintes de novela negra, personajes curiosos e impertinentes, millonarios, fiestas, alcohol…
Estructura impecable, prosa barroca que usa admirablemente de la comparación:

―sorbió la bebida como si fuera una gota en el fondo de un vaso―.


…durante una hora lo estuve mirando, como Kant el campanario de su iglesia.

No tengo nada que reprochar a la novela, pero cierto que mis expectativas se hincharon en exceso después de una introducción que abusa de extraordinarios fuegos de artificio:

Y ahora llevaría de nuevo a mi vida todas aquellas cosas, convirtiéndome, otra vez, en el más limitado de todos los especialistas: «el hombre muy cultivado». Esto no pretende ser un epigrama; al fin y al cabo, desde una sola ventana se contempla mejor la vida.

No es de extrañar que Fitzgerald barajara la posibilidad, entre otras, de titular a la novela Trimalción, pues las veladas pantagruélicas nos traen inmediatamente al recuerdo la prodigalidad de El Satiricón de Petronio, salvando la diferencia de que los romanos nos superaron ampliamente con respecto al tratamiento liberal de la naturaleza del sexo. Desenfreno y caos, en definitiva, en la próspera América de los felices años 20.

La estructura no es fácil, pero tampoco obliga al lector a prestar una atención excesiva para seguir un hilo argumental diáfano. No obtuvo el éxito comercial esperado, pero es que las predilecciones del público lector son imprevisibles. Quizás la novela, pese a su corta extensión, resulta densa, requiere una pausa a la hora de leer para captar aquello que no se dice.
La presencia del narrador, que se supone el propio Fitzgerald, es magnífica, hilo conductor del relato tanto en lo que respecta a la estructura como al hilo argumental. Hay que entender al narrador a partir de la subjetividad que transmite a toda la novela. Un buen ejemplo está en sus opiniones acerca del propio Gatsby, que varían a lo largo de la narración:

Sonrió comprensivamente, mucho más que comprensivamente. Era una de esas raras sonrisas, con una calidad de eterna confianza, de esas que en toda la vida no se encuentran más que cuatro o cinco veces. Contemplaba, parecía contemplar por un instante el Universo entero, y luego se concentraba en uno con irresistible parcialidad; comprendía a uno hasta el límite en que uno deseaba ser comprendido, creía en uno como uno quisiera creer en sí mismo, y aseguraba que se llevaba la mejor impresión que uno quisiera producir.



Durante el último mes quizá había hablado con él media docena de veces y, con gran desilusión, advertí que tenía poco que decir. Así es que mi primera impresión de que se trataba de una persona de indefinida importancia de desvaneció gradualmente para convertirse, simplemente, en el propietario del suntuoso palacio vecino de mi casa.

El cinismo de los personajes y el tratamiento de la hipocresía me han recordado a Henry James en algunos pasajes aunque, a mi modo de ver, Fitzgerald no está, ni mucho menos, a la altura de James. Cierto que el estilo de Fitzgerald se distingue por sí solo, por su contundencia:

Una especie de disculpa volvió a ascender a mis labios, porque cualquier demostración de absoluta confianza en sí mismo logra, por mi parte, un asombrado tributo de admiración.

Pero soy lento en el pensar, estoy lleno de normas interiores que actúan como frenos sobre mis deseos.

Todos creemos que, como mínimo, poseemos una virtud capital; la mía es ésta: soy una de las pocas personas honradas que he conocido.

No encuentro un tema. Tampoco me creo a algunos de sus personajes. Me chirrían especialmente dos, que son los protagonistas, el narrador, Carraway, y el propio Gatsby.
No resulta fácil escribir una reseña de una novela tan desconcertante y polifacética. No sé, quizás me ha faltado algo. Es probable que en un futuro aborde alguna otra aventura de Fitzgerald para tratar de ver si hay algo más tras los fuegos de artificio de la industria hollywoodiense. Seguro que si vuelvo a leer esta misma novela saldrá una reseña completamente diferente, pero ahora me he quedado un tanto perplejo, reflexionando acerca de cómo los clásicos llegan a alcanzar su condición, ya sea porque nos hablan del alma humana o porque nos describen una sociedad que siempre se nos muestra cínica aunque cambien las formas.

2 comentarios:

  1. A mí me parece una historia fascinante. Creo que trata de como los ricos, con apellidos conocidos, ricos de cuna, siempre salen victoriosos por muchas que sean sus faltas. Utilizan a todos los que tienen a su alrededor para conseguir sus fines y luego los abandonan a su suerte para ellos seguir disfrutando de sus privilegios. Así la tonta Daisy Buchanan se aprovecha de Nick y de Gatsby para satisfacer su vanidad de niña tonta, pero al final vuelve con su marido que es el que le proporciona la situación.
    Y no basta ser rico para librarse del maleficio. Gatsby lo es y ya vemos como acaba. Hay que tener alcurnia, apellido y pertenecer a la "nobleza" neoyorkina.
    He leído también "Suave es la noche" y "El último magnate". Me gusta mucho Fitgerald. Creo que se ha ganado de sobra la calificación de clásico.
    Un abrazo.

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    1. Pues volveré con Fitzgerald más o menos pronto. Tengo que reconocer que me dan desconfianza los fuegos de artificio, los juegos de palabras. Procuro hacer una crítica lo más alejada posible del prejuicio, sin apoyarme en la crítica literaria establecida siempre que me sea posible. Es algo personal ;) que para nada llevo al límite. Acostumbro a equivocarme a cada rato; eso no es problema porque crezco.
      Que Fitzgerald y su novela son "clásicos" está fuera de toda duda. Probablemente es "insano" replanteárselo, pero disfruto en la tarea.
      Abrazo de vuelta y agradecido por la visita.

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