martes, 1 de octubre de 2019

Lluvias primaverales, (1872), Iván Turguéniev




Conocer a Turguéniev está siendo toda una experiencia, una más en el entorno de la magnífica literatura rusa. No pidáis mucho a una reseña; que sea mi entusiasmo el que hable.

Quiso el destino que pararan en mis manos novelas tan semejantes en cuanto al tamaño y la temática. Según la Wikipedia Primer amor fue escrita doce años antes que Lluvias primaverales. Sin embargo, ambas parecen cortadas por el mismo patrón, escritas de forma sucesiva. Las dos tienen una introducción que uno olvida nada más penetrar en la trama, que solamente al final recuerda por alusión. Diríase que las historias se sostendrían igualmente a falta de introducción y conclusión. La obsesión que las dos obras reflejan es semejante, en las dos destaca la presencia de una mujer de enorme personalidad, seductora, dominante, amoral. En el otro lado un hombre inocente, derrotado por la mujer, que nada puede hacer pese a que enarbola un arsenal de principios. Un montón de titulares para la crítica literaria.



No os dejéis llevar por el argumento. Puede que la temática no vaya contigo, lector (conmigo tampoco va), pero el tratamiento de los personajes y del tema son tan magistrales que hacen que la temática vaya mucho más allá, hasta abarcar el comportamiento humano en general. Las grandes novelas no destacan por el argumento sino por el modo en que lo manejan.

Desde un principio no pude dejar de comparar Primer amor con Lluvias primaverales. Hice de menos la segunda, pero la novela no deja de crecer, crescendo contenido hasta el clímax final, no menor por previsible.

El protagonista también parece el mismo, el propio autor, que ha dejado de ser adolescente para convertirse en un apuesto muchacho. La Zenaida de Primer amor da paso a María Nikolaievna.



Sanin no dudó ni un momento en que su presencia en el salón del «príncipe Pólozov» era bien conocida por la dueña; todo consistía en llamar la atención, mostrar sus cabellos, que realmente eran bonitos. Sanin, en el fondo, se alegró incluso de esta salida de la señora Pólozov; a lo mejor han querido asombrarme, que brillase ante mí, ¿quién sabe?, y tal vez no ponga reparos al precio de la finca. Su alma estaba hasta tal punto llena de Gemma, que todas las demás mujeres ya no significaban nada para él; apenas si se fijaba en ellas, y esta vez se limitó a pensar: «Sí, me han dicho la verdad; esta señora es guapa.»



Comienza la novelilla con una cita reveladora, sobre la fugacidad del tiempo:



Cual lluvias primaverales,

Los años alegres,

Los días felices,

Pasaron como una exhalación…

(De un antiguo romance)



El argumento se puede reducir a unos pocos párrafos. Sanin, un muchacho joven de la aristrocracia rusa, que se puede permitir el lujo de viajar por Europa, conoce en Frankfurt, de forma casual, a una joven perteneciente a una familia humilde, de la cual se enamora.



Gemma no se aburría y por lo visto estaba satisfecha; pero Sanin no reconocía en ella a la Gemma de antes: no es que la empañara una sombra ―nunca su belleza había sido tan radiante―, pero su alma parecía haberse escondido dentro.



La situación alcanza un primer clímax cuando se produce una excursión, y en ella una situación incómoda que termina en duelo, y este a su vez desemboca en un compromiso entre los enamorados que rompe con todas las barreras.

La felicidad está a la vuelta de la esquina, pero la joven pareja necesita dinero para casarse y entonces aparece en escena la exuberante María Nikolaievna, que se propone, como un capricho, cazar al apuesto muchacho.

Quien tema al spoiler que no lea clásicos, porque desde el momento mismo de la aparición de María Nikolaievna el lector ya sabe lo que va a ocurrir, y sin embargo se entrega ávidamente a la lectura porque necesita saber cómo se va a producir la seducción.

A mi modo de ver es la seducción, el personaje de María Nikolaievna y el contraste con el joven idealista Sanin, el núcleo de la novela. De poco sirve seleccionar un fragmento:



Se puso a discutir, por lo que ella se alegró mucho secretamente, ya que discutir significaba que cedía o cedería. Atraído por el cebo, picó y ya no mostraba timidez. Ella objetaba, reía, se mostraba de acuerdo, quedaba pensativa, atacaba…; mientras tanto, su cara y la de ella se acercaban, sus ojos ya no se apartaban de los de ella… Esos ojos vagaban, como si dieran vueltas en torno a sus rasgos, como respuesta, él la sonreía cortésmente, pero sonreía. Ya había logrado lanzarle a temas abstractos, a razonar sobre la pureza de las relaciones recíprocas, sobre el deber, la santidad del amor y del matrimonio… Es cosa sabida: estas abstracciones sirven muy bien como comienzo…, como punto de partida…



El relato de la fatalidad es tan vívido, tan real, que pareciera como si el mismo Turguéniev en persona nos estuviera contando un lance de su propia vida. Qué hay de real o de imaginario en esta historia no me importa. Lo que realmente me fascina es que la novela es más real que la propia vida.

No tardaré en leer Padres e hijos, que la crítica suele situar como la mejor novela del maestro ruso. Suelo desmarcarme de las opiniones de la crítica, lo cual puede ser un prejuicio. Desde luego que por el momento, y solamente con las dos novelas que he leído, ya sitúo al maestro ruso a la altura de los más grandes.

Se trata de dos novelas de reducido tamaño, que se leen en dos sentadas. La experiencia me ha enseñado que las grandes esencias se guardan en frasco pequeño, y, salvo excepciones, considero que estas novelas magistrales que alcanzan las cien páginas aproximadamente, poseen una unidad y calidad insuperables. Desde luego que hay lectores que valoran en mucho más que yo el tamaño de las novelas.


4 comentarios:

  1. Gracias por la reseña.
    También yo he vivido 'Lluvia de primavera' con mucha intensidad. Terminé anoche la novela y me dejó abatido, la verdad. Hacía tiempo que no sentía semejante cercanía con los personajes, sobre todo con Sanín (en mi edición lo escriben con tilde, no sé) y Gemma. Uno siente como propios esos momentos de felicidad inocente a través de los cuales se va fraguando, inapreciablemente, el amor entre ambos. Y cuando uno termina la obra siente como si esos episodios remotos le hubiesen pertenecido de alguna manera, como si hubiese sido uno mismo quien pasó y dejó atrás, para siempre y de forma irrevocable, esos momentos felices.

    Empecé a leer este libro sin ninguna expectativa (ni buena ni mala, simplemente con cierta curiosidad indiferente) pero la impresión que deja en mí es considerable.

    Un saludo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Un placer escucharte. Releo mi reseña y me decepciona un poco la propia reseña, al tiempo que me vuelvo a emocionar al recordar una lectura que no tardaré en recuperar. Para esto sirve el blog.
      Resulta estimulante verse reflejado en otros lectores. Es una novela que, por la temática, cualquiera diría que no merece la pena acercarse a ella, y sin embargo es un relato absorbente, que te hace partícipe de la historia. Así sucede cuando los genios nos hablan de sí mismos. Yo también la abordé con expectativas bajas.
      Saludos

      Eliminar
  2. Tengo el mismo libro y otro que tiene la misma temática. Quisiera saber si estos libros si son de alguna colección. Saludos cordiales.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. No entiendo tu pregunta. La temática es recurrente en Turgueniev, aunque con variantes.
      Saludos

      Eliminar