martes, 18 de marzo de 2014

Diógenes Laercio. Vidas, opiniones y sentencias de los filósofos más ilustres.

         
  La consideración de clásico para este libro es más cuestionable que en otros casos. Desde luego que no es literatura, sino más bien un ensayo u obra de historia de la filosofía. Su trascendencia radica en que nos ha llegado prácticamente completa (data del siglo III d. C.) y, de no ser por ella, ignoraríamos una parte importante de la filosofía clásica y primera, la de la antigüedad.
            Lo bueno, para unos, y lo malo, para otros, de esta obra, es que se caracteriza por su falta de rigor filosófico. Contiene un poco de filosofía, si, y muchas anécdotas y chismes que luego han sido contrastados con otras versiones y que nos permiten acercarnos, con admirable detallismo, a la personalidad de los filósofos más afamados de la antigüedad.
            No va a ser esta una entrada larga, como las otras, pues no voy a recomendar, ni mucho menos, su lectura. El que sienta curiosidad porque ya la conozca, un día u otro la abordará, y el que solamente a través de estas líneas la conozca difícilmente encontrará en ella entretenimiento digno de mención. Creo que es más su valor humanístico que literario, para aquellos que consideren el saber como un fin en sí mismo. A menudo oí hablar de que se trataba de una lectura amena, pero a mi modo de ver eso solamente se dará en el caso de andar picoteando entre capítulos, porque de hacerse una lectura lineal puede resultar agotador.
            Por supuesto será útil a aquellos que gusten de la historia, pues nos hace ver que por mucho que cambie la tecnología, las aspiraciones y los vicios de los hombres son hoy los mismos que hace 2500 años, y con toda probabilidad serán. A mi, que he estudiado y leído mucha filosofía como parte de la Licenciatura en Humanidades, particularmente me ha servido para conocer a filósofos ilustres que antes desconocía, con lo cual mi visión de la filosofía griega y latina se ha enriquecido en gran manera. A partir de ahora, qué duda cabe que haré más hincapié en filósofos no tan afamados pero no por ello menos importantes en su tiempo.
 
            He leído el libro gracias al préstamo de la biblioteca, pero trataré de adquirirla en alguna feria de libros o similar, porque me apetece leerla sin orden, picoteando aquí y allá y subrayando pasajes y sentencias como las que siguen:

-¿Cómo sufrirá uno más fácilmente sus infortunios? Viendo a sus enemigos peor tratados de la fortuna (Tales).
-Las leyes, como las telarañas; pues éstas enredan lo leve y de poca fuerza, pero lo mayor las rompe y se escapa (Solón).
-No te familiarices con los malos (Solón).
-Era cosa difícil ser bueno (Pítaco).
-Contra el hombre malvado debe salir el bueno bien armado (Pítaco).
-A un hombre impío que le preguntó qué cosa es piedad no le respondió palabra. Y como éste le dijese cuál era la causa de no responderle, dijo: callo porque preguntas cosas que no te pertenecen (Biante).
-En tus prosperidades no te ensorbebezcas, ni en las adversidades te abatas de ánimo (Cleóbulo).
-Todo lo consigue el trabajo (Periandro).
-Sorprendido en el campo de improviso riéndose solo, se le preguntó por qué reía sin haber nadie presente. - por eso mismo, -respondió (Misón).
-¿Por qué los filósofos visitan a los ricos y no al revés?: Porque los filósofos saben los que les falta, pero los ricos no (Aristipo).
 -No es pernicioso el entrar, sino el no poder salir, contestó cuando le reprendieron el entrar a un prostíbulo (Aristipo).
               -Era mejor caer en poder de cuervos, que en el de aduladores; pues aquellos devoran los muertos, éstos los vivos (Antístenes).
-Aconsejaba a los atenienses hiciesen un decreto de que los asnos eran caballos; y teniendo ellos esto por cosa irracional, dijo: "Pues entre vosotros también se crean generales de ejército que nada han estudiado, y sólo tienen en su favor el nombramiento (Antístenes).
 -A uno que le decía: "Muchos te alaban", le respondió: "Pues yo ¿qué mal he hecho? (Antístenes).
 -Conviene precaverse de los enemigos, pues son los primeros en notar nuestros pecados (Antístenes).
-En más se ha de tener un justo que un pariente (Antístenes).

3 comentarios:

  1. Desde siempre los clásicos me han dado pavor. No los leía por el mero hecho de que no creía estar suficientemente capacitado para entenderlos. Alguien que me conoce mejor que yo mismo, me regaló el libro El mundo de Sofia, de Jostein Gaarder. A partir de aquí me vi con el suficiente valor para leer a Platón, Sófocles, Ovidio, Eurípides... Y me sorprendí a mi mismo, pues además de entender el significado de sus textos, disfruto con su lectura.
    Y este en concreto, que no conozco, me ha despertado la curiosidad por lo que comentas de que los vicios de los hombres son hoy los mismos que hace 2500 años, y con toda probabilidad serán. O sea, de evolución poca cosa.

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  2. Así sucede mi buen amigo, que los clásicos cuesta afrontarlos pero luego nos dan doble satisfacción. Como digo, la lectura de este libro pienso que debe ser selectiva, para disfrutarla con plenitud. Ojalá te guste. Aprovecho para decirte que tengo pendiente de leer Ulises de Joyce, pero esperaré a encontrar el momento de ánimo adecuado para abordarlo.

    Un saludo
    Rubén

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  3. Una entrada muy completa. Enhorabuena. Abrazos.

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