Antes
que lector es uno persona, y reconozco que la duda en mí es una constante. No
es esto necesariamente negativo, sino que una vez asumido hay que tratar de
sacarle el máximo provecho. Otros lectores albergan una mayor seguridad, pero
no quiere ello decir que estén, ni mucho menos, libres de prejuicio. Del
prejuicio hay que estar siempre precavido porque acecha constantemente, está
siempre ahí aunque no lo veamos, es un mal necesario. En este caso he tenido
que luchar en todo momento para evitar comparar a Edith Wharton con Henry
James, y aun así la comparación ha sido inevitable porque sus trayectorias se
juntaron en su tiempo y hoy la crítica los mete en el mismo saco. Edith Wharton
escribe bien, qué duda cabe, pero Henry James es especial.
Al
mismo tiempo empecé la lectura de La solterona y Ethan Frome, pero esta última
se impuso fácilmente a la primera. Son dos novelas cortitas, nouvelle. De todas
maneras he intuido en ambas un intenso trabajo por presentar a los personajes
de manera correcta a la vez que original, lo cual es de agradecer. Huye
constantemente Edith de la linealidad usando de todo tipo de requiebros
técnicos para presentarnos a los personajes: mediante diferentes narradores y flash
back fundamentalmente. A mi modo de ver podría haber entrado perfectamente en
la historia sin rodeos, pero sus razones tendría la autora, y precisamente no
escatima ella misma en explicaciones concretas.
El
prólogo de la autora a la edición de 1922, que incluye la edición de ALBA, me
ha parecido fantástico, y debo decir que la faceta crítica de Edith me llama
más la atención que su novelística propiamente dicha. Fijaos en este fragmento:
Todo
novelista ha recibido alguna vez la visita de fantasmas que le insinúan buenas
situaciones falsas, temas-sirena que atraen su barca hacia las rocas; se oyen
más sus voces y se contempla su espejismo marino al cruzar el desierto sin agua
que le espera a la mitad del camino de cualquier obra que tenga entre manos. Yo
conocía muy bien los cantos de esas sirenas, y muchas veces me había atado a mi
monótono trabajo hasta que se alejaban del alcance del oído, llevándose, quizá,
entre sus velos multicolores, una obra de arte perdida para siempre. Pero no me
dieron miedo en el caso de Ethan Frome. Era el primer tema que abordaba con
plena seguridad en su valor, para lo que me proponía, y con relativa fe en mi
capacidad de transmitir al menos parte de cuanto veía en él.
Y
termina su prólogo explicándose a sí mismo. No tiene desperdicio:
He
escrito este breve análisis (el primero publicado hasta ahora sobre uno de mis
libros) porque creo que lo único que puede interesar algo al lector como
introducción de un autor a su obra es por qué decidió escribir la obra en
cuestión y los motivos que le llevaron a elegir determinada forma y no otra. El
artista ha de sentir casi instintivamente estos objetivos fundamentales, los
únicos que pueden formularse de modo explícito, y obrar en consecuencia, antes
de que se introduzca en su creación ese algo más imponderable que hace que la
vida circule por ella y la proteja un tiempo de su decadencia.
La
historia narrada, la trama, no tiene nada del otro mundo, pero al personaje
central difícilmente lo olvidaremos. ¿Y de qué está hecha la literatura sino de
personajes? Cierto que no os veréis arrastrados de aventura en aventura, ni
siquiera seréis testigos de sucesos grandilocuentes dignos de figurar en
efemérides alguna, pero si eres paciente, lector, disfrutarás de esta lectura
y, lo que es más importante, la recordarás. Sirva también de acicate que apenas
son 100 páginas y que se leen de un tirón.
No
es necesario contaros la trama; la encontráis sin problemas a través de Google.
Sin embargo, me da que el siguiente párrafo de la novela define perfectamente
tanto al personaje como a la historia en sí:
Le
atormentaban confusas ideas de rebelión. Era demasiado joven, demasiado fuerte
y estaba demasiado lleno de la savia de la vida para aceptar sin más la
destrucción de sus esperanzas. ¿Debía desperdiciar todos sus años al lado de
una mujer amargada y quejumbrosa?
Soy una amante de los clásicos, así que me anoto éste libro para próximas lecturas y tu blog para grandes reseñas y recomendaciones :D .
ResponderEliminarMariana is Reading ¡espero verte por allá!
No he leído Ethan Frome, pero sí "La solterona" y "La edad de la inocencia" (esta hace muchos años). Estoy de acuerdo contigo: no hay grandes acontecimientos, pero los personajes y los sentimientos que los mueven están muy bien tratados y las novelas son de lectura casi obligada para todo amante de la literatura.
ResponderEliminarUn abrazo.
Tuve un despiste con los comentarios. No volverá a pasar pues los dejaré abiertos. Saludos tardíos.
ResponderEliminarNo te preocupes, para despistes los míos. Yo los tuve cerrados una temporada, pero después de los despistes y de que un par de veces, con el móvil, quise dar a publicar y di a eliminar, decidí dejarlos abiertos.
EliminarUn beso.