Consta
mi edición del relato largo La balada del café triste, y de seis relatos más,
de carácter variopinto. Podría decir que son relatos prescindibles, pero nos
apetece adentrarnos en el universo de la maestra. Dos de ellos tratan de
música, lo cual no es ajeno al lector de Carson McCullers. Otros personajes son
un tanto extraños, lo cual también nos encaja, un jockey en el crepúsculo de su
carrera, un desconocido que le relata a un muchacho una historia sobre el
significado del amor, un hombre que cuida de su esposa alcohólica.
Sucede
que cada relato es un mundo en sí mismo. Parece a algunos lectores que la
lectura de relatos es más suave y superficial; quizás sea más exigente que la
lectura de novela, pues hay que hacerse con ambiente y personajes en un corto
espacio de tiempo. Se pueden leer sin más objetivo que disfrutar. Inevitable
detenerse en el más largo de todos, el que da nombre al compendio.
De
nuevo topamos con personajes excéntricos. El personaje de la protagonista lo
ocupa todo, Amelia, que podríamos definir como un marimacho. Es alta, fuerte,
no solo viste como un hombre, sino que se comporta como tal. Es la más rica y
poderosa del pueblo, pero también la más fuerte y temida entre todos sus
conciudadanos.
Amelia atrae y se ve atraída por personajes extravagantes. Se casa con el hombre más díscolo del pueblo y su matrimonio apenas dura diez días. Desaparece el personaje para aparecer años después, tras hacer fama en el mundo de la delincuencia y un largo tránsito por la cárcel. De buenas a primeras aparece en el pueblo la tercera pata del triángulo amoroso, un enano deformado por una joroba con un carácter muy especial que encandila a nuestra Amelia.
Solo
la pluma de Carson McCullers puede generar un fantástico relato de semejantes
mimbres. Un relato de cien páginas imprescindible, para degustar, diríase
humorístico. Por mi parte, he subrayado multitud de fragmentos. He aquí uno
cualquiera que habla del jorobado, y sirva para ilustrar lo bien que Carson
envuelve a sus personajes:
Existe
un tipo de personas que tienen algo que las distingue de los mortales
corrientes; son personas que poseen ese instinto que solamente suele darse en
los niños muy pequeños, el instinto de establecer un contacto inmediato y vital
entre ellos y el resto del mundo. El jorobado era, sin duda alguna, de este
tipo de seres. No llevaba en el almacén más de media hora, y ya se había
establecido un contacto entre él y cada uno de los hombres.
Dicen
por ahí que Carson describe el amor como nadie. Será por el destino que une a
la extravagante protagonista, Amelia, con el enano jorobado que dice ser su
pariente. Como dijimos, otro de los relatos del compendio tiene al amor como
protagonista absoluto. En fin, no juzguen por fragmentos como este y lean
cualquier clásico de McCullers. Es una auténtica pasada.
En
primer lugar, el amor es una experiencia común a dos personas. Pero el hecho de
ser una experiencia común no quiere decir que sea una experiencia similar para
las dos partes afectadas. Hay el amante y hay el amado, y cada uno de ellos
proviene de regiones distintas. Con mucha frecuencia, el amado no es más que un
estímulo para el amor acumulado durante años en el corazón del amante. No hay
amante que no se dé cuenta de esto, con mayor o menor claridad; en el fondo,
sabe que su amor es un amor solitario. Conoce entonces una soledad nueva y
extraña, y este conocimiento le hace sufrir. No le queda más que una salida,
alojar su amor en su corazón del mejor modo posible; tiene que crearse un nuevo
mundo interior, un mundo intenso, extraño y suficiente. Permítasenos añadir que
este amante del que estamos hablando no ha de ser necesariamente un joven que ahorra
para un anillo de boda; puede ser un hombre, una mujer, un niño, cualquier
criatura humana sobre la tierra.