lunes, 2 de agosto de 2021

El lobo estepario (1927), Hermann Hesse

 


No es aconsejable, ni tan siquiera cuerdo, hacer gala de la duda como guía de cada una de nuestras acciones. Cierto que la duda se sitúa en el culmen de lo racional, pero los humanos, por lo general, no nos conducimos de semejante manera. Así sucede que soltamos afirmaciones sin detenernos en la reflexión, y las tornamos razonamientos por el solo hecho del contexto o la similitud. No ha mucho tiempo, al hilo de la presente novela, un lector se apenaba por Hesse considerando que había llevado una vida desgraciada y solitaria. Lo comparaba con los casos de Kafka o Dostoievski. No otra cosa podía desprenderse de su legado literario. Yo, sin estar del todo de acuerdo, lo deje ir, por eso de que la duda resulta a menudo impertinente. Pero la reflexión persistió; incluso motivó a la relectura. Los grandes escritores suelen ahondar en sus propias obsesiones. No en vano escriben para conocerse, para completarse, para ser, en el más pleno sentido de la palabra. Eso no quiere decir que sean más o menos infelices que el resto; tampoco lo contrario. Ellos no nos hablan de todas las facetas de sus vidas sino que ponen el hincapié en los aspectos que han marcado las principales encrucijadas. Desde ahí toman senderos imaginarios y usan de su talento de las formas más variopintas. Sin conocer la biografía del maestro, sí que puedo asegurar que su vida fue más rica y afortunada que la de muchos mortales. Conoció las mieles de la fama, viajó, vivió en varios países y pudo dedicar tiempo a sus pasiones, ni más ni menos que tres matrimonios, hijos… Los hombres compartimos más semejanzas que diferencias. La felicidad es relativa.

Divagaciones aparte, el Hesse escritor lo tiene todo, una honda temática que nos remueve por dentro al tiempo que usa de su talento para conceder al lector una trama que atrapa. Obvio que Hesse fue un gran lector.

Se observan los vaivenes del escritor en el uso de un narrador ajeno, que quizás no fuera necesario, imprescindible para nada, pero que sirve para engatusar al lector, para dotar de amenidad a los temas más trascendentales. La novela se compone de unos manuscritos creados por el propio protagonista y leídos por el sobrino de la propietaria de la habitación que alquila nuestro buen Harry Haller. La novela se estructura en apartados titulados tal que así: “Anotaciones de Harry Haller. Sólo para locos”. Además, otra parte se titula: “Tratado del lobo estepario. No para cualquiera”, en el cual se analiza la complejidad psicológica del protagonista desde un punto de vista externo y digamos que científico. Historias dentro de otras historias, como muñecas rusas.

 

Érase una vez un individuo, de nombre Harry, llamado el lobo estepario. Andaba en dos pies, llevaba vestidos y era un hombre, pero en el fondo era, en verdad, un lobo estepario. Había aprendido mucho de lo que las personas con buen entendimiento pueden aprender, y era un hombre bastante inteligente. Pero lo que no había aprendido era una cosa: a estar satisfecho de sí mismo y de su vida. Esto no pudo conseguirlo. Acaso ello proviniera de que en el fondo de su corazón sabía (o creía saber) en todo momento que no era realmente un ser humano, sino un lobo de la estepa.

 

Le sucedía lo que les sucede a todos; lo que él, por un impulso muy íntimo de su ser, buscó y anheló con la mayor obstinación, logró obtenerlo, pero en mayor medida de la que es conveniente a los hombres. En un principio fue su sueño y su ventura, después su amargo destino. El hombre poderoso en el poder sucumbe; el hombre del dinero, en el dinero; el servil y humilde, en el servicio; el que busca el placer, en los placeres. Y así sucumbió el lobo estepario en su independencia.

 

Todo sucede en el transcurso de escasos meses, durante los cuales todo apunta a que su vida alcanzará un punto culminante. Luego hay una segunda parte en la cual Harry Haller se encuentra con una serie de personas que parecen irreales, arquetipos humanos. Y todo termina en un Teatro Mágico que se abre a múltiples interpretaciones.

Pese a la complejidad que presenta la novela, se deja leer. Se puede seguir el hilo narrativo sin darle demasiadas vueltas y disfrutar sin más de grandiosos fragmentos, así como de múltiples vías para la reflexión.

 

¿Cómo no había o de ser un lobo estepario y un pobre anacoreta en medio de un mundo, ninguno de cuyos fines comparto, ninguno de cuyos placeres me llama la atención? No puedo aguantar mucho tiempo ni en un teatro ni en un cine, apenas puedo leer un periódico, rara vez un libro moderno; no puedo comprender qué clase de placer y de alegría buscan los hombres en los hoteles y en los ferrocarriles totalmente llenos, en los cafés repletos de gente oyendo una música fastidiosa y pesada; en los bares y varietés de las elegantes ciudades lujosas, en las exposiciones universales, en las carreras, en las conferencias para los necesitados de ilustración, en los grandes lugares de deportes; no puedo entender ni compartir todos estos placeres, que a mí me serían desde luego asequibles y por los que tantos millares de personas se afanan y se agitan. Y lo que, por el contrario, me sucede a mí en las raras horas de placer, lo que para mí es delicia, suceso, elevación y éxtasis, eso no lo conoce, ni lo ama, ni lo busca el mundo más que si acaso en las novelas; en la vida, lo considera una locura. Y en efecto, si el mundo tiene razón, si esta música de los cafés, estas diversiones en masa, estos hombres americanos contentos con tan poco tienen razón, entonces soy yo el que no la tiene, entonces es verdad que estoy loco, entonces soy efectivamente el lobo estepario que tantas veces me he llamado, la bestia descarriada en un mundo que le es extraño e incomprensible, que ya no encuentra ni su hogar, ni su ambiente, ni su alimento.

 

Parece ser que el libro vino motivado por una crisis que aturdió el entendimiento del maestro en el tránsito de un matrimonio al otro. Obvio que tuvo problemas de adaptación a la sociedad, incapacidad que conforma el núcleo de la novela. De una manera peculiar Hesse nos ofrece a un hombre aislado que recurre a la música, a la lectura y al alcohol como formas de evitar una desesperación suicida. De ahí la crisis, el lobo estepario que responde de forma huraña y violenta ante el olor de la humanidad.

En todo caso, esta situación traumática no quiere decir en modo alguno que fuera un fiel reflejo de lo vivido por el maestro. Por lo general los grandes genios suelen exacerbar sus obsesiones, hasta exprimir de ellas todo su jugo, lo cual no significa que se trate de una autobiografía. Sería absurdo identificar Harry Haller con Hermann Hesse. Estoy seguro de que el lector los identifica sin pestañear, sin pararse a meditar. Lo mismo pasa con Kafka y Gregorio Samsa. Sí, pero no.

El propio Hesse se quejó de que su obra fue mal interpretada. Se han escrito ríos de tinta sobre cualquiera de sus novelas, más sobre esta en particular. Quizás sea esta su novela más conocida, y supongo que los lectores se acercan a Hesse por la vía equivocada. Muchos otros se acercan vía Siddhartha, que a mi modo de ver tampoco es la elección más afortunada, pero es que el acto de la lectura es muy particular.

 

 

6 comentarios:

  1. Hace unos días que lé una novela negra de la noruega Karin Fossum, "Yo veo en la oscuridad". En ella el protagonista es un insatisfecho con el mundo en que vive, un solitario, un fantaseador y ejecutor real de algunas de sus imaginaciones que como no puede ser de otra manera en el caso de una novela negra se traducen en asesinatos que perspicaces policías esclarecerán en el curso de la historia. Pues bien, el personaje huraño y solitario trajo a mi cabeza a este Harry Haller aunque es evidente que entre ellos hay muchas diferencias, pero no me extrañaría que la escritora tuviese en su cabeza la novela de Hesse cuando ideó su relato. Vete tú a saber. Yo quise creerlo según leía a Karin Fossum.
    Un abrazo

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  2. Muy curioso lo que cuentas, Juan Carlos. Quién sabe. A decir verdad que nuestro buen Harry Haller atentaba solamente contra su vida, aunque en la parte final, durante el "Teatro mágico" hay cierta violencia, no sé si onírica porque la acción, la trama intrigante, no es el fuerte de Hesse. En todo caso, lo de "lobo estepario", lo de personaje huraño,... a mi modo de ver Harry Haller es más bien un tipo amable y simpático, el tipo que más bien puede pasar por aquel que jamás ha roto un plato.
    Pero fíjate, me das pie a otras reflexiones. Es fácil crear un thriller, un tío excéntrico, asesinatos múltiples, causas psicológicas, resolución de un crimen... En cambio crear una novela de un tipo excéntrico que no trata sino de buscarse a sí mismo... y conseguir una trama dinámica... ¡Eso es genio!
    Abrazo de vuelta.

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  3. Leí muchos libros de Hermann Hesse en mi juventud. Curiosamente el que más huella me dejó fue Demian que leí un par de veces. El mito de Caín y Abel siempre ha sido una debilidad para mí. El lobo estepario fue el que más me costó. Me resultó oscuro y un poco agobiante, aunque te hablo de hace tanto tiempo (1978)…
    Un beso.

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    1. Las novelas de Hesse han calado hondo en muchos jóvenes, y en otros no tan jóvenes también. Todavía sigue funcionando muy bien porque en definitiva retrata a una determinada juventud que busca desaforadamente buscar un camino infringiendo toda norma restrictiva del intelecto. Por algo fue enemigo del nazismo, aunque en realidad fue enemigo declarado del militarismo alemán del kaiser durante la primera guerra mundial. Para mí es "Bajo las ruedas" la novela que más me impactó. Es probable que la haya leído más de media docena de veces, sin exagerar.
      Besos

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  4. Luego de muchos años volví a los libros de Hermann Hesse. En noviembre releí El lobo estepario, por mayo de este año me embarqué en Demian, luego vino El último verano de Klingsor. Hace pocas semanas leí por primera vez Leyendas medievales, un librito que me esperaba desde hace unos años en mi biblioteca. La lectura y relectura me resultaron gratificantes. Siento que los libros de Hesse son como espacios retornables a los que uno acude como a una casa querida, una casa en donde te quieren. Supongo que en breve vendrá Siddhartha. Nunca leí Bajo las ruedas, es, creo, una deuda conmigo mismo. Ya lo solucionaré, espero que pronto. Saludos desde el Perú.

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    1. Se podría decir que la obra de Hesse es bastante coherente, sin grandes altibajos, que los hay. Otros autores solamente tienen uno o dos títulos verdaderamente buenos y bajan mucho de calidad en el resto. Hesse tiene varios títulos de gran valor. También destacaría "Escritos sobre literatura", una recopilación de ensayos sobre literatura, la lectura, crítica literaria... Es difícil de localizar. Yo los conservo fotocopiados, encuadernados y bien subrayados.
      Abrazo.

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