lunes, 2 de enero de 2017

Washington Square, de Henry James (1881).




 Afronto la primera lectura “larga” de James reflexionando acerca de una opinión de Cormac MacCarthy al respecto. Advierto que no es otra cosa que un extracto de la Wikipedia, donde se dice:

En una de las pocas que ha concedido (al New York Times), McCarthy es descrito como un “gregario solitario”, revelando que no simpatiza con autores que no “tratan las cuestiones de la vida y la muerte”, citando a Henry James y Marcel Proust como ejemplos. “No los entiendo”, ha declarado, “En mi opinión, eso no es literatura”.


 
Personalmente me intereso mucho acerca de este tema. Se trata de una actividad (la de leer) a la que dedico bastante tiempo, y lo que me extraña es que haya tantas personas que le dediquen infinitamente más tiempo que yo y no reflexionen acerca de ello. Supongo que hay que relativizar, porque cada lector inicia su búsqueda en solitario; nos trazamos objetivos diversos y unos se detienen por el camino mientras otros avanzan a la búsqueda del Santo Grial.
Nada más que plantear la duda, y aprovecharla como resorte para avanzar en esta nota sobre otro trabajo de Henry James. Desde luego que James nos habla de la vida más que de la muerte, y nos retrata con su meticulosidad y exquisitez habitual tramas, costumbres y personajes por igual. Valga como ejemplo de su enorme genio el siguiente párrafo, nada más comenzar la novela:

En un país donde, para obtener una posición en sociedad, resulta indispensable que uno se gane sus ingresos, o haga creer que se los gana, el arte de curar parece combinar en alto grado las dos fuentes de crédito reconocidas. Pertenece al terreno de lo práctico, lo que en sí ya es una gran recomendación en los Estados Unidos, y está iluminada por la luz de la ciencia, mérito este muy apreciado en una comunidad en la que el amor al conocimiento no siempre ha estado acompañado del ocio y de oportunidades propicias.

Cierto que hay diferencias con respecto a sus nouvelle, en cuanto a que James, curiosamente, no escatima detalles. Lejos de su tradicional afición a dejar cabos sueltos, aquí James nos lo explica todo con pelos y señales. Fijaos que ni siquiera hay un desenlace sorprendente; falta el típico golpe de efecto de las nouvelle de James pero tampoco lo echamos en falta.
Los tres personajes que componen esta especie de triángulo amoroso entran en escena armoniosamente para dar paso de inmediato al cuarto personaje en discordia. El espacio novelesco es reducido, perfectamente encasillable en una escena teatral, una familia rica pero bondadosa y ejemplar: el tremendo doctor Sloper es el padre de la víctima, Catherine, la señora Penniman, hermana del doctor y alcahueta, y Morris Townsend el pretendiente sin escrúpulos. Cualquiera diría que tenemos a la vista una telenovela. ¡Quién me hubiera dicho a mí, con estos elementos, que iba a disfrutar de la trama! Y es que se trata de una historia pequeña y sencilla, ágil y franca, nada complicada teniendo en cuenta mi trayectoria con respecto a Henry James.
A mí me ha gustado mucho. He oído comentarios diversos con respecto a esta novela, muchos de ellos negativos. Quizás la he disfrutado porque estoy atento a la técnica, y es que James es un maestro de la puesta en escena. Quizás, si solamente hubiera estado atento a la trama, me hubiera podido resultar en exceso almibarada, no lo sé. Durante su lectura he recordado a Flaubert y su Madame Bovary.
 
La ciudad de New York pasa desapercibida; es todavía una ciudad provinciana.

En New York no hay otro remedio; tiene uno que mudarse cada tres o cuatro años. Así dispondrá uno siempre de las últimas comodidades. Eso se debe al rápido crecimiento de la ciudad, que se va extendiendo hacia el norte.

La introspección, la definición de una persona con pocas palabras, es fascinante.

Catherine no entendió todo lo que había dicho; su atención estaba concentrada en observar la facilidad de maneras de Marian y su flujo de ideas, y en la contemplación del joven, notablemente bien parecido.

Ya conocemos el gusto de Henry James por los diálogos inteligentes, y el que sostiene el padre, el doctor Sloper, con el galán inmisericorde, es magistral. Valga como ejemplo una frase con la que el doctor Sloper sintetiza certeramente el carácter de su oponente, Morris Tonsend:

―No tengo el menor temor de que se pase la vida esperando, usted nació para disfrutar de la vida.

Cada uno de los personajes recibe un trato exquisito. Podríamos considerar que son arquetipos humanos, pero nada más lejos de tal ordinariez porque son personajes individuales y reales. Quizás sea el doctor Sloper el que más me ha fascinado porque es más complejo de lo que parece. Valga como ejemplo esta frase con la cual define a su propia hija sin misericordia:

Pero la muda elocuencia de la pobre muchacha lo irritaba más que cualquier otra actitud que hubiera podido tomar, y en ocasiones se descubrió murmurando que era una desgracia que su única hija fuera una idiota.

Cierto que me ha dejado muchas dudas, y siento que necesitaría de una segunda lectura para elaborar una síntesis crítica más precisa, pero valgan las buenas sensaciones que me ha dejado la novela para seguir explorando a James, un maestro del que se pueden sacar más conclusiones que del más afamado de los talleres literarios.

4 comentarios:

  1. La leí hace unos meses para una tertulia en Facebook y me pareció genial. ese párrafo acerca del ganarse la vida y la ciencia, yo también lo resalté. Es magnífico y totalmente contrapuesto a lo que se pensaba en España por aquella época en que lo que daba prestigio era vivir sin trabajar.
    Respecto a las declaraciones de Cormac MacCarthy, he de decir que me parece muy buen autor, algunas de sus novelas me han gustado mucho, pero su "Trilogía de la frontera" la dejé en el segundo libro, cosa que no me ha sucedido con Proust cuya "En busca del tiempo perdido" he leído casi dos veces.
    Pero bueno, tiene que haber gustos para todo.
    Un beso.

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    1. A mi modo de ver entre lo mejor que he leído de James, aunque he de decir que me queda mucho por leer.
      En cuanto a McCarthy, terminaré por leer todo lo que ha escrito. Dicha frase viene de la wikipedia, y quién sabe. Tampoco hay que hacerle mucho caso. De McCarthy siempre destaqué su visión del "destino". No es más que una idea mía. He buscado el tema que mueve a McCarthy y creo que es el destino, pues en sus novelas hay un no sé qué que lleva a cada personaje a hacer lo que hace sin que pueda mediar otra solución.
      Besos; agradecido por tus comentarios.

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  2. Estupenda reseña. Respecto al comentario de McCarthy... Bueno, por regla general los escritores "consagrados" son bastante dogmáticos en cuanto a su concepción de lo que es y no es literatura. A veces parecen como niños de colegio. Recuerdo un Sant Jordi en el que mi hoy esposa se hizo una foto con Terenci Moix, en la mesa había otros escritores, de un escalón de ventas inferior, no te puedes imaginar los comentarios que les escuché del tipo "Mira ese, si escribiera como posa ante una cámara..." La cita no es textual pero si el tono. Saludos!

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    1. Interesante tu cita, muy ilustrativa. Yo soy de la consideración de que los escritores son, por encima de todo, personas, con sus más y sus menos como en todos los oficios. Hay que desmitificar.
      Con respecto a McCarthy, quizás hay que situarnos en un contexto que desconocemos. No se trata más que de una cita. Muchas veces digo yo, ante temas concretos y complejos, que eso requiere de una charla relajada con un café o cerveza ante sí, para poder explayarse y argumentar.
      Un abrazo David.

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