¿En
qué consiste la crítica literaria? ¿Acaso es algo más que mera opinión? ¿Hay una
crítica más válida que otra?
Son
estas las preguntas que se hace un aficionado como yo, que no un académico, y
conste que no dispongo ni del tiempo ni del interés necesarios para llevar a
cabo un análisis a fondo que solo puede ser ejecutado desde el ocio o como
medio de vida.
Nabokov
no se molesta en responder a estas preguntas, pero las respuestas se leen entre
líneas. Nabokov es un lector excelente que se limita a construir una crítica
propia desde unas premisas más o menos determinadas.
En
todos mis cursos abordo la literatura desde el único punto de vista en que la
literatura me interesa, esto es, el punto de vista del arte perdurable y el
genio individual.
Nabokov
hace un análisis de lo que él entiende por arte. Obviamente ha vivido la
revolución soviética. Quizás por ello rechaza todo tipo de literatura
comprometida, o quizás el rechazo venga de algo más hondo aún. Nabokov lo que
hace es analizar las novelas a su antojo, y ¡de qué manera! Por eso esta reseña,
para dejar huella, testigo para curiosos que gusten de enredarse en la madeja de
los entresijos de la lectura, y esto de la mano de un excelente lector a la par
que escritor de genio como Nabokov.
A
mí, personalmente, me ha parecido encontrar una enorme similitud entre lo que
postula en su crítica literaria y lo que nos muestra en sus propias novelas.
Desde
luego que muchos lectores no estarán de acuerdo con sus críticas, pero lo que
no podemos negar es que Nabokov enarbola coherencia.
Hay
que distinguir lo «sentimental» de lo «sensible». Un sentimental
puede ser una perfecta bestia en sus ratos libres, Una persona sensible no será
nunca cruel. El sentimental Rousseau, a quien se le saltaban las lágrimas ante
una idea progresista, distribuyó sus muchos hijos naturales entre diversos
hospicios y asilos, y jamás se le dio una higa de ellos. Una solterona
sentimental puede mimar a su loro y envenenar a su sobrina. El político
sentimental puede acordarse del Día de la madre y aniquilar implacablemente a
un rival.
El
mismo Nabokov nos advierte, en varios fragmentos, que muchos lectores
(académicos incluidos) no estarán de acuerdo con sus afirmaciones.
Por
poner un ejemplo, Nabokov es tremendamente crítico con Dostoyevski.
Mi
posición con respecto a Dostoyevski es curiosa y difícil. En todos mis cursos
abordo la literatura desde el único punto de vista en que la literatura me
interesa, esto es, el punto de vista del arte perdurable y el genio individual.
Desde ese punto de vista, Dostoyevski no es un gran escritor, sino un escritor
bastante mediocre; con destellos de excelente humor, separados, desgraciadamente,
por desiertos de vulgaridad literaria.
Quiero
volver a insistir en que Dostoyevski era más dramaturgo que novelista. Lo que
sus novelas representan es una sucesión de escenas, de diálogos, de cuadros
donde se reúne a todos los participantes, y con todos los trucos del teatro,
como la scène à faire, la visita inesperada, el respiro cómico, etcétera.
Consideradas como novelas, sus obras se desmoronan; consideradas como obras de
teatro, son demasiado largas y difusas, y están mal equilibradas.
¡Ojo!
No hay que caer en el prejuicio. Nabokov siempre deja claro el nivel de su
propia crítica.
Ahora
bien, yo voy a hablar con detenimiento de una serie de artistas verdaderamente
grandes; y es en ese nivel elevado donde hay que criticar a Dostoyevski. Tengo
demasiado poco de profesor académico para dar clase sobre temas que no me
gusten. Estoy deseoso de desmitificar a Dostoyevski. Pero me doy cuenta de que
el sistema de valores que ello implica puede desconcertar a los lectores que no
hayan leído mucho.
La
repetición de palabras y frases, el acento obsesivo, la banalidad al cien por
cien de todas las palabras, la elocuencia de charlatán vulgar son elementos
característicos del estilo de Dostoievski.
Dostoyevski
no llegó a sacudirse nunca la influencia que habían ejercido sobre él la novela
europea de misterio y la novela sentimental. La influencia sentimental
implicaba ese tipo de conflicto que a él le gustaba: situar a personas
virtuosas en situaciones patéticas y después extraer de esas situaciones hasta
la última gota de patetismo.
Dostoyevski
consigue mantener la atención del lector porque sabe hacer tramas intrincadas,
edifica sus puntos culminantes y sostiene sus suspenses con maestría consumada.
Pero si vuelven a leer ustedes una obra suya que hayan leído, de modo que
conocen las sorpresas y complicaciones de la trama, en seguida se darán cuenta
de que aquel suspense que experimentaron durante la primera lectura
sencillamente se ha esfumado.
Puedes
estar de acuerdo o no con su crítica, pero no se puede negar que cada una de
sus contundentes afirmaciones está acompañada de fragmentos.
Al
mismo tiempo que las críticas negativas, Nabokov va exponiendo los ¿puntos
fuertes? que han hecho que Dostoyevski haya sido tan leído:
Pero
la trama en sí está bien desarrollada, con muchos recursos ingeniosos que
sirven para prolongar el suspense. A mí algunos de esos recursos me parecen, en
comparación con los métodos de Tolstoi, como mazazos frente al toque ligero de
los dedos de un artista, pero hay muchos críticos que no suscribirían esta
opinión.
Antes
hablé del método que sigue Dostoievski en la presentación de sus personajes,
diciendo que es el propio de un dramaturgo. Al introducir a éste o aquél da
siempre una breve descripción de su aspecto, y después rara vez lo vuelve a
mencionar. Por lo tanto sus diálogos suelen estar libres de esos incisos que
emplean otros escritores: la mención de un ademán o cualquier detalle alusivo
al marco.
Turguéniev
sale un poco mejor parado que Dostoyevski
Sus
novelas y relatos se componen básicamente de conversaciones situadas en
distintos ambiente, descritos con mucho encanto; conversaciones sustanciosas y
dilatadas, interrumpidas por deliciosas biografías y delicados cuadritos de la
campiña. Pero cuando se aparta de su costumbre para contemplar la belleza fuera
de los viejos jardines de Rusia, se pierde en una melifluidad insoportable. Su
misticismo es de ese género plástico pintoresco lleno de perfumes, brumas
flotantes, retratos antiguos que podrían cobrar vida en cualquier momento,
columnas de mármol y cosas por el estilo. Sus fantasmas no ponen la carne de
gallina, o sí la ponen, pero de puro malos.
La
crítica de Nabokov es divertida, como podéis comprobar aquí.
Tolstoi
es el mayor escritor ruso de ficción en prosa. Dejando aparte a sus
predecesores Pushkin y Lérmontov, podríamos enumerar así a los más grandes
artistas de la prosa rusa: primero, Tolstoi; segundo, Gógol; tercero, Chéjov;
cuarto, Turguéniev.
Esto
es un poco como calificar exámenes, y sin duda Dostoyevski y Saltikov estarán
esperándome a la puerta de mi despacho para pedir explicaciones por sus bajas
notas.
A
mí, personalmente, me gustan Dostoyevski y Turguéniev, pero no puedo negar que
cuando vuelva a leerlos (de hecho estoy leyéndolos bajo la influencia de
Nabokov) lo haré desde una óptica enriquecida.
Por
otro lado, aunque consideréis inapropiada su crítica, es más importante valorar
que Nabokov los ha leído con detenimiento y pasión, y digo yo, ¿acaso se le
puede hacer mayor homenaje a un escritor?
Interesante su visión de Dostoyevski, pero estoy de acuerdo con él. Para mí, Tolstoi es muy superior. Es el ruso que más he leído. De hecho, todo lo que he abordado de Tosltoi, incluyendo sus dos grandes novelones, "Ana Karenina" y "Guerra y Paz", lo he culminado con agrado, pero de Dostoyevski he sido incapaz de leer alguna de sus grandes obras como "Los hermanos Karamazov".
ResponderEliminarUn beso.
Precisamente yo, antes de comenzar con Nabokov, tenía entre manos "Los hermanos Karamazov". Yo tengo que reconocer que me agrada Dostoievski, que tiene algo, ese enajenamiento de sus personajes que me agrada. Por lo demás, la crítica de Nabokov a Dostoievski me parece muy acertada, y ahora estoy disfrutando nuevamente de la lectura, a partir de esos "errores" que apunta Nabokov.
EliminarY como tú, Tolstoi... está por encima del resto, suma cualidades que pocos otros alcanzan.
Un beso