Sin ser fan de Borges, ni mucho menos, he
disfrutado de esta colección de pequeños relatos. Podríamos decir que Borges
prioriza el continente sobre el contenido.
Nos avisa el propio autor, en el prólogo a la primera edición, que «No son, no tratan de ser, psicológicos». Sumamos esta confesión: «Abusan de algunos procedimientos: las enumeraciones dispares, la brusca solución de continuidad, la reducción de la vida entera de un hombre a dos o tres escenas».
Nos avisa el propio autor, en el prólogo a la primera edición, que «No son, no tratan de ser, psicológicos». Sumamos esta confesión: «Abusan de algunos procedimientos: las enumeraciones dispares, la brusca solución de continuidad, la reducción de la vida entera de un hombre a dos o tres escenas».
En
el prólogo a la edición revisada de 1954 abunda en la materia y define su
propia obra como “barroca”: «Yo diría que barroco es aquel estilo que
deliberadamente agota (o quiere agotar) sus posibilidades y que linda con su
propia caricatura»; «el siglo XVIII lo aplicó a determinados abusos de la
arquitectura y de la pintura del XVII; yo diría que es barroca la etapa
final de todo arte, cuando éste exhibe y dilapida sus medios».
Valga
como perfecto ejemplo este fragmento que hay que leer con detenimiento:
Perfilados
bien por un fondo de paredes celestes o de cielo alto, dos compadritos
envainados en seria ropa negra bailan sobre zapatos de mujer un baile
gravísimo, que es el de los cuchillos parejos, hasta que de una oreja salta un
clavel porque el cuchillo ha entrado en un hombre, que cierra con su muerte
horizontal el baile sin música. Resignado, el otro se acomoda el chambergo y
consagra su vejez a la narración de ese duelo tan limpio.
Borges
es plenamente consciente de que su pequeño compendio de relatos no tiene otro
valor que el de un entretenido juego literario, e insiste en ello.
«Son el
irresponsable juego de un tímido que no se animó a escribir cuentos y que se
distrajo en falsear y tergiversar (sin justificación estética alguna vez)
ajenas historias».
«Los
doctores del Gran Vehículo enseñan que lo esencial del universo es la vacuidad»
A
mí me ha gustado especialmente la parte dedicada al libro de Herbert Asbury, Gangs
of New York: An informal History of the Underworld (obviamente Borges no se vio
contaminado por la fabulosa película de Scorsese). También me ha llamado la
atención Hombre de la esquina rosada, que me ha llevado a la siguiente
reflexión: ¿deberíamos traducir a Borges? Digamos que se trata de una pregunta
retórica con obvia respuesta, pero como observo que hay un amplio segmento de
la población española a favor de subtitular hasta la Roma de Cuarón…
Borges repudiaria en la madurez su época barroca, exageradamente rococó. Como los delirios del ultraismo, que cultivó en un Madrid revivido por las letras, y en compañía de su maestro, Cansinos Assens. En las formas,la capital seguía siendo provinciana, pero tanto Borges como Norah, estrujaron sus vivencias aquí. De todas formas, incluso en sus formas más abigarradas, siempre celebro la prosa de Borges. Quizá linea por linea el mejor escritor en español y por qué no de todas las literaturas, en el siglo XX. Para mi El Aleph es el mejor relato de ciencia ficción, que es mucho decir. Muchas gracias por tu bitácora, amigo. Con que gusto nos desmigajas el tuétano de estos clásicos imprescindibles.
ResponderEliminarAgradecido yo por que te detienes un momento. Tampoco tengas en mucha estima las reseñas, pues yo solo leo y comento lo que me sale, con mayor o peor fortuna.
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