Lolita,
luz de mi vida, fuego de mis entrañas. Pecado mío, alma mía. Lo-li-ta: la punta
de la lengua emprende un viaje de tres pasos desde el borde del paladar para
apoyarse, en el tercero, en el borde de los dientes. Lo.Li.Ta.
Varias
ideas clave me han rondado durante la emocionante lectura de esta obra maestra.
La primera obvia, la identificación entre Nabokov y el personaje protagonista,
Humbert, que no Lolita, porque Humbert escribe en modo autobiográfico y es su vida
la que ocupa toda la novela. Lolita es tan solo su idealizada “nínfula”,
Humbert su esclavo. Para los que lean esta novela y piensen que para escribirla
se tiene que ser necesariamente pederasta, tendrán también que considerar que
para escribir La defensa se tiene que ser necesariamente un genio del ajedrez,
y Nabokov no pasa de ser un gran aficionado. Por si no lo saben, La defensa es
la mejor novela que he leído (y dudo que leeré algo que se le arrime) sobre el fabuloso
juego del ajedrez.
En
mi cuidada edición de Círculo de Lectores, Biblioteca de Plata, hay unos
apéndices que no tienen desperdicio para entender la construcción interna de la
novela. Al parecer (20 años antes) Nabokov hizo un esbozo de la novela ambientado
en Europa.
La
segunda idea clave, agarrar una obsesión y llevarla hasta sus últimas
consecuencias. El tratamiento de la pederastia no se queda ni mucho menos en la
superficie; muy al contrario, a lo largo de sus páginas se ve analizado en toda
su extensión y profundidad.
Las
hembras humanas que me era permitido utilizar no servían sino como agentes
paliativos. Estoy dispuesto a creer que las sensaciones provocadas en mí por la
fornicación natural eran muy semejantes a las conocidas por los grandes machos
normales ayuntados con sus grandes cónyuges normales en ese ritmo que sacude el
mundo. Lo malo era que esos caballeros no habían tenido vislumbres de un deleite
incomparablemente más punzante, y yo sí… La más turbia de mis poluciones era
mil veces más deslumbrante que todo el adulterio imaginado por el escritor de
genio más viril o por el impotente más talentoso. Mi mundo estaba escindido. Yo
percibía dos sexos, y no uno; y ninguno de los dos era mío.
En
nuestra era de las luces no estamos rodeados de pequeñas bellezas esclavas que
pueden recogerse al azar, entre los negocios y el baño, como solía hacerse en
días de los romanos. Y no usamos, como los orientales en tiempos más lujosos, a
menudas anfitrionas antes, después y entre el cordero y el sorbete de rosas. Lo
esencial es que el antiguo vínculo entre el mundo adulto y el mundo infantil ha
sido escindido en nuestros días por nuevas costumbres y nuevas leyes.
El
protagonista nos puede parecer un demonio. El mismo Humbert trata de
justificarse; incluso hay un tratamiento de su mal considerado como manifiesta
locura. No sé, pueden ustedes comparar con aquellos que hoy en día están siendo
descubiertos bajo el traje del santo magisterio de la Iglesia. A mí personalmente
Humbert no me ha causado repulsión.
¡No
somos demonios sexuales! ¡No violamos como los buenos soldados! Somos
caballeros tristes, suaves, con ojos de perro, lo suficientemente bien
integrados como para controlar nuestra ansiedad en presencia de adultos, pero
dispuestos a dar años y años de vida por una ola oportunidad de tocar una
nínfula. Hay que remarcarlo: no somos asesinos. Los poetas nunca matan.
Y
por último, como tercera idea clave, está la diferenciación entre continente y
contenido. Yo siempre priorizo el contenido sobre el continente. Me interesa
más lo que hay en el interior del frasco que el frasco propiamente dicho, pero
en el caso de Nabokov destacan ambos por igual. Doy por descontado que os
habéis dado cuenta de qué Nabokov tiene algo que decir. Al mismo tiempo su
lenguaje es elegante, sutil hasta el extremo, barroco. Hay que tener en cuenta
que Nabokov disfrutó en su infancia y juventud de las envidiables condiciones
que significaban pertenecer a la aristocracia rusa, en su caso niñeras y
maestros que le regalaron el dominio de varias lenguas, inglés incluido. En
1917 llega el exilio y las estancias en diversos países europeos hasta llegar a
los Estados Unidos de América. El mismo Nabokov nos lo cuenta:
Mi
tragedia privada, que no puede ni debe, en verdad, interesar a nadie, es que he
debido abandonar mi idioma natural, mi libre, rica, infinitamente libre lengua
rusa, por un inglés mediocre, desprovisto de todos esos aparatos ―el
espejo falaz, el telón de terciopelo negro, las asociaciones y transiciones
implícitas― que el ilusionista nativo, agitando las colas de su frac, puede
emplear mágicamente para trascender a su manera la herencia común.
No
me cabe duda de que próximas relecturas me ofrecerán caminos inexplorados. Críticos
hay que han puesto el acento en la descripción de los Estados Unidos, y no les
falta razón. La segunda parte de la novela comienza con una estremecedora
descripción del viaje de Humbert con su nínfula a través del enrevesado
complejo de moteles, gasolineras y atracciones locales de un país sin historia
ni complejos. Ciertamente Lolita admite otras lecturas. Cada lector hará la
suya si es que logra introducirse y disfrutar de tan exuberante propuesta. No
puedo cerrar este breve comentario sin dar por sentado que Nabokov envejecerá
bien.
Sensacional book!
ResponderEliminar¡Se agradece!
EliminarAy, ese inicio de novela... Es maravilloso. Comencé con él una entrada en mi blog en el mes de diciembre de 2015. Cada primero de mes, empiezo con un comienzo de novela.
ResponderEliminarLolita es una novela muy buena, con muchas cosas y muchos matices para analizar. Es cierto que Humbert no llega a hacérsenos odioso y es también cierto que Lolita no es la adolescente seductora y tentadora (activamente) que nos muestra la película de Kubrick. El libro es diferente y, aunque la película es buena, prefiero la novela. Una novela que no sé si hoy hubiera podido publicar con esta ola de gazmoñería y papanatismo que nos invade.
Un beso.
Los inicios de novela... Cierto que está muy logrado, pero hay que reconocer que en esta novela el comienzo es una parte del todo, porque la novela al completo sigue un marcado estilo que en ningún momento baja su nivel. Otros libros de grandes autores empiezan bien pero son mero artificio.
EliminarEn cuanto a la película, supongo que pronto la veré. Hay opiniones de todos los gustos y la verdad que tengo ganas de tener la mía propia ;)
Completamente de acuerdo con esa ola de gazmoñería que nos invade, parece que va por modas pero al fin y al cabo las cosas cambian para seguir igual.
Besos