Leía
mucho. Pero con la lectura pasa lo mismo, ya sabes… sólo obtienes algo de los
libros si eres capaz de poner algo tuyo en lo que estás leyendo. Quiero decir
que sólo si te aproximas al libro con el ánimo dispuesto a herir y ser herido
en el duelo de la lectura, a polemizar, a convencer y ser convencido, y luego,
una vez enriquecido con lo que has aprendido, a emplearlo en construir algo en
la vida o en el trabajo… Un día me di cuenta de que en realidad yo no ponía
nada en mis lecturas. Leía como el que se encuentra en una ciudad extranjera y
por pasar el rato se refugia en un museo cualquiera a contemplar con una
educada indiferencia los objetos expuestos. Casi leía por sentido del deber: ha
salido un libro nuevo que está en boca de todos, hay que leerlo. O bien. Esta
obra clásica aún no la he leído, por lo tanto, mi cultura resulta incompleta y
siento la necesidad de llenar esa laguna, así que voy a dedicar una hora por la
mañana y otra por la noche a leerla. Ésa era mi forma de leer… Hubo un tiempo
en que la lectura era para mí una auténtica experiencia, el corazón me brincaba
dentro del pecho cuando tomaba entre mis manos la última obra de un autor
conocido, el nuevo libro era como un encuentro, una compañía peligrosa de la
que podían surgir emociones gratificantes, pero también consecuencias dolorosas
e inquietantes…
No
es más que un fragmento de otra magnífica novela de este autor tan grande al
tiempo que poco conocido por el público en general.
Resulta descorazonador contrastar opiniones con los lectores comunes. La gente gusta de
opiniones enérgicas, y la lectura constituye una actividad tan extraña como
inexplicable, una evasión o entretenimiento que lo mismo podemos considerar
absurda como exquisita. Los lectores no sabemos en realidad qué buscamos con
las lecturas, pero Sándor Márai nos lo ofrece todo al mismo tiempo,
entretenimiento y agitación interior.
Resumir
la novela resulta fácil en cuanto al esqueleto interno, pero ofrecer una
semblanza de lo que el escritor pretende transmitir resulta una tarea complicada.
La
novela posee un planteamiento original. Consta de tres partes, tres monólogos,
a modo de diálogos con un estilo completamente libre. Los tres monólogos son
tres puntos de vista de una historia que afecta a los tres, un hombre y dos
mujeres. Quizás hay otro hombre que sirve de nexo de unión de todas las
historias, un escritor, Lázar, que ofrece múltiples aportaciones.
Pronto
se nos desvela el hilo que mueve la historia pero nos da igual, queremos
conocer las tres partes porque cada persona tiende su mirada sobre las cosas de
manera particular hasta completar el círculo, cada persona tiene una historia
detrás que la hace ser y actuar de la manera en que lo hace.
Y
claro, Sándor Márai nos ofrece continuos párrafos magníficos, reflexiones
profundas. A cada paso nos interrogamos y nos vemos obligados a contrastar lo
que el maestro nos cuenta con nuestras propias acciones. Se habla sobre el
amor, naturalmente, pero también sobre el matrimonio, las clases sociales y la
justicia, la forma de ser de las personas, cómo se llega a la formación de la
personalidad, sobre la enfermedad, la amistad, el dinero, la riqueza o la
pobreza,… es que Sándor nos habla de todo, es capaz de llenar páginas y páginas
de reflexiones y hacerlo de una manera tan precisa, profunda y fabulosa que
consigue que lo leamos con la necesidad de llegar a su consecución como si se
tratara de un thriller.
En
fin, comienzas buscando la mujer que representa a la justicia, pero luego
llegas a la conclusión de que se trata de encontrar la mujer que más se ajusta
a nuestras necesidades, las más adecuada.
¿Escribe
sobre la amistad y el amor? El caso que lo hace de manera desatada. Comienza a
escribir con una idea aproximada de lo que quiere mostrar, aunque dudo mucho
que tenga un patrón claro de lo que va a escribir a continuación. Improvisa
sobre la marcha y trata de hallar, con menor o mayor desatino pero con
sinceridad incondicional, aquello que conforma el alma humana. De hecho, creo
entender que las dos primeras partes se publicaron juntas pero la tercera llegó
varias décadas después.
Hungría compone una sociedad estratificada antes de la Segunda Guerra Mundial, una nobleza casposa que cohabita con la alta burguesía, y un sinfín de escalones hasta llegar al campesino más pobre. La novela se articula en torno a esa tensión social, así como a la superación o mezcla de dichas clases a través del amor. Ahora dirán los lectores que qué interés representa esto para un lector del siglo XXI. No sé, la verdad, aunque para mí Sándor Márai ocupa un lugar destacable entre los más grandes. Márai es un genio representando a las personas, lo que piensan y su manera de actuar. De dicha materia se compone ni más ni menos que la sabiduría. Es este un autor que, independientemente de la trama, os hará exclamar a cada rato: ¡oh! ¡por Dios! ¡Increíble! ¡Cómo demonios es capaz de escribir tan bien!
Una maravilla. Fue la primera novela que leí del autor y quedé enganchada. Luego la releí para la tertulia del instituto y me gustó más si cabe.
ResponderEliminarde acuerdo con todo lo que dices de Márai. No importa la trama de sus novelas, lo que importa es la gran cantidad de reflexiones profundas, acertados análisis y párrafos perfectos que nos ofrece. Uno de los más grandes.
Un beso.
Leo sus novelas de un tirón, sin perder tiempo en el análisis, así que tampoco puedo decir gran cosa. Dejémosle la tarea a los especialistas, aunque me da que no se trate de un autor que se estudie mucho, desafortunadamente.
EliminarBesos
En unos días me dispongo a leer Los rebeldes. Será mi primera experiencia de lectura con este autor. Todo parece indicar que será una grata experiencia, que así sea. Gracias por la recomendación de La mujer justa. Saludos van desde mi morada de Barranco, en el lejano Perú.
ResponderEliminarOjalá lo disfrutes. No conozco esa novela. En todo caso, tiene muchas novelas, algunas de ellas de gran calibre, inolvidables, como El último encuentro, La herencia de Esther, La hermana o la mujer justa. Yo seguiré leyendo todo lo que caiga en mis manos del maestro.
EliminarUn abrazo para ti, hasta esas magníficas tierras incaicas. Gran placer llegar tan lejos.
Gracias por tu respuesta. Ya empecé a leer Los rebeldes. Me encanta la fluidez de su prosa, su discurso reflexivo, entre otras cosas. Intentaré conseguir los títulos que sugieres. Un abrazo.
ResponderEliminarLos grandes genios, los que yo considero grandes genios (cada cual tiene los suyos) reúnen dos características imprescindibles, nos conducen a la reflexión al tiempo que entretienen. Qué duda cabe que el maestro reúne perfectamente ambas facetas.
EliminarAbrazo