viernes, 7 de mayo de 2021

Jude el Oscuro (1895), Thomas Hardy

 

Hardy es un autor que me agrada, por eso de que ilustra al tiempo que entretiene. Además, presentaba esta novela un atractivo especial en cuanto a que fue la causante de que el maestro dejara de narrar para dedicarse por completo a la poesía.


Hay que dejar claro que Hardy obtuvo éxito en vida, si bien no son de extrañar las críticas recibidas. Como humanista que era, Hardy reflexionaba acerca de la sociedad y sus normas, y el tema nuclear de esta novela es el matrimonio. Sus ideas, obviamente para la época, son revolucionarias, pero incluso hoy en día nos chocarán algunos de los conceptos manejados. Si a esto unimos su ya conocido pesimismo, que en esta novela alcanza las más altas cotas que podamos imaginar, pues da como resultado una novela realmente extraña.

 

El prefacio del autor a su propia obra no tiene desperdicio:

 

Ese fue el desdichado principio de la carrera de Jude como novela. Tras estos veredictos de la prensa, su siguiente desventura fue el ser quemada por un obispo… seguramente en un arrebato de desesperación, al no poder quemarme a mí.

 

El epígrafe es todavía más elocuente:

 

La letra mata.

 

No me cabe duda de que a muchos lectores les defraudará esta novela; quizás a muchos incluso les resulte incomprensible, mínimo incongruente. Algunos lectores pensarán que los personajes son estúpidos, seres débiles, amedrentados por las circunstancias de la vida. Todos los protagonistas de esta novela son seres sensibles, extremadamente educados, que se guían por principios, y por eso mismo, incapacitados para el egoísmo, terminan atrayendo sobre sí la desgracia.

 

―Porque hay una nube que se cierne sobre nosotros; «¡aunque no hemos ofendido a ningún hombre, ni hemos corrompido a ningún hombre, ni hemos engañado a ningún hombre!». Sino que hemos «hecho lo que era justo a nuestros propios ojos».

 

Este es, a mi manera de ver, el germen del pesimismo tan característico de Hardy. Las leyes no escritas de los hombres premian con mucho la sociabilidad de las personas, castigando la introversión, la insociabilidad. No hay, desde luego, premio para el justo.

 

En definitiva, a mí me ha gustado mucho la novela, en cuanto que azuza la reflexión. Cierto que la encuentro diferente en el conjunto de la obra de Hardy, al menos en la parte que yo conozco. Contiene altibajos, un buen comienzo, excesos melodramáticos mediada la trama, un final escalonado, cuesta abajo por supuesto, terrible.

El protagonista absoluto es Jude, huérfano, de clase social humilde, un hombre por completo fuera de lo común que gusta de leer y estudiar, que se plantea como meta ser un erudito, de manera autodidacta, para poder dedicarse a las letras en la ciudad de sus sueños, Christminster, que no es otra que Oxford. Un tema que encantará a aquellos lectores que se hayan iniciado en el mundo de las letras como el propio Jude, de manera ocasional o accidental, guiados por el destino.

Obviamente que el lector simpatiza con Jude, y ya no puede dejar de leer, acompañándole a través de una vida sembrada de desgracias. Primero de todo se ve seducido por una mujer corriente, encadenado a un matrimonio condenado al fracaso desde su misma consumación. La pareja se separa pero sin llegar a efectuar el trámite administrativo del divorcio, problema que más adelante se hace patente cuando Jude conoce a otra mujer, Sue, su alma gemela, que complica la trama nada más entrar en escena porque comparte protagonismo con el propio Jude. Quién sabe, quizás incluso se podría hablar de una anticipación del movimiento feminista a través de este personaje femenino.

Cuando parece que se aproxima la felicidad, la pluma de Hardy y, cómo no, la intervención del destino más trágico que podamos imaginar, entran en escena. La actitud de los personajes nos podrá parecer sorprendente, estúpida incluso bajo nuestra óptica actual, bajo la de aquellos tiempos también, si me apuras. La maledicencia se abre camino como cuchillo en mantequilla, convirtiéndose en otro de los temas centrales de la novela. El pesimismo de Hardy alcanza por momentos un paroxismo febril. Las críticas hacia la institución del matrimonio resultan terribles, y por extensión alcanzan a toda la sociedad, la ley civil contra la ley natural, el prejuicio contra toda lógica, el egoísmo y la insolidaridad, la pugna perpetua entre los hombres. No es de extrañar el escándalo consecuente.

 

En definitiva, una novela tan deprimente como recomendable. Yo entiendo que la mayoría de los lectores solamente buscan la evasión en sus lecturas. Luego hay otros, una minoría, que buscan algo más, algo sin duda indefinible pero que va más allá del simple escapismo. El mismo Homero contribuyó a estabilizar, ni más ni menos, que la religión de los griegos, al tiempo que animaba las noches al calor del fuego.

2 comentarios:

  1. Desde luego cuando leo no busco aburrirme, pero tampoco el simple entretenimiento (solo a veces, pero muy pocas). Me gusta que los libros me zarandeen, pongan en duda mis convicciones y me hagan pensar e incluso sufrir un poco.
    De Hardy solo he leído Lejos del mundanal ruido y Jude el oscuro es la siguiente que pretendo leer del autor. Veo que le pones alguna objeción menor y aunque no soy muy dada a «excesos melodramáticos», espero no tardar en leerla.
    Un beso.

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    1. Me da la impresión de que la mayoría de lectores huyen de Tess of the D'Ubervilles porque tiene película y es un títulos archiconocido, pero a mí es la que mejor impresión me ha dejado por el momento, la primera que leí del maestro. Si te animas con Jude, de seguro que te agitará por dentro.
      Abrazo

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