Novela esta que ni mucho menos viene a colación de la guerra, dada la temática o los orígenes ucranianos de la autora.
La
vida en sí de Irène es novelesca, pero también podríamos considerar que cualquier
vida, por muy sencilla que esta pudiera parecernos, es susceptible de ofrecer
una gran novela. Murió en Auschwitz y de ahí que la novela esté inacabada, pues
era una historia ambiciosa en cuanto a tamaño y contenido. Da comienzo cuando
los habitantes de París esperan, de un momento a otro, la invasión de París por
parte de los alemanes después de su sorprendente blitzkrieg en junio de 1940.
Más
que en una novela, Irène pensaba en una serie de novelas entrelazadas que
retratara la vida de la sociedad francesa desde la invasión alemana. La primera
de las novelas, Tempestad en junio,
retrata la huida de París de cientos de miles de refugiados. La segunda, Dolce, puede considerarse una novela
independiente, que narra la vida en un pequeño pueblo de provincias cercano a París.
Irène proyectaba otras tres novelas, que no pudieron ser llevadas a efecto,
aunque nos han llegado bocetos que son publicados a modo de apéndices.
La
publicación tardía de esta novela se debió a ciertas confusiones, pero hay que
decir que la autora perteneció a una familia burguesa muy acaudalada y que ya
disfrutó del éxito antes de la llegada de la segunda guerra mundial.
La
novela goza de un estilo pausado y sólido. La primera parte estructurada a modo
de colmena, pues narra como media docena de historias intercaladas que no
tienen que ver las unas con las otras, no al menos durante su transcurso. Es
minuciosa en las descripciones, en busca del realismo, si bien abarca varias
clases sociales, más bien se enfoca en la burguesía, y pese a lo que pudiera
parecer, a mí me ha resultado entretenida.
No
es que los pobres fueran más miedosos que los ricos, ni que le tuvieran más
apego a la vida; pero sí eran más gregarios, se necesitaban unos a otros,
necesitaban apoyarse mutuamente, gemir o reír juntos.
Quizás
lo más logrado de la novela esté en el relato de esos primeros momentos de
incertidumbre que suceden a la sorprendente derrota del ejército francés.
¿Quién
pensaba en las desgracias de la Patria? Ellos, los que se marchaban esa noche,
no. El pánico anulaba todo lo que no fuera instinto, movimiento animal y
trémulo del cuerpo. Coger lo más valioso que se tuviera en este mundo y luego…
Y esa noche sólo lo que vivía, respiraba, lloraba, amaba, tenía valor. Raro era
el que lamentaba la pérdida de sus bienes; la gente cogía en brazos a una mujer
o un niño y se olvidaba de lo demás. Lo demás podía ser pasto de las llamas.
La
segunda novela trata sobre la vida de los habitantes de un pueblo francés que
hace frente a la ocupación alemana. En principio, el comportamiento de los
alemanes es mucho más moderado de lo esperado, aunque lo crudo de la guerra
está por llegar; de hecho termina cuando la mayoría de los soldados se van camino
del este cuando se abre el nuevo frente ruso.
Al
parecer hay una película que se centra fundamentalmente en esta segunda parte,
que da lugar a un drama amoroso entre una francés y un joven oficial alemán.
Némirovsky
nos deja testimonio de una época histórica, de un acontecimiento histórico, de
una manera especial, quizás más gráfica que un relato histórico propiamente
dicho.
Termino
con una muestra del oficio de la autora.
Te
lo digo siempre; no le prestas suficiente atención a los secundarios. Una
novela tiene que parecerse a una calle llena de desconocidos por la que pasan
no más de dos o tres personajes a los que se conoce a fondo. Mira a Proust y
algunos otros que han sabido sacarle partido a los secundarios. Los utilizan
para humillar, para empequeñecer a sus protagonistas. Nada más saludable en una
novela que esa lección de humildad dada a los héroes.