Lo bueno, para unos, y lo malo, para
otros, de esta obra, es que se caracteriza por su falta de rigor filosófico. Contiene
un poco de filosofía, si, y muchas anécdotas y chismes que luego han sido contrastados
con otras versiones y que nos permiten acercarnos, con admirable detallismo, a
la personalidad de los filósofos más afamados de la antigüedad.
No va a ser esta una entrada larga,
como las otras, pues no voy a recomendar, ni mucho menos, su lectura. El que
sienta curiosidad porque ya la conozca, un día u otro la abordará, y el que
solamente a través de estas líneas la conozca difícilmente encontrará en ella
entretenimiento digno de mención. Creo que es más su valor humanístico que
literario, para aquellos que consideren el saber como un fin en sí mismo. A
menudo oí hablar de que se trataba de una lectura amena, pero a mi modo de ver
eso solamente se dará en el caso de andar picoteando entre capítulos, porque de
hacerse una lectura lineal puede resultar agotador.
Por supuesto será útil a aquellos
que gusten de la historia, pues nos hace ver que por mucho que cambie la
tecnología, las aspiraciones y los vicios de los hombres son hoy los mismos que
hace 2500 años, y con toda probabilidad serán. A mi, que he estudiado y leído
mucha filosofía como parte de la Licenciatura en Humanidades, particularmente me
ha servido para conocer a filósofos ilustres que antes desconocía, con lo cual
mi visión de la filosofía griega y latina se ha enriquecido en gran manera. A
partir de ahora, qué duda cabe que haré más hincapié en filósofos no tan
afamados pero no por ello menos importantes en su tiempo.
He leído el libro gracias al
préstamo de la biblioteca, pero trataré de adquirirla en alguna feria de libros
o similar, porque me apetece leerla sin orden, picoteando aquí y allá y
subrayando pasajes y sentencias como las que siguen:
-¿Cómo sufrirá uno más fácilmente sus infortunios? Viendo a sus enemigos peor tratados de la fortuna (Tales).
-Las
leyes, como las telarañas; pues éstas enredan lo leve y de poca fuerza, pero lo
mayor las rompe y se escapa (Solón).
-No te familiarices con los malos (Solón).
-Contra el hombre malvado debe salir el bueno bien armado (Pítaco).
-A un hombre impío que le preguntó qué cosa es piedad no le respondió
palabra. Y como éste le dijese cuál era la causa de no responderle, dijo: callo
porque preguntas cosas que no te pertenecen (Biante).
-En tus prosperidades no te ensorbebezcas, ni en las adversidades te
abatas de ánimo (Cleóbulo).
-Todo lo consigue el trabajo (Periandro).
-Sorprendido en el campo de improviso riéndose solo, se le preguntó por
qué reía sin haber nadie presente. - por eso mismo, -respondió (Misón).
-¿Por qué los filósofos visitan a los ricos y no al revés?: Porque los
filósofos saben los que les falta, pero los ricos no (Aristipo).
-No es pernicioso el entrar, sino el no poder salir, contestó cuando le
reprendieron el entrar a un prostíbulo (Aristipo).
-Era mejor caer en poder de cuervos, que en el de aduladores; pues
aquellos devoran los muertos, éstos los vivos (Antístenes).
-Aconsejaba a los atenienses hiciesen un decreto de que los asnos eran
caballos; y teniendo ellos esto por cosa irracional, dijo: "Pues entre
vosotros también se crean generales de ejército que nada han estudiado, y sólo
tienen en su favor el nombramiento (Antístenes).
-A uno que le decía: "Muchos te alaban", le respondió:
"Pues yo ¿qué mal he hecho? (Antístenes).
-Conviene precaverse de los enemigos, pues son los primeros en notar
nuestros pecados (Antístenes).
-En más se ha de tener un justo que un pariente (Antístenes).
Desde siempre los clásicos me han dado pavor. No los leía por el mero hecho de que no creía estar suficientemente capacitado para entenderlos. Alguien que me conoce mejor que yo mismo, me regaló el libro El mundo de Sofia, de Jostein Gaarder. A partir de aquí me vi con el suficiente valor para leer a Platón, Sófocles, Ovidio, Eurípides... Y me sorprendí a mi mismo, pues además de entender el significado de sus textos, disfruto con su lectura.
ResponderEliminarY este en concreto, que no conozco, me ha despertado la curiosidad por lo que comentas de que los vicios de los hombres son hoy los mismos que hace 2500 años, y con toda probabilidad serán. O sea, de evolución poca cosa.
Así sucede mi buen amigo, que los clásicos cuesta afrontarlos pero luego nos dan doble satisfacción. Como digo, la lectura de este libro pienso que debe ser selectiva, para disfrutarla con plenitud. Ojalá te guste. Aprovecho para decirte que tengo pendiente de leer Ulises de Joyce, pero esperaré a encontrar el momento de ánimo adecuado para abordarlo.
ResponderEliminarUn saludo
Rubén
Una entrada muy completa. Enhorabuena. Abrazos.
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