viernes, 23 de abril de 2021

Manon Lescaut (1731), Abate Prévost

 

 Hace más de un mes que leí esta pequeña novela. Me apetecía dejar unas notas, aunque no estuviesen dotadas de la frescura que la reseña requiere, dada la grata impresión que me dejó.

Manon Lescaut o Historia del caballero Des Grieux y de Manon Lescaut, ganó tal fama que se editó por separado del cuerpo más amplio a la que pertenece, Memorias y aventuras de un hombre de calidad retirado del mundo, que consta de 7 volúmenes. Obviamente que esta obrita se impone a las demás por razones que no son estrictamente de calidad literaria, hasta convertirse en ópera o mito. Dice la crítica que quizás sea debido al tono desenfadado o a la creación de arquetipos, algo adecuado para los lectores del XVIII, lectores con poca imaginación y preparación cultural, muy parecidos, por otra parte, al lector actual.

La obra será condenada por considerarse escandalosa, a imagen de la propia vida del autor, por lo general principal fuente de inspiración de los grandes genios. El Abate Prévost es todo un personaje. Abandona sus estudios con los jesuitas para enrolarse en el ejército. Luego regresa a sus estudios y pasa más de media docena de años en varios monasterios, hasta que se decide por huir a Londres, donde reside una parte importante de sus días, aparte de otras localizaciones como Países Bajos, para volver de nuevo a Francia a pasar los últimos años de vida en un monasterio.

La novela es fresca y ágil. El Abate Prévost usa de un subterfugio para contarnos la historia. El narrador es un hombre de calidad que se ve sorprendido por la belleza y el saber estar de una muchacha de mala vida (Manon Lescaut) que ha sido condenada, entre otras, a embarcarse para América y subsanar así la escasez de mujeres entre los colonos. Trata de averiguar algo sobre la muchacha y entonces descubre a su amante que la sigue, el caballero Des Grieux, que es quien nos cuenta la magnífica historia de sus aventuras y desventuras.

Des Grieux es un caballero de buena familia con un porvenir brillante ante sí. Quiere el destino que sus pasos se topen con los de Manon Lescaut, mujer fatal de la cual se enamora funestamente. A partir de ahí su vida se convierte en un ir y venir detrás de ella. Cada vez que la pareja se enfrenta a dificultades económicas, Manon Lescaut, incapaz de vivir sin las comodidades que regala el lujo, encuentra un rico amante que les provea de lo necesario. Digámoslo de otro modo, se prostituye. De ahí el sacrificio de Des Grieux, que viene a significar el tránsito por los abismos de un caballero bien, así como el desarrollo de un sinfín de peripecias y picarescas que jalonan la trama.

 

He de pintar un joven ciego, que se niega a ser feliz para precipitarse voluntariamente en los mayores infortunios; que, teniendo todas las cualidades con las que se forma el más brillante mérito, prefiere por elección una vida oscura y vagabunda a todas las ventajas de la fortuna y de la naturaleza; que prevé sus desgracias sin quererlas evitar; que las siente y es aplastado por ellas sin aprovechar los remedios que sin cesar le ofrecen y que pueden acabarlas en cualquier momento; en fin, un carácter ambiguo, una mezcla de virtudes y vicios, un perpetuo contraste de buenos sentimientos y malas acciones. Tal es el fondo del cuadro que presento. Las personas de buen juicio no mirarán una obra de esta naturaleza como un trabajo inútil. Aparte el placer de una lectura agradable, se encontrarán en él pocos sucesos que no puedan servir a la instrucción de las costumbres, y, a mi juicio, instruirle divirtiéndole es hacerle al público un considerable favor.

 

La modernidad de la novela está fuera de toda duda, tanto en lo técnico como, y aquí reside su importancia, en lo moral. Los paisajes del amor ya no son la Iglesia o la familia, sino las tabernas. No solamente se trata de lo dudoso de los amores fuera del matrimonio, o de la prostitución. Lo más importante de todo, a mi manera de ver, es que nuestros protagonistas nos son presentados en todo momento como libres de toda culpa, es más, nos son presentados como víctimas del destino, y todavía, si quieres ir más allá, víctimas del estado, del poder político de una clase social, la de los poderosos. No obstante el escritor del XVIII está obligado a prostituir su arte al servicio de los poderosos si pretende que su escritura alcance cierta dimensión.

4 comentarios:

  1. Leí esta novela hace unos años y me pareció todo un escándalo para el siglo XVIII. Es muy buena por cuanto contradice todo lo que entonces era correcto. Un comportamiento así solo se admitía si luego venía el castigo a la culpa. Pero aquí no hay culpa, como dices, y sí que hace víctimas de sus personajes.
    También hoy hay mucha literatura prostituida, no a los poderosos sino al poderoso gusto de muchos lectores y a las exigencias editoriales.
    Un beso.

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    1. Hoy, por no haber, no hay ni crítica literaria. Tan bien considerada que está nuestra sociedad, y nadie se atreve a criticar un mal libro, con tantos como hay en los escaparates de nuestras librerías. De ahí que cuando un escritor se "atreve" a escribir sobre la verdad, llega el escándalo. A mí el Abate me ha parecido fascinante. No es fácil encontrar cosas suyas, salvo esta novelita. A mi entender también hubiera resultado escandaloso en el siglo XIX.
      Besos

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  2. Yo la leí hace siglos, y me pareció muy entretenida, sorprendente para su tiempo. En cuanto a la perversión de nuestro tiempo, en los que se escribe de forma tan escuálida y se impone el argumento truculento y la novela juego de pistas, qué decir. A mí me aburren, y por eso como Rubén, me refugio en el pasado. Quizá en este sentido, sea algo injusto. Pero si algo se preserva con frescura durante tanto tiempo, quiere decir salvo en contados casos, que está garantizada una lectura satisfactoria. Yo he intentado sumarme a ese fervor que despiertan algunos fenómenos literarios, y necesito esas referencias literarias, que en la actualidad son casi inexistentes. Gracias Rubén, por tu crítica, siempre brillante.

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    1. Eso es, me ha resultado sorprendentemente divertida, además de abierta. Y con lo de abierta no quiero decir "para le época", pues a mi modo de ver lo es abierta también en el contexto actual, porque nuestros siglos, el XX y el XXI, están tan cargados de prejuicios como cualquiera otros.
      Como en toda actividad, no hay que permitir que la lectura se torne vicio. Yo necesito tener al lado un libro, y procuro que este me sea satisfactorio. Desde luego que no hay lector más pedante que el que sigue las modas. Nosotros a lo nuestro.
      Abrazo

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