jueves, 16 de junio de 2022

El maestro y Margarita, (1966) Bulgakov

  


 Otro escritor ucraniano que ha llegado a mi estantería por casualidad. En todo caso, hace 90 años nadie discutía si era ruso o ucraniano, era soviético, a su pesar.

Situémonos, Moscú, 1930, dictadura de Stalin, Planes quinquenales, purgas, gulags, el terror. ¿Cómo escribir en aquellos tiempos? Obvio que había que seguirle la corriente al nuevo régimen, pero no bastaba con eso, había que hablar del régimen con entusiasmo o te convertías en sospechoso. A nuestro autor le fue medianamente bien mientras vivió su principal valedor, Gorki, pero como era de esperar, terminó bajo las ruedas de Stalin. Lo sorprendente incluso es que no fuera ejecutado con anterioridad, dadas las circunstancias. Tenemos en cuenta que su obra fue publicada con enormes recortes por parte de la censura, pero con todo y con ello, su obra es de un sarcasmo tremendo, una sátira del régimen y de la sociedad soviética en toda regla, insoslayable. De hecho, resulta increíble que fuera publicada una obra que describe tan a la brava la locura de la sociedad soviética, solo entendible en el contexto de la relajación política traída por Jrushchov. Fijaos la naturalidad con la que se habla de los fusilamientos, como acto cotidiano en que se han convertido.

 

Si alguien le hubiera dicho a Stiopa esta mañana: «Stiopa, levántate ahora mismo o te fusilarán», seguro que habría respondido con voz muy lánguida y apenas perceptible: «Podéis fusilarme o hacer lo que queráis de mí, porque no me levanto».

 

En todo momento, resulta imposible de ocultar el régimen policial, los espionajes constantes al vecino, las escuchas telefónicas, la lectura de las cartas privadas, las denuncias, la prisión, la ejecución.

 

A mi modo de ver, se puede hacer una lectura cómoda de la novela sin meterse demasiado en el barro de los simbolismos, el bien y el mal, la inocencia y la culpa, el valor y la cobardía. Supongo se me han escapado multitud de detalles, pero se trata de disfrutar de una lectura ágil. El relativismo de Bulgákov enfrentado a la rigidez del Régimen.

Mijaíl traza una historia increíble, inimaginable, que transcurre en un mundo real, el Moscú de 1930, que es testigo de la visita de un insigne personaje, ni más ni menos que el diablo, acompañado de un séquito de ayudantes que se caracteriza por su notoriedad, un gato travieso que habla, un sicario colmilludo, una bruja… La primera parte de la novela tiene como eje fundamental el ataque al sindicato que engloba a la elite literaria soviética. La segunda parte tiene como protagonista a Margarita, la mujer del maestro, que acepta la oscuridad y se convierte en bruja. Entre medias, en pequeñas dosis, la historia de Poncio Pilatos alrededor de la muerte de Jesucristo, escenas que supongo están preñadas de simbolismos que yo no he alcanzado a entender.

El lector puede considerar absurda la presencia del demonio, desde luego, pero cualquier pequeño acontecimiento real resulta mucho más sorprendente.

 

La noticia de la muerte de Berlioz corrió por la casa a un ritmo sorprendente, y desde las siete de la mañana del jueves Bosói no dejó de recibir llamadas telefónicas y visitas de los aspirantes a la vivienda del difunto. A las dos horas, Nikanor ivánovich había recibido ya treinta y dos solicitudes.

Solicitudes que contenían súplicas, amenazas, líos, denuncias, promesas de hacer obra en la casa por cuenta propia, alusiones a estar viviendo en una estrechez insoportable; incluso referencias a la imposibilidad de continuar conviviendo con bandidos. Había también una descripción, impresionante por su fuerza plástica, del robo de unos ravioles, expresamente colocados en el bolsillo de una chaqueta; esto había sucedido en el apartamento número 31. Y también había dos promesas de acabar con la propia vida, de suicidarse, y una confesión de embarazo secreto.

 

En resumidas cuentas, entiendo que cualquier lector se sentirá desanimado a abordar esta novela, pero tengo que reconocer que se lee medianamente bien, que tiene un hilo argumental interesante, que tiene humor (negro, macabro) y, sobre todo, sátira social, una sátira única del comunismo hecha desde dentro y que, como toda sátira, desemboca en crítica de las costumbres del hombre universal.

Diríase, mientras se lee, que es como una película de los Hermanos Marx.

 

 

6 comentarios:

  1. La leí hace nada menos de treinta y dos años. Recordaba muy poco de la trama, pero ahora con tu reseña he ido sacando retazos de la memoria. Es una gran obra, aunque para mí, demasiado simbólica y fantástica, pero sumamente interesante.
    Un beso.

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    1. Yo creo que no he comprendido muchas cosas de las que el escritor transmite, pero como testimonio de una época, como ejemplo de literatura satírica, me parece que tiene un gran valor, además que es un clásico en toda regla, que no hace otra cosa que hablar de las miserias humanas.
      Besos
      Saludos

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  2. Magnífica obra que leí hace tiempo. No me extraña que haya cosas en él que no hayas entendido del todo. A mí también me pasa. Y es que Bulgakov es un autor complejo que mezcla su sentido novedosísimo de la literatura con la represión política que sufría o sentía cernirse sobre él. ¿Sabías que el libro pudo publicarse gracias a que el autor logró sacarlo de Rusia en pequeños papeles y que fue publicado años más tarde en el extranjero? Está claro que Rusia y Ucrania siempre han estado cercanas pero sintiéndose absorbidas la una (Ucrania) por la otra (Rusia). Y es que la verdad es que la URSS hizo tabla rasa de las repúblicas que la constituían asimilándolas a todas a través del término "ruso"; de ahí que a Bulgakov como a Chejov y tantos otros autores los tengamos por rusos cuando en realidad eran ucranianos.
    Saludos

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    1. Decía Hesse (más o menos) que la riqueza de la humanidad residía en las diferentes lenguas, que ahí residía la riqueza cultural.
      En otro orden de cosas, buen aporte lo de la publicación. Solamente he leído alguna introducción crítica por encima y sí que he visto que los avatares de la publicación fueron complicados. A mí, personalmente, la escritura en el ambiente de la dictadura stalinista me parece increíble, lo cual suma puntos para Bulgákov.
      Saludos

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