Buscando opiniones para contrastar con las
mías, descubro que esta novela tiene como título original To a God unknow. Es la
segunda novela del maestro. Ambientada en la conquista del Oeste pero sin
grandes aspavientos, ni guerra con los indios ni violencia, nada que ver con el
salvaje Oeste sino más bien con la tierra de las oportunidades. A diferencia de
la vieja Europa, América es territorio virgen.
El protagonista, Joseph Wayne, sueña con
tener tierras que pueda decir que son suyas, tierras para cuidar y prosperar,
para formar una familia. Es la pasión por la tierra, el sueño americano que
solo allí se hace realidad. Ese vínculo con la tierra protagoniza la novela,
alcanzando matices míticos, animistas, religiosos, hasta el punto que el
paisaje y las tierras son los verdaderos protagonistas.
Al mismo tiempo que sencilla, se trata de una historia misteriosa. En todo momento asistimos a un presagio de desgracia
simbolizado por la sequía, azote que se repite de forma cíclica cada cierto
número de años en la región. Lejos de ser spoiler, viene a ser un leit-motiv.
En el ínterin Joseph se casa, la familia
crece, sus hermanos adquieren tierras a su lado y se va formando un pequeño
pueblo. No vemos en esta novela ese interés de Steinbeck por las clases
desfavorecidas, aunque sí se trata de ensalzar a las gentes humildes y al
trabajo, el apego a la tierra.
Y poco más, un grupo de granjeros que no
albergan otras ambiciones que prosperar gracias al trabajo duro. Sin embargo el
protagonista, hombre ejemplar, simboliza la naturaleza hasta el extremo,
dándose una simbología peculiar que refleja un profundo amor por los animales y
los bosques. La religiosidad lo impregna todo, pero nada que ver con el
cristianismo occidental, sino más bien con el modo de ver indio, el misterio de
los manantiales, el poder de la lluvia, la personificación de los hombres en
grandes árboles, animales que se comportan de forma misteriosa, sacrificios
rituales...
Uno de los personajes describe así al
protagonista. Sirva de ejemplo:
―No
sé si existen hombres excepcionales o si algunos seres son tan humanos como
para que los demás parezcan irreales. Quizá de vez en cuando nazca un ser
sobrenatural. Joseph posee una enorme energía, tiene la serenidad de las
montañas y su pasión es tan salvaje, fiera e intensa como el rayo y tan
espontánea como éste, según mis conocimientos. Cuando estés lejos de él, trata
de pensar en tu marido y te darás cuenta de lo que quiero decir. Su figura
crecerá enormemente, hasta la cima de las montañas, y su fuerza será como el
irresistible empuje del viento. Benjamín ha muerto. Uno no se puede imaginar a
Joseph muriéndose. Él es eterno. Su padre falleció, pero aquello no era morir.
Y pese a lo que pueda parecer, una novela que se lee bien, fluida, que me ha dejado buenas sensaciones y ganas de volver a sus grandes obras.
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