Kafkiano,
na
1. adj.
Perteneciente o relativo a Franz Kafka, escritor checo, o a su obra. Las novelas kafkianas.
2. adj.
Que tiene rasgos característicos de la obra de Kafka. Una visión del mundo muy kafkiana.
3. adj.
Dicho de una situación: absurda, angustiosa.
Empezar
a hablar de Kafka a partir del DRAE tiene su razón de ser. Kafka es símbolo y
significado. Kafka activa en nosotros, lectores, el prejuicio, de una manera
especial.
El
último descubrimiento de Kafka, Carta a
un padre, me provocó a seguir buceando en su obra. De forma casual tropecé
con sus relatos. Empiezas a leerlos y te quedas un tanto extrañado. ¿Habré
leído mal?, piensas, ¿no habré sido capaz de captar su significado? Si se
hubiera tratado de cualquier otro escritor lo hubiera abandonado a la primera
de cambio. En el caso de tratarse de un escritor desconocido o nobel, ni decir
tiene que lo hubiera rechazado sin piedad, pero claro, se trataba de Kafka.
Volví a leer algunos relatos buscándoles una oculta simbología que a mí debió
pasarme desapercibida. Son los prejuicios, y yo trato de combatirlos a diario
cual Don Quijote a pellejos de vino.
Volví
a releer algunos relatos. Llegué a pensar que tal vez una lectura en alemán me
ayudaría, cuando nunca la eché en falta al enfrentarme a La metamorfosis o El proceso.
La mayoría de los relatos no solamente eran absurdos, sino que incluso
podríamos decir que no tenían ni pies ni cabeza.
En
esta ocasión tardé en desenvainar la navaja
de Ockham para quedarme con la explicación más sencilla. Es más, salí de mi
postura de lecturas sin academicismos y acudí primero a la wikipedia y después
a otros textos especializados para salir de dudas.
De
alguna manera me resistía a opinar mal de mi apreciado Kafka. De todos sus
relatos que he leído solo salvo La
condena, que además me parece buenísimo. Los demás que he leído, e incluso
releído, me han resultado horribles; si acaso salvo también de la quema El médico rural.
Doy
por terminada la lectura de los relatos de Kafka un tanto disgustado, que no
con Kafka sino con quienes lo publican sin aclaración, y tampoco (creo
necesario apuntarlo) me he enfadado con Max Brod porque a él le debemos su
legado. Tengo, no vayáis a creer, el temor de equivocarme, pues me quedo con la
sensación de que la mayoría de los relatos de Kafka son solamente esbozos sin
terminar. No he llegado a estudiarme tanto a Kafka como para averiguar si en
verdad algunos de ellos fueron publicados tal y cual nos han llegado, así que
acepto cualquier aclaración al respecto.
Si
me he atrevido a dar mi opinión libre de tapujos es porque he llegado a leer lo
que para mí son alucinantes delirios interpretativos de algunos relatos de Kafka.
Me da por pensar que la realidad académica actual es más absurda que la
imaginada por Kafka. Se escriben ríos de tinta acerca del símbolo kafkiano, ensayos
que interpretan su obra desde perspectivas tan inverosímiles que, de no ser
porque Kafka quiso destruir la mayoría de sus escritos, hubiera llegado a la
conclusión de que los ideó para reírse de nosotros desde su tumba.
Es cierto que Kafka produce esa sensación de espanto y ridiculez al leerlo. Sin embargo, y con todo respeto a tu opinión, he averiguado bastante al respecto y, por ejemplo, en el caso de EL Proceso, lo absurdo es completamenteculpa de Brod que hubo de publicar varios capítulos intercambiados e incluso, no conforme con ello le quitó algunos otros por estar inconclusos. Si bien es cierto, esa inconclusión, hace más claro el relato de la novela mencionada. Kafka, sin pretenderlo, hizo de lo ridículo un género literario. Un abrazo
ResponderEliminarSi te fijas, Gustavo, arriba, digo "Estás en tu derecho, lector, de no estar en absoluto de acuerdo conmigo"
ResponderEliminarLo normal es estar de acuerdo en cuanto a las novelas vulgares, y sin embargo las geniales provocan multiplicidad de puntos de vista.
Para mí Kafka es un genio, pero que lo sea no quiere decir que todo lo que se publica bajo su nombre sea necesariamente genial. Hay quien se pasa la vida estudiando a Kafka y se convierte en uno de sus ruines personajes y hay quien lo lee superficialmente y alcanza a valorarlo en toda su grandeza. Estoy contigo en las "culpas" de Brod.
Y por cierto, acabo de descubrir a Nikolai Gógol. Te recomiendo, como ejemplo, el relato "La nariz", que años antes logró similares sensaciones, aunque el enfoque y los fines sean diferentes.
Un abrazo, agradecido por tu visita y tu comentario.