lunes, 20 de marzo de 2017

Movimiento perpetuo, de Augusto Monterroso (1972)



 La vida no es un ensayo, aunque tratemos muchas cosas; no es un cuento, aunque inventemos muchas cosas; no es un poema, aunque soñemos muchas cosas. El ensayo del cuento del poema de la vida es un movimiento perpetuo; eso es, un movimiento perpetuo.

Siempre he considerado que la mejor manera de reflejar las sensaciones que un libro te provoca es a partir de lo que dice el propio libro, y en esta ocasión él mismo se define a la perfección. En esta novela no encontrarás mucho más, frases rebuscadas sobre moscas, reflexiones literarias, algún que otro palíndromo y un entretenimiento pasajero, pues ya lo dice un Augusto Monterroso que, como yo, no cree que la literatura pueda cambiar a la gente.

Si el espacio y el tiempo, como dicen
los sabios,
son cosas que no pueden ser,
la mosca que ha vivido un solo día
ha vivido tanto como nosotros.
                                   T.S. Eliot, Canción

Pero tampoco esperéis encontraros realismo mágico o juegos malabares con el lenguaje. Puede que Augusto se obsesione con la lengua, pero no tropezaremos con un obseso de la forma sino que ¡fíjense en el sarcasmo! porque Augusto prioriza el contenido sobre el continente:

       …ya que son incontables las personas a quienes nada convence más que un buen adjetivo en el lugar preciso.

Pero aparte del amor, el sexo o la muerte, lo que más me ha interesado en este pequeño experimento literario, es precisamente la parte de experiencia literaria que contiene.

Como si esto fuera poco, el hecho es que desde hace veinte años mi afición por la lectura se vino contaminando con el hábito de comprar libros, hábito que en muchos casos termina por confundirse tristemente con la primera.



El conocimiento directo de los escritores es nocivo. “Un poeta ―dijo Keats― es la cosa menos poética del mundo”. En cuanto uno conoce personalmente a un escritor al que admiró de lejos, deja de leer sus obras.

… no pasa un día sin que aparezca algo nuevo y ya no queda tiempo para leerlo todo, menos esos largos novelones a veces enredados deliberadamente por los autores para demostrar que conocen la técnica.

La verdad que Monterroso no ofrece soluciones, pero cómo me he divertido observando sus reflexiones, y su sabiduría a duras penas encubierta.

5 comentarios:

  1. Suena interesante el libro, y Monterroso tiene su chispa, desde luego.

    Eso de los "novelones escritos para demostrar alardes técnicos", suele ser la excusa de quienes no pueden escribirlos, porque su estilo es concentrado (conozco en persona a alguno que abusa de esa excusa).

    Aunque en este caso Monterroso se refiera al tiempo que requiere su lectura, pero se nota el prejuicio.

    Es curioso que nunca pasa al revés: un escritor de novelas largas como Victor Hugo o Flaubert no critica nunca a los autores de cuentos o novelas breves. Ni dice que, si escriben obras cortas, eso se debe a que tienen poco que contar. Lo cual sí puede ocurrir, aunque la longitud es lo de menos.

    Y sí, conocer a un escritor en persona puede ser decepcionante. Y si ni siquiera escribe él sus obras (que alguno hay), lo es más aún.

    Buen artículo, saludos.

    ResponderEliminar
  2. Tampoco es que haya una crítica acerada. Augusto se limita a escribir breves incisos, sin objetivo aparente. Yo no he visto prejuicio, pero ya sabes que el prejuicio nos acompaña en cada uno de nuestros juicios, eso es obvio, pero no, no sentí ese ramalazo en Augusto.
    Es una obra prescindible, cierto, pero al mismo tiempo sirve para llenar un paréntesis. Me ha agradado su lectura.
    Un abrazo compañero, agradecido.

    ResponderEliminar
  3. Bueno, quizá fue impresión mía, en todo caso ni siquiera leí el libro. Lo dije porque quien critica los libros largos lo suele hacer sin mucha base.

    Simplemente hay historias que requieren ocho páginas y otras requieren ochocientas, según. Claro que también hay quien se enrolla como una persiana sin necesidad, así que no lo haré yo más. Ahí lo dejo.

    Otro abrazo, saludos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. No eches la persiana todavía Boni, que no hay necesidad. Supongo, y tal vez supongo demasiado, que el buen Augusto se refiere a la tendencia comercial o editorial, no sé muy bien..., a escribir tochos largos. Se habla incluso de que escribir tomos largos es bueno para desplazar a la competencia porque un libro gordo desplaza a los pequeños, quizás debido a la inusitada tendencia que tienen la mayoría de los lectores a escoger, ante la duda, el libro de mayor número de páginas.
      Pero claro, si hablamos de clásicos... quién no ha disfrutado del Quijote, Stendhal, Crimen y Castigo, o yo qué sé, Los miserables, y entonces nadie se queja del número de páginas. En fin, ahora soy yo el que me enrollo y no sé si he aclarado o enredado la madeja...

      Eliminar
  4. Lo de desplazar la competencia con libros largos no se me había ocurrido, buen punto...

    Y sí, de los clásicos nadie se queja. Aunque en algunas ediciones hace falta lupa para leerlos. Porque la extensión sí la respetan, pero la letra tiende a ser liliputiense. Menos mal que la mayoría los leí muy joven. Incluidos los Viajes de Gulliver, por cierto. Que no es un libro tan largo, pero debe ser el más "recortado" que existe, para adaptarlo al público infantil con calzador.

    En casi todas las ediciones eliminan el episodio de los houyhnhnm (los caballos sabios y más civilizados que los humanos). No sea que los niños tengan que esforzarse mucho en pensar, o peor aún: les dé por pensar mucho...

    Sí fue buena la aclaración. Dejo la persiana entreabierta, para que entre luz.

    ResponderEliminar