jueves, 23 de mayo de 2019

La Biblia (1) – Antiguo Testamento, Pentateuco, Génesis.




La Biblia es el clásico de entre los clásicos, el primer libro que pasó por una imprenta, el más traducido, el de mayor influencia a lo largo de la historia. Ello no lo convierte en un libro que obligatoriamente haya que leer. El que se acerque al libro que lo haga por voluntad propia, pues no otra cosa que pausa requiere su lectura.
Si de cualquier clásico se pueden sacar diferentes lecturas qué decir de la Biblia. El conocimiento de la Biblia es imprescindible para desentrañar la formación de la cultura occidental. Todos conocemos, de una u otra forma, su contenido.
Por mi parte más de una vez había afrontado, y abandonado, su lectura. En esta ocasión, y probablemente gracias a este blog, estoy avanzando con lentitud y constancia, empapándome de la época a través de la Wikipedia, de la visión de algunos documentales y ojeando textos y artículos relacionados, deteniéndome en aquellos lugares que más me llaman la atención. Estoy disfrutando mucho de su lectura, y yo creo que el acierto está en que estoy enfocándola desde un punto de vista histórico.
No en vano el Antiguo Testamento consiste en el relato historiado de los avatares del pueblo elegido, el pueblo de Israel. Las inexactitudes y las polémicas no me interesan en demasía, no más allá de aclarar el concepto general de un pueblo que habita una zona clave en el entorno de la revolución neolítica, la llamada media luna fértil. En los cauces del Nilo, el Jordán, el Tigris y el Éufrates encontramos los primeros restos arqueológicos de la agricultura y la ganadería, y en su centro geográfico se localizan las tierras del pueblo de Israel.
Me fascinan la génesis y el desarrollo de un pueblo, el judío, que persiste en circunstancias difíciles a lo largo de la historia y logra pervivir hasta el día de hoy sin que sea posible encontrar paralelismos semejantes. El pueblo judío constituye probablemente el primer germen del monoteísmo. Explotó sus fortalezas para mantener su peculiar idiosincrasia a lo largo de los siglos, y ello lo logró en parte gracias a la Biblia, al mito que forjaron de sí mismos.
En fin, tras esta introducción abierta al debate, decir que la edición escogida ha sido el principal acicate para la lectura, pues es peculiar donde las haya, Biblioteca de Autores Cristianos, de Miñón, S.A., en 6 volúmenes de gran formato y con más de 2.000 páginas pero que se caracteriza por contener mapas y miles de fotografías complementarias que hacen la lectura amena y didáctica.
También decir que saldrán de esta lectura un número indeterminado de reseñas y que, por supuesto, dejaré su lectura y la retomaré cuando me plazca.

Comenzamos por el Pentateuco (literalmente “cinco libros”: Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio), desde la creación del mundo hasta la llegada del pueblo de Israel a la tierra prometida.
Nos encontramos con algo así como una recopilación de cuentos que ilustran las costumbres, la economía y la sociedad de la época, la fragilidad de la situación política y la gestación progresiva de una cultura poderosa, de ese espíritu de supervivencia tan propio y peculiar del pueblo judío.

Y dijo a Abraham: “Has de saber que tu descendencia será extranjera en una tierra no suya, y estará en servidumbre, y la oprimirán por cuatrocientos años;
Pero yo juzgaré al pueblo que los esclavizará, y saldrán de allí después con mucha hacienda;
Pero tú irás a reunirte en paz con tus padres, y serás sepultado en buena ancianidad.
A la cuarta generación volverán acá, pues todavía no se han consumado las iniquidades de los amorreos”.

He encontrado dificultades, que mantengo, para situarme con respecto a tierras, lenguas y sus habitantes, arameos, cananeos, semitas, caldeos, amorreos… pero sirva todo esto para ilustrar la complejidad del período. Los hay que califican la Biblia como un libro en extremo violento lleno de crímenes aberrantes y sacrificios humanos, pero no es otra cosa que un reflejo de una civilización, e insisto, una civilización caracterizada en esencia por su persistencia y empeño en la propia supervivencia.
Para terminar con el Génesis me ha llamado la atención, en su parte final, la historia de José, primero en el fondo de un pozo cuando es vendido a los egipcios, luego encumbrado gracias a la protección de Yavhé y a su hábil interpretación de los sueños, algunos de los cuales son tan populares como el de las vacas gordas y las vacas flacas. A mi modo de ver el cuento goza de una extraordinaria calidad literaria y sirve para ilustrar a la perfección las dificultades del período, la influencia del Imperio egipcio y esa mezcla de mito y realidad que conforman la persistencia y multiplicación del pueblo judío que descuella a lo largo de todo el texto.

Dijéronse unos a otros: “Mirad, ahí viene el de los sueños; vamos a matarle y le arrojaremos a uno de estos pozos, y diremos que le ha devorado una fiera; así veremos de qué le sirven sus sueños”.
Rubén, que esto oía, quería librarle de sus manos, y les dijo: “Matarle, no; no vertáis sangre; arrojadle a ese pozo que hay en el desierto y no pongáis la mano sobre él”.

Y después el clímax, tan usado en la narrativa de todos los tiempos, apurando el momento en el que José se manifiesta a sus hermanos

Entonces José, viendo que no podía contenerse más ante todos los que allí estaban, gritó: “Salgan todos”. Y no quedó nadie con él cuando se dio a conocer a sus hermanos.
Lloraba José tan fuertemente, que lo oyeron todos los egipcios, y lo oyó toda la casa del faraón. “Yo soy José ―les dijo―. ¿Vive todavía mi padre?”. Pero sus hermanos no pudieron contestarle, pues se llenaron de terror ante él.
Él les dijo: “Acercaos a mí”. Acercáronse ellos, y les dijo: “Yo soy José, vuestro hermano, a quien vendisteis para que fuese traído a Egipto.
Pero no os aflijáis y no os pese haberme vendido para aquí, pues para vuestra vida me ha traído Dios aquí antes de vosotros.
Van dos años de hambre en esta tierra, y durante otros cinco no habrá arada ni cosecha.
Dios me ha enviado delante de vosotros para dejaros un resto sobre la tierra y haceros vivir para una gran salvación.
No sois, pues, vosotros, los que me habéis traído aquí; es Dios quien me trajo y me ha hecho padre del faraón y señor de toda su casa y me ha puesto al frente de toda la tierra de Egipto.

2 comentarios:

  1. Yo también afronté la lectura de la Biblia de esa manera, y me llevó tres años, pero ciertamente es toda una experiencia como lector. Se podrían comentar decenas de pasajes, recursos, tipos humanos que aparecen, intereses que se representan -también que se silencian, como los de los hebreos de Samaria-... es abrumador. La parte más tediosa a mi me resultó la de los profetas de cuando el reino se disgrega y finalmente cae. Se hace muy redundantes, básicamente vienen todos a decir lo mismo, y supone al menos una quinta parte del total de los textos. Coincido en que el relato de José y sus hermanos es de lo mejor que uno puede leer.
    Un saludo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Se agradece el aporte, más aún porque veo que mi lectura también se alargará en el tiempo, intercalando otras lecturas, y eso que me planteo como principio la lectura del Antiguo Testamento nada más. También tengo que añadir que mi edición me está motivando a leer capítulos como el Levítico o el Deuteronomio, que con otra edición no hubiera leído. Las imágenes y otros recursos paralelos me sirven para empaparme de una religión, como es la judía, bastante desconocida para ser al mismo tiempo tan cercana.
      Toda una experiencia, que se agradece compartir con lectores como usted.
      Un cordial saludo

      Eliminar