martes, 9 de febrero de 2021

Mi vida, relato de un hombre de provincias (1896), Anton Chéjov

 

Primero de todo advertir al lector que no se trata de un cuento sino de una novela de aproximadamente ciento cincuenta páginas. Por otro lado se trata de una narración fabulosa, aun cuando se dice que Chéjov no se maneja bien en los parámetros de la novela. No creo que escribir novelas de larga extensión sea un imperativo. Tampoco entiendo muy bien por qué se suelen calificar sus relatos como “obras magistrales aparentemente intrascendentes”. Cierto que escribe mucho y que, por ende, la calidad de los mismos resulta irregular, pero en cuanto al contenido…, sus relatos se pueden definir de muchas maneras salvo como intrascendentes. Tratan sobre la conducta del hombre, y generalmente se centran en sus miserias.

Mi vida es un relato estremecedor. No dudaría en incluirlo en mi lista de novelas favoritas. ¿Qué no tiene grandes giros? Relata los años centrales de la vida de Misaíl Poloznev, un hombre lleno de principios que guarda semejanzas con Don Quijote, Lord Jim, Thoreau, y tantos otros personajes de difícil encaje social que pueblan la literatura universal.

Misaíl Poloznev no encaja en la clase social a la que pertenece porque se decanta por una vida consecuente, recta, digamos que ética en el entorno de la hipocresía reinante. A menudo las personas nos quejamos de la condición humana; quizás así justificamos nuestra conducta o nuestros propios actos. Misaíl Poloznev no.

Noble de origen, se muestra incapaz de llevar a cabo un oficio decente. Reniega de las obtusas recomendaciones de su padre, y termina ejerciendo los oficios más viles propios del proletariado, llevando en consecuencia una vida de escasez y miseria. Diríase que su actitud no es solo extraña sino mesiánica.

 

Y nadie me trataba con tanto desprecio como justamente aquellos que no hacía mucho habían sido gente sencilla que se ganaba el pan con duro trabajo. En los puestos del mercado, cuando pasaba junto a cierta tienda de hierros, me echaban como por descuido algo encima, y en una ocasión hasta me arrojaron un palo. El dueño de una pescadería, un viejo de pelo blanco, una vez me cerró el paso y soltó mirándome con rabia:

―¡No eres tú, idiota, quien me da lástima, sino tu padre!

 

Ante semejante decadencia, la actitud del padre es de reproche y abandono. Prácticamente rehúsa de su condición de padre. Por otro lado está la hermana de Misaíl, que se parece mucho a él pero que permanece, obediente, al lado del padre.

Un mísero trabajo en el ferrocarril le conduce a vivir en las afueras de San Petersburgo, rodeado de miseria. La trama para nada nos aburre. Entra en escena una peculiar mujer de la alta sociedad que se enamora de Misaíl. Los personajes son redondeados pese a la escasa extensión de la novela. El recorrido de esta mujer es extraordinario, desde la búsqueda de cierta virtud al regreso a la comodidad de la vida burguesa. La pareja se casa y compra una hacienda en los suburbios, pero las dificultades que asoman desde el principio ahondan en los prejuicios y terminan por descomponer de nuevo la situación.

Entonces entra en escena de nuevo la hermana de Misaíl, que cae en desgracia y provoca a su vez la reaparición del padre, que no duda en renunciar a sus propios hijos ahondando en la tragedia. La crueldad del padre reside en la no aceptación de sus hijos, lo cual me parece un motivo central de la novela.

Quizás me equivoque, pero para mí que aquí descuella sobre el resto un personaje crucial, la madre, que permanece durante toda la novela en la sombra y que apenas es mencionado al final. Intuimos que murió hace años, sabemos que los hijos heredaron su carácter. A mi modo de ver entramos en un tema recurrente en el género novelístico, el destino. ¿Acaso no es el padre quien escoge a la madre de sus hijos? ¿Cómo se puede renunciar a los hijos porque no son como uno se espera que vayan a ser? Quizás es solo mi propia lectura, pero es algo que me ha llamado poderosamente la atención y que estalla al final del relato.

 

¡Pobre madre! ―proseguí lleno de desesperación― ¡pobre hermana!...

 

No dispongo de grandes herramientas comparativas; no me obsesiono con las horas que dedico a la lectura. Me queda como una imagen vaga de los reproches que se le hacen a Chéjov, de la comparativa con Tolstoi. Fíjense que a mí me ha recordado en ocasiones a Gógol. Encontré en la web este comentario; la fuente es una sinopsis de la edición de Alianza:

 

"A menudo me echan en cara -apuntó Chéjov en una ocasión- que escribo sobre fruslerías, que no tengo héroes positivos, revolucionarios (...). He escrito mis obras para decir a la gente sólo una cosa: 'Miraos bien y fijaos en la vida inútil y triste que lleváis'. Lo más importante es que la gente se dé cuenta de esto. Y cuando lo entiendan seguro que construirán otra vida, una vida mejor."

 

El móvil de esta enorme novela es un héroe que no escoge, sino que sigue la línea que le marca su destino, un hombre que trata de encontrarse a sí mismo poniendo en valor su conducta y no su posición social. Obviamente tal postura acarrea miseria, rechazo social y maledicencia, privaciones y desgracia. Cierto que Chéjov expone también las miserias transparentes de los demás, la conducta irreflexiva de la gente normal, la ausencia de compasión, el egoísmo.

En vísperas de la Revolución, se ha erradicado la servidumbre y el capitalismo ha ocupado su lugar.

 

Desaparece el régimen de servidumbre; en cambio, cobra vigor el capitalismo. Y en pleno auge de las ideas emancipadoras, igual que en tiempos de los tártaros, una mayoría alimenta, viste y defiende a una minoría mientras sigue hambrienta, desnuda e indefensa. Este orden de cosas se adapta a la perfección a todo tipo de tendencias y corrientes, porque el arte de la opresión también se cultiva de modo paulatino. Ya no azotamos a nuestros lacayos en las caballerizas, pero damos a la esclavitud formas más refinadas; al menos sabemos cómo justificarla en cada caso aislado. En fin, que las ideas son muy buenas, pero si en nuestros días, a finales del siglo XIX, se pudiera descargar también sobre las espaldas de los trabajadores nuestras funciones fisiológicas más desagradables, pues lo haríamos, y luego, claro está, justificaríamos el hecho diciendo que si los mejores hombres, los pensadores y grandes científicos, gastaran su precioso tiempo en realizar esas funciones, el progreso podría verse amenazado por un serio peligro.

 

Fijaos en este genial fragmento. Además de tener riquezas, al rico todo le sale gratis.

 

Por alguna razón, el ingeniero recibía vinos y cigarros del extranjero sin pagar aduanas; el caviar y el lomo de esturión se los mandaba alguien sin cobrarle, no pagaba por el piso, ya que el dueño de la casa abastecía de petróleo el ferrocarril, y en general él su hija me producían la impresión de que todo lo mejor del mundo estaba a su disposición y de que todo eso lo recibían completamente gratis.

 

Casi me atrevo a decir que es la novela más pesimista y desesperanzadora que he leído jamás, una buena excusa para que muchos lectores no se acerquen a ella, o todo lo contrario. Es una novela sobre la condición humana, sobre la verdad y la opinión.

 

Cerca del final de la novela clama Misaíl:

 

¡En toda la ciudad no hay ni una sola persona honrada!

 

Y sin embargo, y fuera de toda expectativa, aunque no se puede hablar ni mucho menos de un final feliz, hay que decir que dejamos a Misaíl Poloznev establecido como un contratista respetado. Aquel hombre que daba tumbos a la deriva alcanza al fin la estabilidad, encuentra su lugar en el mundo. Eso sí, alrededor del héroe todo sigue igual.

 

4 comentarios:

  1. Guardo un grandísimo recuerdo de esta lectura. A mi me llegó de forma tardía, ya había leído muchos (muchísimos) relatos de Chejov, así como sus "5 novelas cortas". Me quedaba su "Isla de Sajalín" y de forma imprevista encontré este librito de Alianza en 2014; no me acuerdo de muchos detalles, solamente de una muy buena sensación. Precisamente en estos días fríos, después de leer "Oblómov" (chapó a Goncharov y a la reseña de este blog) estaba buscando continuar con "mis rusos" (siempre tengo uno en las manos), dudando ente Turgenev (apenas tocado, uno de mis errores por subsanar) o retomar Chejov. Gracias a esta entrada puede que me decida a releer a Anton.

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    1. Un placer leerte.
      Yo apenas he leído a Chéjov. Hace años leí un libro de relatos que me gustó pero tampoco me arrebató. Hace poco leí su obra de teatro "La gaviota", que me animó a profundizar. Luego di con el libro de círculo, y con esta maravilla que es "Mi vida". He leído también "Pabellón nº 6" que va sobre un psiquiátrico pero al parecer inspirado en la experiencia de Sajalín.
      Por otro lado veo que has disfrutado de "Oblomov". Aún nos queda mucho por leer, o releer. Supongo que pronto leeré algo de Gorki o Bulgakov por cerrar el círculo.
      Un placer compartir lecturas.

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  2. Resulta de lo más interesante esta novela. Hay reflexiones muy actuales. Eso de que los ricos, encima reciben de forma gratuita más riquezas es una perversión de cualquier sistema social en la que he pensado a veces. Encima de que tienen dinero de sobra para permitirse todos los lujos, se los regalan personas que les agradecen sus favores. Los pobres como no pueden hacer favores a nadie tienen que pagarse hasta la necesidad más perentoria. Está claro que los males del mundo siempre han sido los mismos y no tiene visos de ir a cambiar. Lo que sí se sale de la norma es ese personaje protagonista que prefiere basar su vida en su conducta y no en la posición social que le viene dada. Tomo nota de esta novela porque, además, de Chejov solo he leído relatos y he visto alguna adaptación teatral.
    Un beso.

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  3. Ese comentario me llamó tanto la atención que lo tuve que meter en la reseña con calzador. El sueldo de los políticos no solo se compone de lo que ganan sino que también de lo que no gastan, pues reciben constantes invitaciones y son agasajados allá donde van. Por poner un ejemplo, las invitaciones a los palcos en eventos deportivos. Obviamente, el hombre no cambia...
    Por el momento es lo mejor de Chéjov que he leído. Luego está narrado en primera persona, es de esos relatos que se leen de un tirón sin tener una trama significativa. Una auténtica joya.
    Besos

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