Leer
clásicos tiene sus ventajas, no se vayan ustedes a creer. Entre muchas otras no
es el precio la menos importante, pues se puede acudir a librerías de saldo y
adquirir por un euro verdaderas joyas como la que os traigo. Cierto que no se
trata de cuidadas ediciones de calidad (a las que desgraciadamente no tengo
acceso), sino que, por lo general, termina uno adquiriendo volúmenes que en su
día formaron colecciones para la promoción de prensa. En fin, este sería un
tema que por sí solo daría lugar a una entrada, pero no seré yo quien se pinche
en semejante berenjenal.
La
verdad sea dicha, que andaba dándole vueltas al tema del destino y el título me
hizo picar. Poco o nada tiene que ver la novela con el destino. Os tengo que
confesar que comencé la lectura con bajas expectativas pero ahora la recomiendo
con pasión. Entronca Voltaire con el sarcasmo de Sterne o Swift. Dado el gusto
de mediados del XVIII, toma Voltaire la forma de carta, casi como si se tratara
de un manuscrito encontrado al azar, y a partir de una historia oriental que
bien podría incluirse en la línea de Las mil y una noches, nos traza una tremenda
crítica de la sociedad, que supongo contendrá guiños a sus lectores
contemporáneos pero que sirve perfectamente para el tiempo presente.
Te
ofrezco la traducción de una obra de cierto sabio antiguo que, estando en
posesión de la dicha suprema de no tener nada que hacer, tuvo también la de
recrearse escribiendo la historia de Zadig, relato que dice en realidad mucho
más de lo que parece decir.
E
inmediatamente Voltaire critica las preferencias de lectura de su tiempo:
―¿Cómo
podéis preferir unos cuentos insulsos y sin significado alguno?
―les
decía el sabio Ulug.
―Precisamente
por eso los preferimos, respondían las damas….
La
historia de Zadig es muy amena.
Zadig,
“a
pesar de ser rico y joven, sabía moderar sus pasiones, no aparentaba lo que no
era, no quería tener siempre razón y sabía comprender las debilidades de los
hombres”;
además “era
en extremo prudente, ya que procuraba vivir entre gente prudente”.
Tanta perfección no podía sino atraer la desgracia, y de ahí el relato de sus
aventuras y desventuras. En ágiles y cortos capítulos Voltaire inventa las
anécdotas más inverosímiles para dar cabida a sus reflexiones más agudas, como son
la intolerancia religiosa, la ineficacia de la justicia o la sumisión del
pueblo a un poder arbitrario; ¡ojo!, que Voltaire era un déspota ilustrado, no
confiaba en la capacidad del hombre para autogobernarse y apostaba por una
monarquía inteligente y moderada.
Pero
Voltaire era un perfecto ejemplo de su tiempo, y combatió duramente contra
cualquier clase de fanatismo o superstición; “No quisiera ser feliz a condición
de ser imbécil”, dijo en alguna ocasión. Yo, desde luego me quedo con la
valentía de Voltaire, que no deja títere con cabeza.
Poco
más que decir, como siempre que nos detenemos en un clásico recomiendo el
enfrentamiento directo con el autor, sin la contaminación de academicismos, que
podrán venir después si nos apasiona lo suficiente. Solamente dejar unas perlas
que en su momento significaron carnaza para el twitter.
Salud.
Cuando
comas, da de comer a los perros, aunque puedan morderte.
Y
sabía de metafísica cuanto se ha sabido en todas las edades, es decir: muy poca
cosa.
Zadig,
que poseía grandes riquezas y por tanto infinidad de amigos, que gozaba de
salud, de graciosa apostura, de espíritu justo y moderado, con un corazón noble
y sincero, creyó que podía ser dichoso.
Maldijo
a los sabios y decidió vivir en buena compañía.
Animaba
la reunión con deliciosas conversaciones, sin pretender demostrar su talento,
que es la forma más segura de no tenerlo y de echar a perder la mejor reunión
de sociedad.
Los
únicos afligidos eran sus parientes, porque no heredaban.
Jamás
había leído ni oído que un cortesano hubiera hablado en defensa de un ministro
caído en desgracia y contra el cual el rey estuviese irritado.
Era
admirado de todos, y a pesar de ello le querían también.
Zadig
prefería el estilo de la razón, y todos estuvieron de su parte, no porque
creyeran que era el mejor camino ni porque fuese amable y razonable, sino
porque era el primer ministro.
Como siempre tus reseñas son amenas y concisas. Gracias por el aporte. Tomo nota y lo añado a mi lista de libros pendientes. Un saludo.
ResponderEliminarGracias a ti por el comentario.
EliminarLa verdad sea dicha, para qué voy a repetir aquello que se puede leer en la wikipedia o en cualquier lugar que hable acerca de Voltaire. Prefiero, por ello, hacer una valoración más personal. A veces hay quien disiente conmigo, otras veces acertaré.
Te aseguro que se lee fácil y es cortito, lo cual es interesante. Luego, si tú quieres, puedes dar rienda suelta a la reflexión.
Saludos :-)