domingo, 13 de noviembre de 2016

Todos los hermosos caballos, de Cormac McCarthy (1992).






No es fácil definir una novela de McCarthy. Se trata de la primera parte de la denominada Trilogía de la frontera. El argumento es bien sencillo. 1949, Texas. John Grady convence a su amigo Rawlins para buscarse la vida en México trabajando como vaqueros. ¿Western o recorrido iniciático? Qué más dará; dejémonos de teorías interpretativas. Desde luego que nada parece haber cambiado con respecto al siglo XIX, largas cabalgadas a caballo y peligrosas peripecias que nos son narradas a través de un desprendido despilfarro de recursos narrativos. A mí no dejan de sorprenderme, por poner un nimio ejemplo, sus estupendas comparaciones:

En cuanto lo hubo dicho les llegó el primer estallido del trueno, no más alto que un palo seco al ser pisado.



Blevins también concilió el sueño pero antes se quedó sentado contemplando cómo se desenrollaba el firmamento al este desde detrás de las empalizadas oscurecidas de las montañas.



Cogió la camisa mojada y con mucho cuidado lavó la sangre hasta que las heridas estuvieron claras y visibles como dos agujeros en una máscara.


Habrá pocas novelas geniales sin un personaje inolvidable. Esta brillante novela bien podría haberse titulado igual que su protagonista, John Grady. Así comienza la historia y así nos presenta McCarthy a su protagonista:

La llama de la vela y la imagen de la llama de la vela reflejada en el espejo de cuerpo entero se retorció y enderezó cuando el hombre entró en el vestíbulo y cerró la puerta.


No, no me pidáis que defina a un personaje de McCarthy; sería gravoso y perjudicial para su pluma. Si acaso tengo que apuntar que John Grady es un personaje noble, un hombre de principios que nos gustará. Nada que ver con Lester Ballard, el protagonista de Hijo de Dios; ambos serán probablemente la cara y la cruz de la moneda de McCarthy y ambos son, sin duda, hijos del mismo Dios. Así engloba en su prosa McCarthy el bien y el mal, a través del destino, a través de la comprensión de los móviles que conducen a los personajes a hacer todo lo que hacen. No, no encontraremos explicaciones al respecto; esa es tarea del lector.
Permítanme un poco de misterio porque McCarthy es misterioso:

Lo que amaba en los caballos era lo que amaba en los hombres, la sangre y el calor de la sangre que los recorría. Toda su reverencia y todo su afecto y todas las tendencias de su vida se inclinaban hacia los ardientes de corazón, siempre sería así y nunca de otro modo.

Al mismo tiempo que los personajes de McCarthy se debaten (¿sin elección?) entre los distintos caminos que conducen a la vida y la muerte, el propio camino se define en toda su crudeza.

¿Quién puede decir que alguien estuvo aquí? No tenemos su cuerpo. Sólo un loco puede decir que Dios está aquí, pues todo el mundo sabe que dios no está aquí.

No conozco otra manera de tentar al lector a leer las historias que yo leo que a través del propio texto:

Hijo, ¿te representa algún letrado?, preguntó.

No, señor, respondió John Grady. No necesito un abogado. Sólo necesito hablarle de mi caballo.

El juez asintió. Está bien, dijo. Adelante.

Sí, señor, Si no le importa, me gustaría contárselo desde el principio. Desde la primera vez que vi el caballo.

Bueno, si te gusta contarlo, a nosotros nos gustaría oírlo, así que adelante.

Necesito casi media hora. Cuando terminó, pidió un vaso de agua. Nadie habló. El juez se dirigió al secretario.

Emil, da al muchacho un vaso de agua.

Miró su cuaderno de notas y se volvió hacia John Grady.

Hijo, voy a hacerte tres preguntas y si puedes contestarlas, el caballo es tuyo.

Sí, señor. Lo intentaré.

Bueno, o lo sabes o no lo sabes. Lo malo de un embustero es que no puede recordar lo que dijo.

Yo no soy un embustero.

Ya sé que no lo eres. Esto es sólo para el expediente. No creo que nadie pueda inventar la historia que acabas de contarnos.

Con respecto a la versión cinematográfica la crítica anduvo dividida, aunque al parecer desmerece, lógicamente, respecto a novela tan magnífica.


4 comentarios:

  1. Me gusta leer clásicos pero éste concretamente no me llama demasiado, y es que las novelas tipo western no son lo mío.
    Saludos.

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    1. Se trata, además, de un estilo duro, el de McCarthy, exigente. Cierto que compensa. Yo te entiendo, pero no es un western al uso, hay caballos, alguna escena de violencia... pero está ambientada alrededor de 1950, digamos que se trata de un epílogo.
      Saludos y gracias por el comentario :)

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  2. Buenas noches. Parece muy interesante y tu comentario sobre el autor y el argumento me han convencido. Lo leeré. Saludos

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    1. Muy buenas.
      Dale un puntito de paciencia en las primeras páginas, hasta entrar en el argumento ;)
      Saludos

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