El
tema central de esta obra, la venganza impuesta a Orestes por la tradición
legal y religiosa del crimen cometido por Clitemnestra y Egisto contra el Rey
Agamenón, ya era un tema viejo cuando lo tocó Sófocles. Venía de los primeros
pasos del teatro, de la épica y la lírica coral, y luego adquirió líneas más
precisas con Esquilo. De hecho no es del todo seguro, aunque sí verosímil, que
sea anterior a la homónima de Eurípides, contemporáneo de Sófocles.
Es
curioso que los tres grandes de la tragedia griega tocan los mismos temas pero
los singularizan con su propia impronta y los tres logran el aplauso de la
crítica y del espectador. Al decir de la crítica Sófocles seculariza la temática,
de tal manera que los asuntos divinos devienen en humanos. Las guerras Médicas
y las posteriores del Peloponeso con las consabidas perturbaciones para el
mundo griego debieron tener parte de razón en ello.
La
crítica considera que a esta obra le falta grandeza épica porque trata de
personajes de condición normal pero al mismo tiempo coincide en apuntar que es
la que alcanza mayor perfección estructural. Al mismo tiempo la crítica se
explaya en las similitudes que guarda con Edipo Rey, no sólo en la estructura
sino, y es lo que más importa para mi lectura, en el uso profuso que hace de la
ambigüedad.
ELECTRA.
―En verdad que es terrible expresarse una tan bien para luego errar por
completo!
CRISOTEMIS.
―Has interpretado correctamente el mal de que eres víctima.
ELECTRA.
―Pero ¿cómo? ¿No te parece que lo enjuicio con razón?
CRISOTEMIS.
―Pero es que a veces incluso la razón trae malas consecuencias.
La
locura y la cordura van de la mano:
ELECTRA.
―Incluso ya está dando sus resultados en lo que a mí toca, pues con el tiempo
aprendí cordura, con el resultado de avenirme a los más poderosos.
Las
tensiones que viven los personajes son tremendas. El padre que tiene que
sacrificar a un hijo, la venganza posterior de la madre, el odio visceral que surge
consecuentemente entre madre e hijos, las tensiones entre los hijos motivadas
por la actitud que cada uno piensa que se debe adoptar. Las hijas de
Clitemnestra viven con ella, y mientras una aborrece abiertamente a su madre,
Electra, la otra, Crisotemis, mantiene las apariencias. Dicha situación la
puede extrapolar el espectador a las circunstancias peculiares de su propia
familia, de manera tal que se da la identificación del espectador con los
personajes. Sófocles consigue así no sólo sobrecoger al espectador sino incluso
sonsacarle la lágrima a partir de una conclusión que ya conoce antes de
comenzar el drama. Es la grandeza del teatro, de la literatura, del cine.
El
núcleo de la historia lo veo yo en la diferente actitud de las dos hermanas,
Crisotemis y Electra.
CRISOTEMIS. ―Pero
ahora en medio de la tempestad me parece conveniente navegar con velas
recogidas y no hacerme la ilusión de que, sí, de que estoy creándoles
dificultades y de que, en cambio, no los molesto. Otro tanto me gusta que hagas
también tú. Y, sin embargo, lo correcto es no como yo propugno sino como tú lo
interpretas. Pero si he de vivir libre hay que obedecer en todo a los que
mandan.
La
honestidad roza la locura, mientras que la hipocresía representa la
supervivencia, la cordura. El espectador tendrá dudas y basculará entre uno y
otro parecer.
CRISOTEMIS. ―¿Para
experimentar qué sensación? ¿En qué locura estás inmersa?
ELECTRA.
― Para escapar lo más lejos posible de vosotros.
CRISOTEMIS. ―¿No
tienes añoranza de la vida presente?
ELECTRA.
―¡Claro, mi existencia es hermosa, como para admirarla!
CRISOTEMIS. ―Pero
lo sería si te entrara en la cabeza ser sensata.
ELECTRA.
―No me enseñes a ser ruin con los seres queridos.
CRISOTEMIS. ―Es que
no te lo enseño, sino sólo a rebajarte a los que mandan.
ELECTRA.
―Tú, halágales con esa sumisión. Hablas de comportamientos que no son los míos.
CRISOTEMIS. ―Sin
embargo es sumamente inteligente no sucumbir por irreflexión.
ELECTRA.
―Sucumbiremos, si es preciso, vengando el honor de padre.
CRISOTEMIS. ―Padre,
lo sé, tiene comprensión por este proceder que sustento.
ELECTRA.
―Esas son presunciones buenas para ser aprobadas por los ruines.
CRISOTEMIS. ―Pero
¿tú no me harás caso de ninguna manera ni aprobarás mis proposiciones?
ELECTRA.
―No, por cierto. ¡No sea todavía tan privada de juicio!
El
sarcasmo está presente de la mano de Clitemnestra, cuando recibe la noticia
(falsa) de la muerte de su hijo Orestes, que no sabe muy bien si celebrar:
CLITEMNESTRA.
―¡Oh Zeus! ¿Cómo son estos hechos? ¿En cuál de los dos sentidos los interpreto,
afortunados o espantosos, pero ganancia al fin? Por lo demás es triste si salvo
mi vida a costa de mis propias desgracias.
AYO. ―¿Por
qué, oh mujer, te desanimas tanto por este mi mensaje?
CLITEMNESTRA.
―Cosa formidable es dar a luz, pues ni siquiera recibiendo mal le entra a una
odio contra los que da a luz.
Perfecta
lectura, breve, para compaginar con otras de mayor extensión que a veces nos
ocupan, para disfrutar conociendo los inicios de nuestra literatura, de la
civilización occidental.
La perspectiva humanista de Sófocles se ve también en Antígona y su propio dilema...
ResponderEliminarLa lucha dialéctica entre Crisotemis y Electra (statu quo Vs rebeldía) es un tema eterno, desde luego. Hoy por hoy se sigue considerando "locura" al hecho de no conformarse con lo establecido.
Es curioso el tema estructural que mencionaste, eso de que:
"Sófocles consigue así no sólo sobrecoger al espectador sino incluso sonsacarle la lágrima a partir de una conclusión que ya conoce antes de comenzar el drama".
Es bueno subrayar eso justamente, pues parece haberse impuesto en la narrativa (también en la cinematográfica) la falsa idea de que una ficción tiene que ser imprevisible y sorprendente y con un final epatante, además.
Me diriges a "Antígona". No tardaré mucho porque Sófocles me deja buen sabor de boca, me provoca, y luego se rastrean sus influencias por doquier.
EliminarEl lector habitual se "mete mucha presión" por no perderse una novedad. Me pregunto si luego, cuando la curva de la vida tienda a declinar, sentirán la misma ansia por leerlas...
Saludos
Efectivamente, con el tiempo la perspectiva cambia. Además la prisa con la lectura es inútil, siempre quedarán cosas por leer. Lo importante es que no queden cosas por vivir, en los libros y fuera de ellos.
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