jueves, 15 de septiembre de 2022

Juliano (siglo IV), discursos.

 

 

Juliano, el Apóstata para los cristianos y el piadoso para los paganos. Importante la situación temporal. Juliano vive entre los años 331 y 363. Todavía al principio de este siglo los cristianos sufren duras persecuciones, y al final del mismo los perseguidos serán los paganos. En el año 313 el edicto de Milán establecía la libertad religiosa en el Imperio Romano mientras que en el año 393 se prohibió totalmente el paganismo.

Período clave el que ocupa la vida de Juliano, mucho más porque su ideología sirve para ilustrar perfectamente el período en los dos años escasos que dura su reinado, desde el 361 hasta el 363.

Lo que a mí más me ha llamado la atención es que no hicieron falta muchas generaciones para que los cristianos pasaran de ser perseguidos a convertirse ellos mismos en los perseguidores. Digamos que para entonces el cristianismo ya ha olvidado los principios fundamentales de sus orígenes.

Juliano se cría en el seno del cristianismo, pero su afición al estudio, a la filosofía y a las costumbres y tradiciones paganas, le llevará a tratar de revivir las costumbres paganas, incluso las mismas costumbres republicanas. Ni qué decir que tal revolución no sienta nada bien a los cristianos, y probablemente sea eso la causa de su muerte, en una campaña contra los partos. Juliano fue herido gravemente en una simple escaramuza, y se ha planteado la posibilidad de que la jabalina saliera de uno de sus propios soldados, naturalmente uno cristiano. Estos hechos han dado fruto a varias novelas históricas.

Pese a la brevedad de su mandato, conmocionó a la sociedad de su tiempo. Tanto al final del Imperio como durante la edad media, recibió tremendos ataques, base de la grotesca leyenda posterior, una auténtica leyenda negra. Habrá que esperar al renacimiento para que se recupere la verdadera figura del emperador filósofo, a través de sus cartas y discursos, de tal manera que será ensalzado hasta el punto que hay quien dice que debería ser considerado un santo, más que muchos padres de su iglesia contemporánea.

Los discursos se me han hecho un tanto espesos, pero la introducción histórica de mi edición de Gredos me ha resultado fabulosa.

Cierro capítulo con un ejemplo de su estilo y pensamiento:

 

Creemos que una correcta educación no consiste en la suntuosa armonía de las palabras y la lengua, sino en la sana disposición de un pensamiento inteligente y en las opiniones auténticas acerca de lo bueno y lo malo, lo bello y lo feo.

 

 

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