Se
le hizo extraño a una amiga verme con este libro. No es la primera vez que me
sucede. No sé por qué, si a mi me gusta leer. Una vez recuerdo, en twitter, que
descalificaron mi lectura de El prisionero de Zenda por ser juvenil, y yo que
solo pretendía conocer esa novela que tanto alaba Pérez Reverte.
Y
sí, la presente novela se me ha hecho un tanto floja, así que aquellos que
consideran Jane Eyre como una absoluta obra maestra, mejor dejen de leer, no
vaya a ser que les salga una hernia y me hagan culpable de todos sus males,
pues yo aquí no hago otra cosa que poner en valor mi propia lectura.
Llegué
a esta lectura de la mano de la hermana de Charlotte, Emily Bronte, la autora de
Cumbres Borrascosas, una novela que he leído varias veces y que siempre recomiendo
a aquellos que quieren acercarse a los clásicos.
Comienza
la novela muy bien. Charlotte conoce los entresijos de la escritura y sabe
atrapar al lector. Nos presenta a una niña desamparada, ella es buena y todo su
alrededor representa la maldad. Esto, en realidad, no es tan raro, sucede cada
vez que una persona presenta debilidad; es un motivo muy literario la
injusticia.
Toda
la tiranía violenta de John Reed, toda la altiva indiferencia de sus hermanas,
toda la aversión de su madre, toda la parcialidad de las criadas vinieron a mi
mente turbada como el sedimento oscuro de un pozo turbio. ¿Por qué siempre
sufría, siempre era intimidada, acusada y condenada? ¿Por qué eran inútiles mis
intentos de granjearme el favor de nadie?
Luego
la novela está preñada de sorpresas, de giros espectaculares aunque
previsibles, conoce a un hombre rico, aparece el amor, una boda interrumpida,
herencias... Cierto que ahora las dificultades que siguen provocando
situaciones injustas son más forzadas, ya no persiste la naturalidad con la que
la novela se abre. Hay saltos temporales, quizás demasiadas descripciones para
mí gusto, a veces necesarias para describir nuevos ambientes, nuevos grupos
humanos. Las situaciones sorprendentes me han recordado a esos maravillosos
encuentros que se daban en las posadas que visitaba nuestro querido Quijote;
son del gusto del lector de la época.
Pese
a que Charlotte describe un mundo cruel, al final triunfa el bien. Es extraño.
A veces parece que la dulzura se impone a la dureza del carácter del hombre.
Era
muy agradable: no existe felicidad parecida a la de ser querido por tus
semejantes y a la sensación de que tu presencia les ayuda a sentirse bien.
El
lenguaje es en todo momento sencillo, lo que ayuda a la consecución de una
lectura adictiva y salteada. Las metáforas son escasas, en ocasiones aparecen
para abrir capítulos de ruptura.
Un
espléndido verano brillaba sobre Inglaterra: un cielo tan despejado y un sol
tan luminoso como disfrutamos entonces rara vez agracian nuestra tierra batida
por las olas. Era como si hubiera llegado del sur una tropa de días italianos,
como una bandada de maravillosos pájaros migratorios, que se posaron a
descansar en los acantilados de Albión.
No
es que Charlotte busque alcanzar la verdad. Los personajes no parecen de carne
y hueso, simplemente representan defectos o virtudes humanas. Sí, maniqueísmo.
Por
otro lado, también hay que decir que la novela tiene sus puntos fuertes, que
otros lectores encontrarán por doquier. La protagonista es una mujer singular,
fuerte, valiente, llena de convicciones, una precursora del feminismo en el
siglo XIX. Sin duda un libro que puede enriquecer cualquier taller de lectura.
Yo también he leído varias veces Cumbres Borrascosas, la última hace unos meses. Jane Eyre tan solo la he leído una vez hace ya muchos años y lo único que recuerdo es que me gustó menos que la novela de su hermana Emily.
ResponderEliminarLa tengo pendiente de relectura. A ver si me animo. No me extrañaría que mi sensación fuese similar a la tuya.
Si no has leído a Anne, la tercera hermana, te la recomiendo. Sólo tiene dos novelas, pero ambas muy buenas y adelantadas a la época.
Un beso.
No conozco nada de Anne. Supongo que leo según caen en mis manos las novelas. Lo tendré en cuenta
EliminarBesos