Henry
James dispone de tal capacidad creativa que no deja de sorprendernos con cada
una de sus nouvelle.
Lo
ambiguo de todo lo que James nos cuenta hace pasar a segundo plano la
contestación a la pregunta que todo lector se hará, ¿cuál es la verdadera lección
del maestro? En realidad no es importante la respuesta, a mi modo de ver, sino
el hecho de que James nos lleva a interrogarnos sobre esa tan extraña faceta
humana que esconde el Arte.
Fíjense
en esta conversación en la que aparecen dos de los tres protagonistas de la
novela:
―Al fin
y al cabo, ¿por qué tratar de convertirse en artista? ―insistió el joven―. Es
ser tan poco, es tan poco…
―No
entiendo a qué se refiere ―repuso ella con un punto de gravedad.
―Quiero
decir que resulta insustancial si se compara con la gente de acción, con
aquellos cuya vida es su obra.
―¿Y qué
es el arte, cuando es verdadero, sino la más intensa forma de vida?»
La
lección del maestro es la que ofrece un escritor afamado, Henry St. George, a
otro muy prometedor, Paul Overt. En el medio una maravillosa mujer, Marian
Fancourt. En definitiva se trata de someterse al arte o a la vida, darlo todo,
sacrificar todo para lograr una maravillosa obra de arte o entregarse a la
vida.
Las
interpretaciones que se han hecho de esta novela son muchas y variadas. Yo me
quedo con esa obsesión de James por teorizar acerca de la vida del escritor, de
lo que supone para la vida de una artista la vida en matrimonio y los hijos, de
los sacrificios que hay que hacer para lograr una verdadera obra de arte.
Lo
que más me impresiona en Henry James es lo, aparentemente, más sencillo, cómo
nos presenta a los personajes, cómo los dota de movimiento y los enfrenta a
unos con otros a través de conversaciones inteligentes. Todo lo ordena de forma
magistral para construir una trama que nos convierta en cómplices.
Estaba
escasamente dotado de desenvoltura para la vida en sociedad ―era una
de sus flaquezas―, así que, al adolecer de la falta de toda familiaridad con
las cuatro personas que veía a lo lejos, se decantó por un movimiento que no lo
comprometiese a una aproximación demasiado entusiasta.
Cierto
que deja detalles a resolver para el lector, haciéndole partícipe de su propia
historia, obligándole a completarla con su interpretación. Esto que a unos
lectores entusiasma a otros los hace huir en desbandada.
Probablemente
no estamos ante la novela más recomendable para iniciarse con Henry James, pero
se trata de una novela “obligatoria” para los escritores en ciernes, mucho más cuando
gran parte de la crítica la etiqueta, para bien o para mal, como una novela
escrita para escritores.
Muy buen post. El diálogo bien escrito es una delicia para los pensadores y lectores despiertos.
ResponderEliminarGracias, nada más que una sensación.
EliminarQué duda cabe que James escribe para lectores despiertos.