miércoles, 22 de julio de 2020

Ehrengard, (1952), Isak Dinesen


     Difícilmente me hubiera visto tentado por la autora de Memorias de África de no ser por una escueta mención que le dedica Salinger en El guardián entre el centeno. Nada más que era la lectura que tenía el protagonista entre manos, y la mención venía a ser “no está mal”. Así pasa.
     Tampoco es que el relato en sí me haya entusiasmado, pero tengo que reconocer que esconde una enorme calidad, además de guardar párrafos para el recuerdo. Empieza ni más ni menos que así:

     Hace ciento veinte años ―empezó―, mi historia se contó sola, empleando en ello más tiempo del que ni vosotros ni yo podemos concederle, y con multitud de detalles y pormenores que nosotros no podemos abrigar la esperanza de conocer jamás. Los hombres y mujeres que entonces la forjaron gradualmente, y para quienes fue un asunto de vida o muerte, hace muchos que todos han desaparecido. Puede que ahora, y ante el trono del Cordero, se crucen de vez en cuando una sonrisa y un comentario: «¡Oh, sí! ¿Y te acuerdas…?» Los caminos y sendas porque discurrió están cubiertos de hierba, o ya no se ven.

     Al parecer se publicó después de la muerte de la autora, de forma póstuma. Queda claro que la baronesa Blixen era una consumada cuentista. Ella veía clara la diferencia entre cuento y novela:

     «Uno puede contar Alí Babá y los cuarenta ladrones, pero no podría contar Anna Karenina».

     Ella pensaba que los nativos todavía tenían oído para los cuentos. Les contaba todo tipo de disparates: 

     «Había una vez un hombre que tenía un elefante de dos cabezas… y al instante estaban deseosos de saber más. ¿Oh? Sí, pero, Mem-Sahib, ¿cómo lo encontró? ¿y cómo se las arreglaba para darle de comer?, o lo que fuese. Les encantaba semejante invención».

     No creáis que el cuento que presento es tan fantasioso. Ni mucho menos. Ambiente europeo de alta alcurnia, casamientos, embarazos y alguna que otra sorpresa. Los personajes se van sucediendo y alternando en su protagonismo de manera magistral. Quizás parece superficial, pero a su vera discurren los hombres adornados de sus virtudes y defectos más frecuentes, más presente la hipocresía de lo que en un principio parece. Estilo y estructura impolutas, complejos, lo mismo usa del narrador omnisciente que del relato epistolar. Hará las delicias de aquellos que se entusiasman por las formas.
     Como curiosidad, aunque estuvo cerca de conseguirlo, no recibió el premio nobel, y cuando Hemingway lo ganó declaró que otros, como Blixen, merecían el premio más que él. Quizás falsa modestia, pero, palabra de cuentista.
     De no ser por la contribución del cine, es muy probable que no hubiera conocido para nada la vida de esta asombrosa mujer.

4 comentarios:

  1. Me encanta la película que habré visto como seis veces. Yo también creo que de no ser por la película nunca hubiera conocido a la autora. El libro no lo he leído. Como tampoco he leído "Ehrengard" ni ningún otro de la autora.
    Vi otra película basada en una obra suya, "El festín de Babette" que también me gustó mucho.
    Un beso.

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    1. Yo leeré Memorias de África o algunos de sus cuentos, me apetece, sin más. Te diré que es un libro que se vende bien, que se sigue leyendo, aunque suele suceder así con muchos libros que han sido filmados. Y será una buena excusa para volver a ver la película.
      Besos

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  2. Yo no le leído a la autora, de las que sólo conocía “Memorias de África”, y por el cine. Tiene sentido lo que comentas que dijo Hemingway. Hace poco leí un librito de artículos de Carson McCullers y le dedica uno a Isak Dinesen poniéndola por las nubes como ejemplo de escritura. Que dos genios hablen así de ella no puede ser casualidad. Algún día leeré algo suyo para comprobarlo.
    Un abrazo.

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    1. Carson McCullers circula por mi librería (la profesional, la personal es muy pequeña) y me pica la curiosidad, aunque tengo que reconocer que cada día leo menos. En cuanto a Dinesen..., la fama es tan caprichosa..., encumbra a unos, oculta a otros. A mí me divierte la manera en que la crítica, en cierta manera la fama, termina por empujarnos a la lectura de determinados libros, ¿en detrimento de otros? Viene a ser ya habitual que cuando me fascina un escritor busco entre sus libros menos conocidos y allí hallo las joyas más auténticas.
      Abrazo de vuelta

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