lunes, 27 de julio de 2020

La hija del capitán, (1836), Alexander S. Pushkin

 Después de degustar a los más afamados escritores rusos quedaba Pushkin en el tintero. Siempre resulta revelador leer al mismo tiempo un pequeño panorama biográfico del autor así como una situación histórica. Lo que no esperaba era encontrarme con una lectura tan adictiva, una tan extraordinaria novela de aventuras con el trasfondo de la rebelión de los cosacos al mando de un pretendiente al trono ruso, Pugachov.

Mi ejemplar de Anaya me ha venido que ni al pelo. Fijaos cómo termina su escueto análisis:

 

Pushkin, al introducir en la literatura rusa una técnica narrativa creada por Walter Scott, no sólo adapta la forma a un contenido específicamente ruso, sino que incluso llega a sobrepasar a su modelo, y aunque, según el crítico inglés John Bayley, hay una diferencia fundamental entre ambos escritores: «La brevedad de la novela de Pushkin es un índice de su modernidad, mientras que la lentitud de las de Walter Scott revela su feliz domicilio en el pasado».

 

Me ha resultado interesante conocer la faceta de Puhskin como historiador. De hecho el escritor nace en 1799 y muere víctima de un duelo en 1837, mientras que la revuelta de Pugachov tiene lugar entre 1773-1775, en tiempos de Catalina II. Se trata de una revuelta de cosacos que adopta la bandera del campesino ruso sometido al abuso de la servidumbre. Puhskin estudió dicha revuelta durante años y en 1833 terminó su trabajo denominado Historia de Pugachov. De aquí la ambientación histórica.

En general es fascinante todo lo que rodea a Pushkin (se puede leer su biografía como si de una novela se tratase), su pronta adquirida fama como el mejor poeta de Rusia, su procedencia de la más alta alcurnia, su rebeldía, su sentido del honor. Es más, se le viene a considerar como el creador de esa literatura tan feraz, la literatura que tanto amamos, la rusa.

 

El argumento en sí no tiene nada del otro jueves. Un joven noble es destinado por su propio padre al ejército en una remota provincia porque piensa que así no se dejará llevar por los vicios de la Corte.

 

¿De qué me servía el que, estando todavía en las entrañas de mi madre, ya fuera sargento de la guardia?

 

Un largo viaje del protagonista hasta las provincias periféricas acompañado de su fiel siervo, algunos encuentros casuales de trascendencia, luego la vida en un pequeño pueblo que sirve al mismo tiempo como fortaleza, la sencilla vida de cuartel, un enamoramiento y un sinfín de aventuras que se extreman con la revuelta de Pugachov.

No es mi intención encaminaros a su lectura. Supongo que estas novelillas, fuera de la gran Rusia y del ámbito académico, apenas llaman la atención de unos cuantos incurables nostálgicos, curiosos impenitentes como yo. Y sin embargo, a mi modo de ver, no le alcanzan a la suela de los zapatos muchas de las novelas históricas, densas y aburridas, que pueblan los estantes de nuestras librerías. A esta novela no le sobra ni un solo párrafo. Quién sabe, quizás le sirva a alguien mi reseña para decidirse por quitarle el polvo a esta pequeña joya.

 

7 comentarios:

  1. Pues quién sabe. Tal vez a mí me sirva porque lo tengo en casa hace mucho tiempo y lo que cuentas es muy atractivo.
    Un beso.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. A ver Rosa, es una novelita que no posee esa profundidad psicológica de los maestros rusos, pero a mi modo de ver tiene nervio, gancho, entretenimiento, es la excusa perfecta para conocer a Pushkin. Creo te gustará.
      Besos

      Eliminar
  2. Siempre he querido leer esta novela y, después de una reseña tan entusiasta, es más que probable que, si está en la bilbioteca de mi pueblo, me anime en breve. La novela histórica no es santo de mi devoción, pero a propósito de Scott tengo que decir que "Ivanhoe" fue una de las novelas que en la adolescencia me impulsaron a leer. Si "La hija del capitán" despierta en mí una mínima parte de esa sensación, merecerá la pena.

    Muchas gracias por la reseña. Es un placer leerte.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Mi lectura ha sido muy provechosa, la abordé sin muchas expectativas, la verdad, así que tampoco subas en demasía las tuyas ;) No es la típica novela histórica actual, es más bien una nouvelle o novela corta, es ágil, no explica nada de las circunstancias históricas, que son solamente el contexto por el cual se mueve el protagonista único. A mi modo de ver, solo por conocer a Pushkin, ya merecía la pena.
      Saludos, el placer mío de verte

      Eliminar
  3. Tengo este libro en una edición de Bruguera hace más de treinta años y ahora dudo si la he leído o no. Pienso que sí pero no recuerdo nada, lo que te prometo es que este verano la volveré a tomar entre mis manos. Me encanta volver a los autores rusos del XIX. También quiero leer Oblomov que leí hace más de veintitantos años. Es terrible leer libros y olvidarlos, y volverlos a leer como si fuera la primera vez que transitas por ellos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Has sido tú el que me has provocado la curiosidad con respecto a Oblomov. El siglo XIX ruso comprende, quizás, algunas de las mejores novelas que se pueden leer. Y así sucede, que pasan los años y recuperamos lecturas y las leemos como la primera vez, apenas nos queda una reminiscencia.

      Eliminar
  4. Oblomov de Ivan Goncharov da vida a uno de esos personajes que, una vez conocidos, no los olvidas jamás. Jamás.

    ResponderEliminar