jueves, 25 de febrero de 2021

Memorias de África (1937), Isak Dinesen



     Yo tenía una granja en África, al pie de las colinas de Ngong.


A veces así pasa, que la película pone en valor un buen libro. He vuelto a ver el film, del cual tenía un grato recuerdo, pero ahora me ha decepcionado. La novela sí me ha gustado.

Son, como indica el título, unas Memorias que se basan más en sensaciones que en un relato lineal. Destacan las semblanzas del paisaje y la fauna, pero ante todo de la filosofía de vida de los nativos, en conjunción con una serie de aventureros europeos.

Nada que ver con la película, por supuesto. Por poner un par de ejemplos, apenas se habla de su marido, mientras que el romance con Denys Finch-Hatton no existe. Aparece Denys idealizado, un hombre vital, apasionado y al mismo tiempo culto. Nos queda su semblanza, y algunas escenas con la protagonista. Citaba un poema:


Debes dejar tu triste cantinela

Por otra más alegre.

Nunca vendré por piedad,

Siempre vendré por placer.


Me ha llamado la atención la desmitificación de la escritora que se lleva a cabo en las últimas décadas a partir de biografías serias. Parece ser que el carácter de la aventurera fue más complejo que el que deja entrever, así como no tan blando su carácter. Se puede ver un resumen en el siguiente enlace:


artículo en XLSemanal


Hay que tener en cuenta que isak Dinesen, o Karen Blixen, como se prefiera, escribió la novela en Europa, una vez que había fracasado la aventura económica de la granja de café. La escritora ya era por aquel entonces candidata al Premio Nobel.


No sé, yo me quedo con un inicio arrollador:


Los colores eran secos y quemados, como los colores en cerámica. Los árboles tenían un follaje luminoso y delicado, de estructura diferente a la de los árboles en Europa; no crecían en arco ni en cúpula, sino en capas horizontales, y su forma daba a los altos árboles solitarios un parecido con las palmeras, o un aire romántico y heroico, como barcos aparejados con las velas cargadas, y los linderos del bosque tenían una extraña apariencia, como si el bosque entero vibrase ligeramente.


Después el fuego sigue vivo gracias a las descripciones fabulosas de la fauna y los nativos, especialmente los kikuyu, pero también masai y somalíes.


En la espesura aprendí a recelar de los movimientos bruscos. Las criaturas con quienes tratas son tímidas y vigilantes, saben esquivarte cuando menos te lo esperas. Ningún animal doméstico es capaz de una quietud igual a la de un animal salvaje. La gente civilizada ha perdido la capacidad de estarse quieta y debe aprender en silencio de la vida salvaje antes de que ésta te acepte.


Las diversas clases de gacelas vienen a los lugares verdes a pastar y parecen como animales de juguete en una mesa de billar. 


A los nativos les disgusta la velocidad, como a nosotros nos disgusta el ruido, que es para ellos, en el mejor de los casos, difícil de aguantar. Viven también en buenas relaciones con el tiempo y el plan de engañarlo o matarlo no se les ocurriría nunca. De hecho, cuanto más tiempo les das, más felices se sienten y si le encargas a un kikuyu que te guarde el caballo mientras vas a hacer una visita, puedes ver en su expresión que espera que tardes lo más posible. No intenta pasar el tiempo, sino que se sienta y vive.


El último tercio de la novela se me ha hecho más pesado. Es el cansancio habitual respecto de un relato de viajes. Yo creo que la escritora toma el papel de cronista, pero como habla de sí misma he echado en falta la involucración, la persona de carne y hueso, la confesión. En todo caso, recomendable.


2 comentarios:

  1. Yo no suelo comparar los libros con las películas que se basan en ellos. Bueno, es imposible no comparar, quiero decir que a la hora de valorar una película no lo hago en función de si se parece al libro más o menos, sino por su valor cinematográfico en sí mismo. De todas formas no he leído memorias de África por lo que tampoco podría comparar aunque quisiera. Con la película me ha pasado lo contrario que a ti, Cuando la vi de estreno en el cine (madre mía, cuánto hace ya) no me terminó de convencer, pero unos años después la vi en la televisión y me gustó muchísimo. Desde entonces la he visto varias veces y es una película que me encanta.
    Por cosas que ya había leído sobre Denys Finch-Hatton y sobre el barón Blixen ye tenía una idea de que la película se ceñía muy poco a la realidad, pero no deja de ser una historia que me encanta por falsa que sea.
    Con en libro no me he atrevido porque me temo que se me iba a hacer pesado. Pero leyendo las citas que pones en esta entrada, pienso que igual estoy confundida y podría disfrutarlo.
    Un beso.

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    1. A mí se me ha hecho muy divertida la primera mitad, luego baja el nivel a mi manera de ver. Y sí, la película me ha enfadado, y la recordaba como muy buena, la música, los paisajes... Así va la cosa, las expectativas, el prejuicio... De todas maneras juntar libro y película ha estado bien.
      Besos

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