jueves, 19 de octubre de 2023

El rey Lear de la estepa (1870), Turguéniev

Supongo que se puede hablar de adaptación en prosa de la obra de teatro de Shakespeare. De hecho la obra comienza con una reunión de amigos que lo confirma:

 

Nos enzarzamos a hablar de Shakespeare, de sus tipos, de la profundidad y fidelidad con que fueron arrancados de las entrañas de la humana naturaleza. Admirábamos, sobre todo, su autenticidad y la frecuencia con que se encuentran en la vida, y citábamos a los Hamlet, a los Otelo, a los Falstaff e incluso a los Ricardo III y a los Macbeth (claro que estos últimos solo en potencia) que habíamos tenido ocasión de conocer.

―¡Yo, señores, he conocido a un rey Lear! ―exclamó nuestro anfitrión, hombre ya entrado en años.

―¿Es posible?

―Así es. ¿Se lo cuento?

 

En el lugar del rey Lear Turguéniev nos presenta a un hombre de proporciones gigantescas que tiene dos hijas, y no tres. Diríase que el drama de Shakespeare es más escueto; no en vano se trata de una obra de teatro de duración determinada mientras que la novela es más flexible. Por otro lado la diferencia entre los habitantes de Inglaterra y la estepa rusa no parece ser tanta.

 

El buen gigante, Martin Petrovich Jarlov, es un pequeño propietario rural, un hombre peculiar, temido por todos por su fuerza y carácter pero de costumbres recias y humildes. Sufre un sueño premonitorio sobre su muerte y decide dividir su patrimonio entre sus dos hijas. En el caso de la novela de Turgueniev no habrá una hija buena, pero el sentido del texto es el mismo. Una vez que reparte la herencia ya imagina uno lo que va a pasar, aunque el desenlace no deja de ser sorprendente.


Quizá más relato que novela, nouvelle que se suele decir. A mí Turgueniev nunca me defrauda, pero hay opiniones para todos los gustos. Algunos críticos aducen que el escritor abusa de los personajes planos, aunque también suelen decir los críticos a menudo que con unas pocas pinceladas nos encontramos rodeados de personas humanas. A mí leer a Turguéniev me resulta delicioso, como un pequeño dulce después de una copiosa comida.

 


4 comentarios:

  1. Me ha despertado curiosidad tu entrada, Rubén, porque no recordaba esta incursión de Turgueniev en el teatro de Shakespeare. Es un autor que siempre he leído con deleite, sobre todo en mi época de mozo, y que he considerado uno de los grandes de la literatura rusa. Que es mucho decir. Algunos que lo comparan en su ejercicio con la narrativa de otros grandes, como Tolstoi o Dostoyevski, es verdad que no logra personajes con tantas aristas, que queden en la retina del lector como es el caso de los otros dos.

    Pero sí creo que refleja muy bien el alma dura rusa, fría, contenida, un volcán por dentro y capaz de arrojar todo un alud de violencia al exterior. Recuerdo Memorias de un cazador, y cómo refleja perfectamente esa atmósfera en ese prontuario de relatos, lo que le iba a procurar no pocos recelos de todas las partes, por quebrar ese aura mágica y bucólica de la vida de los siervos. Quizá también, en Turgueniev incidiera la personalidad despótica de su madre y de su familia en general, que le harían cultivar las distancias en sus relaciones personales. Me parece imprescindible Padres e hijos, novela cimera de la literatura rusa. Cuando la leí, hace mucho tiempo, me pareció que anticipaba muchos de los conflictos intergeneracionales, y sus personajes se adelantaron al Holden Caulfield del Guardián entre el centeno.

    Gracias a tu fabulosa reseña, me has abierto el apetito por esta obra de Turgueniev, al que hace igual veinte años que no leo. Enhorabuena por tu labor, Rubén, de remar entre los clásicos, que siempre nos garantizan una lectura que ha sobrevivido al tiempo por su inestimable valor. Un abrazo y cuídate.

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    1. "Primer amor" es una delicia, o "lluvias primaverales". No conozco a ningún otro autor que refleje tan bien el tema de la mujer fatal, pero claro, su vida se vio condicionada por una mujer fatal, española para ser más exactos.
      A mi modo de ver, por estas dos novelas que menciono, ya está entre mis preferidos.
      Abrazo

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  2. Desconocía o no recordaba esta novela corta de Turgueniev adaptando El rey Lear de Shakespeare. Me han entrado muchas ganas de hincarle el diente. Muchas gracias por el recordatorio, Rubén.
    Un abrazo

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    1. No es una adaptación ni mucho menos, simplemente un buen punto de partida. La prosa del maestro es siempre amable, lo cual no resta agudeza. De hecho tiene otra obrita relacionada con nuestro Quijote que tengo ganas de leer a no tardar.
      Abrazo

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