Sensaciones
contradictorias me han embargado mientras leía estos dos trascendentales
relatos. Ni mucho menos figuran estos entre mis preferidos de Poe, pero
probablemente lo serán de la mayoría de los lectores porque son los precursores
de la novela policíaca, tan en boga. El personaje protagonista, Auguste Dupin,
es el modelo de todos los investigadores, detectives y policías malotes que hoy
pueblan los escaparates de las librerías. El método de Dupin es probablemente
el motivo de Poe, y es el método que luego adoptarán otros como Sherlock Holmes.
Ni
qué decir que se trata del primer relato de detectives propiamente dicho, y por
ende el que ha dado lugar a los actuales excesos del género negro. De ahí que
la lectura se haya visto influenciada por mis propios prejuicios y que no la
haya disfrutado en demasía.
Mientras
lo leía cayó en mis manos un ejemplar de Vicens Vives, de Los crímenes de la
Rue Morgue, que se esfuerza por acercar los clásicos a los jóvenes de una
manera especialmente didáctica. No pude resistirme y me detuve en el análisis
crítico, no solo por ver el propio análisis sino también por saciar la
curiosidad de entrever qué se les ofrece a los muchachos imberbes. Se limitaba
a explicar la estructura de la novela policial con sus fases de presentación
del caso, búsqueda de pruebas y posterior descubrimiento del enigma. En
definitiva, que no se podían entresacar temas humanos de mayor enjundia, que
son los que a mí me llaman a la lectura de los clásicos.
A
mi modo de ver, de los dos relatos lo que trasciende es el método. Como en
otros relatos Poe se extiende sin pudor en largas digresiones y, ya sean estas
científicas o pseudocientíficas, son estas las que a mí más me llaman la
atención. Ahondando en ello me he encontrado con esta frase de Neruda al hilo
de un comentario de su composición poética más conocida, El cuervo:
«Poe, en
su matemática tiniebla, parece transmitirnos el horror mental, de teorema, de
vacío místico, que baña todas las obras del escritor».
No es
fácil desentrañar un significado, lo cual me ha servido para releer el poema.
Para Poe, la imaginación debe ser domada con un rigor semejante a un mecanismo
de relojería. Estos comentarios críticos me han hecho reflexionar mientras
leía, y probablemente contribuirán a enriquecer posteriores lecturas del
maestro. Desde luego que Poe abrió el camino de la novela policíaca sin
pretenderlo, porque Poe ante todo se regodea en el “método analítico”
propiamente dicho.
Concluyo
con dos fragmentos escogidos de manera más o menos desafortunada, pero que creo
sirven para maximizar mis comentarios. Así comienza Los crímenes de la calle
Morgue:
Las
características de la inteligencia que suelen calificarse de analíticas son en
sí mismas poco susceptibles de análisis. Sólo las apreciamos a través de sus
resultados. Entre otras cosas sabemos que, para aquel que las posee en alto
grado, son fuente del más vivo goce. Así como el hombre robusto se complace en
su destreza física, y se deleita con aquellos ejercicios que reclaman la acción
de sus músculos, así el analista halla su placer en esa actividad del espíritu
consistente en desenredar.
Y
así termina El misterio de Marie Rogêt:
Nada
más difícil, por ejemplo, que convencer al lector corriente de que el hecho de
que el seis haya sido echado dos veces por un jugador de dados, basta para
apostar que no volverá a salir en la tercera tentativa. El intelecto rechaza
casi siempre toda sugestión en este sentido. No se acepta que dos tiros ya
efectuados, y que pertenecen por completo al pasado, puedan influir sobre un
tiro que sólo existe en el futuro. Las probabilidades de echar dos seises
parecen exactamente las mismas que en cualquier otro momento, vale decir que
sólo están sometidas a la influencia de todos los otros tiros que pueden
producirse en el juego de dados. Esta reflexión parece tan obvia que las
tentativas de contradecirla son casi siempre recibidas con una sonrisa
despectiva antes que con atención respetuosa. No pretendo exponer aquí, dentro
de los límites de este trabajo, el craso error involucrado en esa actitud; para
los que entienden de filosofía, no necesita explicación. Baste decir que forma
parte de una infinita serie de engaños que surgen en la senda de la razón, por
culpa de su tendencia a buscar la verdad en el detalle.
Tengo esa misma edición de cuentos. Efectivamente Poe afirmaba que su escritura funcionaba como un racionalista mecanismo de reloj, y hasta publicó un ensayo desentrañando los estudiados entresijos de su “cuervo” y su premeditada y estudiada elaboración paso a paso, verso a verso. Esa fría metodología teórica es extensible a los relatos policiacos, claro.
ResponderEliminarPero luego resulta que Poe le añadía a sus escritos un ingrediente mucho más irracional, místico, visceral, poético, subterráneo, poliédrico, complejo, y personalísimo al final. Irreductible, por tanto, a una fórmula cualquiera, racional o no.
El “mecanismo de reloj” de Poe es superficial y resulta discernible e imitable, máxime cuando lo difundió él mismo. Se resume en pensar, antes que nada, en un final con un efecto fuerte, y luego adaptar a eso todo lo demás.
Muchos lo explotan aún hoy, incluidos los autores de literatura detectivesca y de misterio (y guionistas de cine, también).
Pero el sustrato subyacente (como el tiempo mismo, cuyo paso el reloj se limita a constatar, sin comprenderlo) es algo mucho más inaprensible… y sugerente.
Un mago del montón teme que descubran sus trucos, pues solo tiene eso. Un buen mago, como Poe, incluso los explica él mismo. Con socarrona indolencia… porque sabe que el encanto verdadero está en el mago, y no en el truco.
Un placer escuchar tus agudos comentarios Boni. No he alcanzado a llegar tan lejos en el análisis de Poe. Como bien sabes apenas me limito a leer los textos y a dejar caer un comentario, casi a bote pronto. Qué duda cabe que los relatos de Poe van mucho mas allá que la resolución de un crimen o un enigma. Me planteas un acicate, seguir profundizando en el maestro.
EliminarAbrazo
Muy buen blog...bastante interesante y la temática es fabulosa.
ResponderEliminarSe agradece... el acicate para escribir está en el disfrute mas intenso y en labrar un camino propio.
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