miércoles, 7 de diciembre de 2022

Historia de la Guerra del Peloponeso (1997), Tucídides

 


No hace mucho escuché una frase que más o menos venía a decir: “no es que la historia se repita, ¡es que rima!”. Cierto que cada guerra tiene sus peculiaridades, pero mucho mayores son sus semejanzas. Cierto también que se necesita un tiempo para apreciar el conflicto en toda su perspectiva; es muy pronto todavía para analizar la guerra de Ucrania en su conjunto. Y, sin embargo, es perfectamente visible la ignorancia del ciudadano de a pie (ese al cual la historia le importa un pimiento), las implicaciones económicas, la presión de los intereses, la forma en que actúa la propaganda en pro de uno u otro bando, la manipulación del casus belli, en fin, los modos humanos de hacer la guerra.

Viene al pelo para concluir esta pequeña introducción esa otra frase que últimamente he oído en varias ocasiones, y también sin saber cuál es la fuente: “la primera víctima de toda guerra es la verdad”. Sobran los comentarios.

Y no sucede con las ciencias humanas como con las otras ciencias, esas que evolucionan, que progresan, pasito a paso, a través de hipótesis, teorías y paradigmas. Las ciencias humanas no conocen el progreso, de tal manera que leemos los análisis de Tucídides y nos servimos de ellos para analizar nuestra propia realidad. Bien sabido es que muchos hombres ilustres tuvieron, y tienen, la presente obra en su mesita de noche.

Hay quien sitúa el núcleo de la obra de Tucídides en su libro V, en el diálogo de Melos. Se trata de un asunto aparentemente sin importancia, la incorporación de Melos a la órbita imperial ateniense. Se enfrentan siempre la corriente liberal y la autocrática, pero en realidad define la filosofía de Tucídides y, en definitiva, el móvil básico que mueve a la naturaleza humana, el poder, la fuerza. Maquiavelo, Hobbes o Nietzsche beberán de la misma fuente.

Otros, simplemente, destacan pasajes de la historia por su belleza, como por ejemplo la retirada de los atenienses de la ciudad de Siracusa, del que dicen ser uno de los pasajes más hermosos que jamás se hayan escrito por su intensidad y patetismo. Nada hay que supere a la realidad. Yo, particularmente, no he disfrutado nunca leyendo novelas de aventuras como lo he hecho leyendo la historia de la humanidad.

Qué más decir que mil veces no se haya dicho ya. Entresaco del texto estas frases, si es que alguien todavía necesita ser incitado a la lectura, o relectura, de esta obra maestra. Habla Tucídides, testigo y participante de esta guerra:

 

Así fueron, pues, según mi investigación, los tiempos antiguos, materia complicada por la dificultad de dar crédito a todos los indicios tal se presentan, pues los hombres reciben unos de otros las tradiciones del pasado sin comprobarlas, aunque se trate de las de su propio país…

…Hay muchos otros hechos, incluso contemporáneos y no olvidados por el tiempo, sobre los cuales los demás griegos tienen ideas inexactas, como la creencia de que los reyes de los lacedemonios dan, cada uno, no un solo voto sino dos, y la de que tienen una compañía de Pitana, la cual no ha existido jamás. ¡Tan poco importa a la mayoría la búsqueda de la verdad y cuanto más se inclinan por lo primero que encuentran!

 

Y esta guerra de ahora, aunque los hombres siempre suelen creer que aquella en la que se encuentran ellos combatiendo es la mayor y, una vez acabada, admiran más las antiguas, esta guerra, sin embargo, demostrará a quien la estudie atendiendo exclusivamente a los hechos que ha sido más importante que las precedentes.

 

La investigación ha sido laboriosa porque los testigos no han dado las mismas versiones de los mismos hechos, sino según las simpatías por unos o por otros o según la memoria de cada uno. Tal vez la falta del elemento mítico en la narración de estos hechos restará encanto a mi obra ante un auditorio, pero si cuantos quieren tener un conocimiento exacto de los hechos del pasado y de los que en el futuro serán iguales o semejantes, de acuerdo con las leyes de la naturaleza humana, si éstos la consideran útil, será suficiente. En resumen, mi obra ha sido compuesta como una adquisición para siempre más que como una pieza de concurso para escuchar un momento.

 

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